Hace unas semanas os hablábamos del estreno de Mr. Robot y sus cualidades para convertirse en una de las series del verano. Ahora que ya se ha emitido la mitad de la temporada podemos afirmar que aunque no es un producto perfecto, sí es un poco de aire fresco dentro de una época veraniega-seriéfila sin muchas novedades relevantes.
Rami Malek lleva con fuerza el
peso de la trama, explotando a la perfección los rincones más oscuros de su
personaje sin caer en el tópico o la caricatura. Y todo ello sin mover
prácticamente un músculo del rostro. Las mejores parten recaen en sus monólogos
–como por ejemplo el discurso sobre las debilidades humanas– y la voz en off,
que normalmente suele resultar odiosa, nunca resulta pesada.
El original punto de vista se
refuerza con los delirios de Elliot, de los que los propios espectadores
formamos parte: dejamos de estar al otro lado de la pantalla para convertirnos
en una alucinación más. Más allá de la interpretación de Malek, Mr. Robot nos ha ofrecido secuencias
interesantes, entre las que destaca la del motel en la que el protagonista
tiene que soportar un período de desintoxicación.
En ella entramos en la cabeza del hacker, lo acompañamos en sus miedos y traumas mientras los guionistas nos dejan varias pistas que nos plantean la pregunta clave de la serie: ¿Quién es Elliot en realidad? Estas dudas internas, el narrador no fiable y el secretismo que rodea al grupo F Society han hecho que los espectadores se enganchen a la Teoría del Club de la Lucha: ¿Es Mr.Robot (Christian Slater) parte de las alucinaciones de Elliot o un individuo real?
Sus presencias en pantalla o las interacciones con Malek y el resto de personajes han generado múltiples debates, demostrando la capacidad de la serie para expandir su impacto más allá del horario de emisión. Pero las referencias con la obra de Palahniuk y el film de Fincher se han buscado también en los ideales anticapitalistas, los discursos contra el poder de las multinacionales a la hora de entrometerse en nuestras vidas y el consumismo pasivo de la sociedad actual. Tanto el personaje de Edward Norton como Elliot denuncian a su manera cómo nosotros mismos (y el día a día que compartimos alegremente en las redes), nos hemos convertido en el producto definitivo.
En ella entramos en la cabeza del hacker, lo acompañamos en sus miedos y traumas mientras los guionistas nos dejan varias pistas que nos plantean la pregunta clave de la serie: ¿Quién es Elliot en realidad? Estas dudas internas, el narrador no fiable y el secretismo que rodea al grupo F Society han hecho que los espectadores se enganchen a la Teoría del Club de la Lucha: ¿Es Mr.Robot (Christian Slater) parte de las alucinaciones de Elliot o un individuo real?
Sus presencias en pantalla o las interacciones con Malek y el resto de personajes han generado múltiples debates, demostrando la capacidad de la serie para expandir su impacto más allá del horario de emisión. Pero las referencias con la obra de Palahniuk y el film de Fincher se han buscado también en los ideales anticapitalistas, los discursos contra el poder de las multinacionales a la hora de entrometerse en nuestras vidas y el consumismo pasivo de la sociedad actual. Tanto el personaje de Edward Norton como Elliot denuncian a su manera cómo nosotros mismos (y el día a día que compartimos alegremente en las redes), nos hemos convertido en el producto definitivo.
Tramas secundarias que buscan su sitio
Pero no todo es perfecto en esta serie: mientras la trama hacker contra Evil Corp sigue manteniendo su intensidad (sobre todo con la introducción de la Dark Army y sus conexiones en China), el guión pierde interés cuando se aleja de ese mundillo. Las filias y fobias de Tyrell Wellick y su mujer parecen escritos con el piloto automático y a estas alturas del siglo XXI parece increíble que nos encontremos con un personaje tan pánfilo como el de Angela. Tampoco Gloria Reuben, interpretando a la psiquiatra Krista Gordon, llega a encajar.
Aunque no sea revolucionaria, Mr Robot sigue manteniendo el ritmo y es una perfecta serie para el verano, huyendo de aburridos dramas policíacos/médicos/whatever o nuevas temporadas de otras producciones que ya no ofrecen nada nuevo, salvo su final.
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