Si hay algo por lo que recordaremos la sexta temporada de The Good Wife es por haberse ido por las ramas y que no lo hayamos sabido reconocer a tiempo debido a nuestra condición de fanáticos. La serie de Alicia Florrick ha regresado tras su parón recuperando esas tramas con las que ha ido dando tumbos durante los últimos meses, y ofreciendo como señuelo a uno de sus secundarios estrella: Colin Sweeney (y a su mujer Renata, que tampoco tiene desperdicio). Un episodio correcto para una temporada que todavía no ha encontrado su sitio.
La pre-campaña de Alicia se está convirtiendo, in my opinion, en un despropósito cada vez más grande, pero no ha sido hasta este episodio cuando nos hemos dado cuenta de que el resultado de la misma es irrelevante: es el proceso, la conversión de nuestra protagonista, lo que realmente importa. Alicia ha abandonado la relatividad moral que le ha caracterizado siempre; ya había demostrado que quiere ganar estas elecciones, no por el pueblo de Chicago, sino por su propia ambición; pero no es hasta este episodio cuando ha demostrado de lo que es capaz. ¿Se puede ser la buena esposa y madre siendo una mala persona?
Aunque Alicia no se haya mojado del todo —en nuestro país aceptar dinero de un viejo verde homófobo y retrógrado está a la orden del día, quizás eso lo explica—, este primer paso representa mucho más: Alicia se siente culpable por sus actos y se reconoce a sí misma como mala persona, pero en principio no ha mostrado intenciones de querer cambiar. ¿Veremos un descenso a los infiernos o a Alicia peleando contra el sistema? Cualquier opción me parecería interesante.
Curiosamente, esto tiene lugar en el mismo episodio en el que reaparece Colin Sweeney, uno de los clientes de Alicia con los que la abogada siempre ha hecho la vista gorda respecto a lo que es ético y moral. Su caso, esta vez sobre una adaptación televisiva sobre el "supuesto" asesinato de su esposa, ha recuperado el procedimental que tanto echábamos en falta en The Good Wife, al mismo tiempo que nos ha regalado los momentazos habituales de Colin Sweeney y su mujer, Renata. Por cierto, el reencuentro de Laura Benanti y Julie White tras Nurse Jackie ha sido más que agradable.
Por último, Kalinda sigue haciendo las maletas al mismo tiempo que estrecha vínculos con Lemond Bishop (quien, imagino, también está haciendo sus maletas para su viaje a Netflix). No sé si me ha convencido que el favor que le tiene que devolver Kalinda sea el de hacer guardaespaldas de su hijo, pero quiero creer que la intensidad del compromiso con Bishop irá escalando hasta que la situación empeore lo suficiente como para que el personaje de Kalinda tenga una excusa para desaparecer. ¿No creéis?
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