De protagonistas que son lo peor de su serie está la televisión llena. Ted Mosby y Meredith Grey, por nombrar dos de los ejemplos más claros, sufrieron durante años el desprecio de los fans de How I Met Your Mother y Grey's Anatomy, que les veían como poco menos que el precio a pagar por disfrutar del plantel de secundarios que les rodeaban.
Y, aun así, lo de Jenna Hamilton clama al cielo.
Que Awkward no nos tiene muy contentos últimamente no es ninguna novedad, pues la incluimos en nuestra lista de comedias que no han sabido envejecer y mi compañero Álex ya comentó que el final de la cuarta temporada le había dejado bastante frío. Pero aún manteníamos la esperanza de que, cual Weeds, levantase el vuelo en su temporada final después de unos años flojos y se marchase de nuestras pantallas por la puerta grande.
No parece que vaya a ser el caso viendo los dos episodios que ya se han emitido de la quinta y última temporada, en los que los guionistas vuelven a deleitarnos con los mismos conflictos de siempre y demuestran que en eso de dar vueltas sobre sí mismos no hay quien les gane.
Matty, Matty y más Matty
Qué hacer cuando tus protagonistas se gradúan es un quebradero de cabeza para cualquier showrunner de serie teen que se precie. ¿La solución en Awkward? Estirar el chicle todo lo posible y tomarse dos temporadas de veinte episodios (el doble de largas que las tres primeras) para contarnos el último curso de Jenna con pelos y señales.
Es decir, que llevamos cinco años escuchando al personaje de Ashley Rickards suspirar por Matty McKibben. Su relación con su madre, sus problemas académicos y su bajada a los infiernos en la tercera temporada (que le llevó a descubrir que no necesitaba a ningún hombre para ser feliz, algo que olvidó literalmente un episodio después) se convierten en meras anécdotas al compararlas con lo que ha supuesto en su vida el chico con el que se acostó en el piloto de la serie.
Dos episodios de esta quinta entrega ha tardado Jenna en romper con el militar que la encandiló en el spring break y volver a tener a Matty en el punto de mira, demostrado una vez más que no es la adolescente independiente y madura que la serie nos vende y que ella misma cree ser, siendo incapaz de avanzar en ninguna dirección interesante.
Lacey y Sadie, al rescate
Los personajes secundarios, que llevan un par de temporadas salvando los muebles, tampoco tienen esta vez tramas a la altura que compensen la repetitiva voz en off de Jenna. Ni el distanciamiento entre Jake y Matty por culpa de Gabby ni el ridículo compromiso de Tamara llaman la atención, como tampoco lo hacen las dudas sentimentales de Valerie.
Donde puede que haya más que rascar es en la trama de Lacey, con un hijo y una carrera universitaria en camino (aunque si solo van a transcurrir 48 días hasta el final de la serie, poco vamos a ver de esta nueva faceta suya), y de la auténtica estrella de la serie: Sadie, que en estas cuatro temporadas ha demostrado ser mucho más que una metralleta de one liners y tiene la oportunidad de brillar más que nunca reconstruyendo su relación con su reaparecida madre. ¿Le darán los guionistas un final feliz? A estas alturas, me interesa mucho más que lo que pueda ocurrir con Jenna.
Ahora bien, juzgar habiendo visto solo dos episodios puede ser precipitado. Los responsables de Awkward aún pueden darse cuenta de que estar tan pendiente de Matty hace que se nos olvide quién es Jenna como persona. Al fin y al cabo, su egocentrismo era parte de su encanto al principio, cuando aún escribía aquel blog y lo que tenía que contar nos importaba ligeramente. ¿Conseguirán que volvamos a tenerle algo de aprecio?
COMENTARIOS