I'd like to teach the world to sing
In perfect harmony
I'd like to buy the world a Coke
And keep it company
El final de un Era. Eso rezaba la promoción de la última temporada de Mad Men, y no fue hasta ayer cuando me di cuenta de que, indudablemente, con el final de Mad Men llegaba también el final de algo más que una serie. Y qué serie.
Mad Men acaba de forma brillante, anticlimática y aportando un cierre más preciso de lo que cabría esperar. Todos los personajes tienen un final, no siempre positivo para ellos o para nosotros, pero final al fin y al cabo.
No ha sido el mejor episodio de Mad Men, pero sí ha sido el mejor final posible. Previsible e inimaginable al mismo tiempo. ¿Quién esperaba ver a Don, con las piernas cruzadas y finalmente en paz consigo mismo, elaborando en su mente el que posiblemente sea el anuncio de Coca-Cola más famoso de la historia?
Porque hay algo mágico en esa última revelación: al mismo tiempo que Don abraza una nueva forma de pensamiento y la posibilidad de convertirse en una persona distinta a la que había sido hasta ahora (que, al mismo tiempo, ya era una identidad creada en base a una mentira), idea una genialidad repleta de cinismo. A new day, new ideas, a new you: el ideario de una nueva generación, amalgama de movimientos sociales, igualitarios, libertarios, representada en última instancia por una organización que aboga por la meditación y descubrimiento personal. Esto es, al mismo tiempo, la salida que Don buscaba a su autodestrucción así como el nuevo mensaje para una de los mayores símbolos del capitalismo más colosal: Coca-Cola.
Para llegar hasta aquí, Don ha tenido que ir al infierno y volver. Varias veces. Cerca ha estado de tirar la toalla, especialmente en este episodio en el que Jon Hamm ha demostrado por qué es el perfecto Don Draper y un gran actor al mismo tiempo. Su gran conflicto personal, su búsqueda de la felicidad y el rechazo de todo lo que se le ha acercado sin lograrlo, han sido las claves de su evolución psicológica durante toda la serie. Su viaje en carretera, un símbolo de su último intento por encontrarse a sí mismo.
Sus últimas llamadas de teléfono le recuerdan su soledad, que nadie le necesita a pesar de que le sigan queriendo o respectando. Le recuerdan qué es lo que le ha llevado a estar donde y como está ahora. Su exmujer, al borde de la muerte, le recuerda que nunca ha estado con sus hijos y que ni su muerte será razón suficiente como para que vaya estarlo jamás. Su trabajo puede seguir adelante sin él. Su antigua alumna ya es mayor, lo suficiente como para que confiese sus pecados con ella. I broke my vows. I scandalized my child. I took another man’s name and made nothing of it.
Don ha confundido necesidad con amor (su primera mujer pasó página, la última encontró una carrera, su aprendiz se puso a su altura, su hija se hizo mayor), y al mismo tiempo nunca le facilitó esa necesidad a nadie. La contemplación de esa realidad deja a Don al borde de la locura. Del suicidio.
En el último momento, Don es arrastrado por un alma caritativa a uno de los talleres de la organización a la que Don ha acudido simplemente porque Stephanie quería ir. Y no sabía que entre meditaciones y confesiones, encontraría la salida.
Allí está Leonard, su otro yo. Su otro cualquiera. Un hombre que se siente invisible, cuya vida no le satisface; destrozado y desolado, quizás por sus decisiones o por el simple rechazo de los demás. Un hombre que, como Don, vive una crisis existencial que ha destrozado por completo su existencia. Quizás sea muy diferente a nuestro protagonista (otra vida, otro trabajo, otra familia, otras motivaciones) pero no es más que otro hombre que se siente perdido en una vida que no le ha dado lo que quería, haya luchado por ello o no.
La historia de Leonard sirve como punto de inflexión para Don. No está tan solo: ha creído que estaba solo, y eso le ha hecho infeliz. Puede que en este lugar encuentre la oportunidad para volver a encauzar su vida, para aceptar lo que tiene y lo que no podrá tener, para ser capaz de devolver el cariño o la amistad que durante tanto tiempo ha rechazado en lugar de esconderse en sus vicios y mentiras.
Don al final se derrumba. Y renace.
Ya lo dijo Anna Draper: The only thing keeping you from being happy is the belief that you are alone.
El resto del episodio es, evidentemente, mucho más sencillo.
Satisfactorio: Joan tiene la oportunidad de lanzar su propia productora y lo deja con Richard, quien quería una mujer que le dedicase su tiempo exclusivamente a él.
Confuso: Stan confiesa su amor por Peggy y esta se da cuenta, de repente, de que también le quiere a él. Un final satisfactorio pero al que le hubiera faltado más desarrollo previo y no tanta... improvisación. Un final doloroso para la eterna soltera y ambiciosa creativa, pero también irremediable.
Triste: Roger acaba con su amor, Marie, a pesar de que su relación está repleta de fracturas.
Deprimente: Sally abandona su sueño de ir a Madrid y se queda en casa cuidando de su madre, moribunda.
Esto es lo que algunos de vosotros me habéis comentado del final. Y los demás, ¿qué habéis pensado?
@ManuPalmer: No sé si Mad Men es el anuncio más largo de la Historia o una precuela de La Gran Belleza. Aún así como dijo el gran Cooper, "Bravo"
@SallyDarling22: Tras siete maravillosas temporadas, el final era lo de menos. Lo malo es despedirse de Don y compañía.
@NiporAsomo: La búsqueda del sentido y el encuentro de la chispa de la vida.
@MrAlex_O: Smoke doesn't get in your eyes anymore.
@JbHalliwell: No he visto la serie pero seguro que es TOP
@JbHalliwell: No he visto la serie pero seguro que es TOP
Estoy al 100% de acuerdo contigo sobre todo lo dicho sobre Don, las palabras de Anna Draper son perfectas para entender su final. Pero defiero sobre Peggy y Roger, sus finales son todo menos dolorosos y trites, ella y su relación con tan se van desarrollando desde la cuarta temporada, era obvio que estaban enamorados y su final me parece precioso , es justo lo que Peggy quería, un hombre que la apoy en su trabajo, nadie es mejor que Stan. En cuanto a Roger, él y Marie son practicamente la misma persona, son tal para cual. además una mujer de su edad es preciamente lo que él necesitaba.
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