Mientras que Joel y Julia se preparan para firmar los papeles del divorcio (más adelante hablaremos de eso), un matrimonio roto desde hace tiempo sigue teniendo problemas para ponerse de acuerdo en la educación de su hija. Uno de los muchos problemas que tenía la trama de Hank y Sandy hasta ahora era que, más allá de las comprensibles e inevitables diferencias entre ellos, costaba ver que en algún momento los dos fueron una pareja que se quiso. Betsy Brandt es demasiado buena actriz como para darle un personaje tan plano, pero la cosa ha cambiado un poco con este último episodio.
Esa conversación en la puerta de Sandy, en la que Hank le revela que está convencido de que tiene Asperger, rezuma autenticidad y viene a dejarnos claro que en esta historia no hay culpables, sino que ambos fueron víctimas de una situación que no alcanzaban a comprender. Gran parte del mérito de ese momento tan conseguido es –como siempre en esta serie– de los actores, pero no solo de ellos, sino de unos guionistas que, por otro lado, aún tienen problemas para vendernos a Ruby como un personaje tridimensional en lugar de un cliché con patas.
Este tipo de problemas son los mismos a los que se enfrentarán Joel y Julia a partir de ahora (¡y menuda es Sidney!) si finalmente deciden firmar poner punto y final a su matrimonio. Su separación se ha convertido en un arma arrojadiza con la que Jason Katims nos golpea cada semana –de hecho, el guionista pidió perdón en la celebración de los 100 episodios por molestar a tanta gente con el tema–, pero lo de esta semana ha sido sencillamente devastador. Desde que surgieron los problemas al principio de la temporada pasada, lo de estos dos ha sido mal timing (como el de Alicia y Will en The Good Wife): el año pasado era Julia quien luchaba y ahora es Joel quien se niega a que su matrimonio se acabe.
Sam Jaeger se ha convertido, por cierto, en el centro dramático de la serie, como lo fueron Monica Potter en la cuarta temporada y Erika Christenssen en la quinta. Ese momento en el ascensor que me obliga a repetir referencia a The Good Wife o la conversación de 'despedida' con Zeek tienen tal potencia dramática que no me voy a poner a discutir lo triste y perturbador que es que una de las pocas personas en las que se pueda apoyar Joel en estos momentos sea su suegro. Pero, en serio, el límite de la endogamia Braverman debería estar ahí.
Y lo mejor de esta trama es que, se resuelva de la forma en que se resuelva, me parecerá bien. Emocionalmente quiero un final feliz, pero si los guionistas de Parenthood deciden llevar la trama hasta el final, con todas las consecuencias, y contarnos cómo dos personas que aún se quieren acaban separadas por pura estupidez y falta de comunicación, respetaré la decisión creativa. No es algo que veamos en televisión muy a menudo, y mucho menos en una network. Sea como sea, Joel ha movido ficha por última vez, con una declaración de intenciones en la que solo faltaban unos carteles a lo Love Actually, y aquí todos estamos cruzando los dedos porque le funcione.
Por otro lado, los guionistas siguen tachando nombres de la lista de “personajes que tienen que tener un último momento significativo con Zeek antes de que la espiche” y esta semana, más allá del encuentro con Joel, le ha tocado el turno a Drew. Es prácticamente imposible incluir estos momentos en los episodios sin que quede forzado, y los guionistas son conscientes de ello; por eso, en These Are the Times We Live In han sido capaces de darle la vuelta. La situación es forzada porque el propio Zeek quiere crear recuerdos de postal con su nieto llevándoselo al campo de tiro. Y así acaba Drew, que no es precisamente amante de las armas (algo que me cuadra mucho con el personaje), disparando para cerrar el episodio, siguiendo los consejos de Natalie.
Sam Jaeger se ha convertido, por cierto, en el centro dramático de la serie, como lo fueron Monica Potter en la cuarta temporada y Erika Christenssen en la quinta. Ese momento en el ascensor que me obliga a repetir referencia a The Good Wife o la conversación de 'despedida' con Zeek tienen tal potencia dramática que no me voy a poner a discutir lo triste y perturbador que es que una de las pocas personas en las que se pueda apoyar Joel en estos momentos sea su suegro. Pero, en serio, el límite de la endogamia Braverman debería estar ahí.
Y lo mejor de esta trama es que, se resuelva de la forma en que se resuelva, me parecerá bien. Emocionalmente quiero un final feliz, pero si los guionistas de Parenthood deciden llevar la trama hasta el final, con todas las consecuencias, y contarnos cómo dos personas que aún se quieren acaban separadas por pura estupidez y falta de comunicación, respetaré la decisión creativa. No es algo que veamos en televisión muy a menudo, y mucho menos en una network. Sea como sea, Joel ha movido ficha por última vez, con una declaración de intenciones en la que solo faltaban unos carteles a lo Love Actually, y aquí todos estamos cruzando los dedos porque le funcione.
Por otro lado, los guionistas siguen tachando nombres de la lista de “personajes que tienen que tener un último momento significativo con Zeek antes de que la espiche” y esta semana, más allá del encuentro con Joel, le ha tocado el turno a Drew. Es prácticamente imposible incluir estos momentos en los episodios sin que quede forzado, y los guionistas son conscientes de ello; por eso, en These Are the Times We Live In han sido capaces de darle la vuelta. La situación es forzada porque el propio Zeek quiere crear recuerdos de postal con su nieto llevándoselo al campo de tiro. Y así acaba Drew, que no es precisamente amante de las armas (algo que me cuadra mucho con el personaje), disparando para cerrar el episodio, siguiendo los consejos de Natalie.
Notas al margen:
- La trama de Amber ha sido muy obvia, pero no por ello su escena final con Sarah ha dejado de ser genial.
- Es fascinante que sea la primera semana que Dax Shepard se coge vacaciones, sobre todo porque a Crosby no le ha pasado nada en estos siete episodios.
- Aquí os dejo una foto de la fiesta del otro día, que tuiteó Jace Lacob (@televisionary), el crítico de televisión de BuzzFeed.
- Por cierto, Jason Katims también se disculpó, de paso, por esa trama loca de la segunda temporada de Friday Night Lights.
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