Hablemos de Sarah Braverman. Más que nada porque este Lean In con el que Parenthood se despide hasta enero (cuando emitirá los cuatro capítulos que le quedan y dirá adiós definitivamente) es el primer episodio en lo que llevamos de temporada que trata medianamente bien al personaje y me estoy quedando sin oportunidades para hablar de ella.
Aunque sobre el papel Hank es un personaje satélite de Sarah, si algo nos está demostrando esta temporada de la serie es que Jason Katims y su equipo están más interesados en contarnos cosas del personaje de Ray Romano que en seguir explorando el de Lauren Graham (un personaje con el que, de todos modos, no han tenido nunca muy claro lo que hacer). El embarazo de Amber parecía la excusa perfecta para centrarse en la relación entre ambas y mostrar lo mucho que ha cambiado desde aquella primera temporada en la que no se podían ni ver.
Hank no tendría por qué haber aparecido en todos los episodios, teniendo en cuenta las vueltas que le han dado a su relación con Sarah y viendo la nula química que Romano y Graham se gastan últimamente. Pero, lejos de restarle protagonismo, ha ganado dos personajes satélite propios, Ruby y Sandy, que aunque han dado buenos momentos no han llegado a ser personas de carne y hueso y, llegados a este punto, no lo serán.
Esta semana, para colmo, Jason Ritter hace su aparición anual de rigor para recordarnos lo que es buena química en pantalla (las caras que Mark y Sarah se dirigen durante todo el episodio son oro puro) y lo perdida que está la mayor de los Braverman. ¿Lo bueno? Que por primera vez han abordado la complicada situación familiar de Hank desde el punto de vista de ella. ¿Lo malo? Que llegados a este punto esto es lo mejor que pueden sacar los guionistas de Sarah y que este episodio no ha aportado nada a su historia con Mark, que quedó más que cerrada el año pasado.
Yendo a cosas más positivas, Julia y Joel por fin se han dejado de tonterías y han acabado el episodio besándose delante de los papeles del divorcio. Conociendo a estos guionistas, uno no puede cantar victoria hasta que los hayan roto y tirado a la basura, pero es físicamente imposible estirar más el chicle y hasta yo me estaba cansando de esta trama, que no daba mucho más de si. Ahora solo necesito ver esa escena en la que le cuentan a Sydney y Victor que vuelven a estar juntos para ser feliz del todo. La felicidad a ellos, eso sí, no les va a durar mucho viendo cómo acaba Zeek el episodio.
El pobre Drew, que tiene más paciencia que el santo Job, ha tenido que encontrar un restaurante en el que estuvo su abuelo hace décadas “en algún lugar del sur de Francia” utilizando Google Maps (quiere volver allí con Camille para celebrar su aniversario), y, preocupado por él como está, se lo ha contado a su abuela, estropeando la sorpresa. Zeek, haciendo gala de su habitual comprensión y afabilidad, le ha soltado un: “confiaba en ti y me has decepcionado”. Disculpadme si, llegado el momento de enterrarlo, no sufro demasiado.
Por último, hay que reconocer que han enderezado ni que sea un poco el desastre que fue la semana pasada la trama de la academia Chambers. Al empezar el episodio nos enteramos de que Kristina, que aparentemente es la única profesora de esa escuela, está obligando a Dylan a lidiar con Max, que sigue igual de pesado que la semana pasada. Como no podía ser de otro modo, la cosa le ha estallado en la cara durante una jornada de puertas abiertas, cuando los padres de ella se enteran del infierno que ha tenido que pasar su hija.
Al menos, todo esto ha servido para que Adam y Kristina le expliquen a Max algo que en su momento no creyeron importante decirle: que tiene que tener en cuenta los sentimientos de la otra persona y los límites que ponga. Pese a lo injustamente que la ha tratado estos últimos episodios, no me deja de parecer entrañable lo unidas que están Kristina y Dylan. Si suspendemos mucho la incredulidad cuando la chica dice que la academia Chambers es el sitio en el que mejor la han tratado hasta ahora, la reunión en el despacho de Kristina es uno de los momentos más emotivos del episodio.
Lean In está, sin duda, a años luz de Aaron Brownstein Must Be Stopped, pero sigo notando a la serie muy cansada. Esperemos que la agonía de Zeek sirva para darle un poco de vida a esta recta final y, de paso, para reunir un poco a los Braverman, que últimamente van cada uno a su bola.
Notas al margen:
- ¿Serán capaces de matar a Zeek y que Haddie no vaya al funeral?
- Parenthood no vuelve hasta el 8 de enero a la parrilla de NBC, lo cual me da la excusa perfecta para adelantar las Navidades a noviembre y desearos felices fiestas, feliz año, etc. ¡Nos leemos dentro de 45 días!
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