The Good Wife, Mad Men, Breaking Bad... Los mejores dramas de la última década tienen, pese a sus diferencias, algo en común: recurren constantemente a la comedia. Y eso los hace mejores. La euforia, la tristeza y el absurdo son parte de la vida diaria de cualquier persona, y los géneros televisivos no deberían encorsetar el tipo de tramas a las que una serie puede enfrentarse.
Pero, si es complicado introducir toques cómicos en un drama, casi más difícil es hacer lo contrario y abordar conflictos propios de un drama en comedia. No hablo de híbridos como Louie, Enlightened o Girls, sino sitcoms puras cuyo objetivo principal es hacernos pasar un buen rato. La comedia inesperada siempre es bienvenida, pero no vemos Brooklyn Nine-Nine para que nos haga llorar. El equilibrio es frágil y se puede ver, por ejemplo, en Faking It, que está haciendo evolucionar muy bien a sus personajes pero los momentos cómicos cada vez están menos inspirados.
How I Met Your Mother manejó bastante bien algunos problemas entre Lily y Marshall o ciertos conflictos internos de Robin, Parks and Recreation despidió de manera magistral a dos miembros de su reparto, y Mom se ha hecho un hueco en la conversación a base de cebarse con sus protagonistas. Y cuando una comedia se pone seria, nos damos cuenta de que sus personajes, por excesivos que sean, son algo más que meros bufones al servicio de la carcajada y están realmente bien construidos.
The Middle, que nunca ha jugado a ser la mejor en nada y hace mucho menos ruido del que debería, nos sigue sorprendiendo en ese sentido mientras encara su séptima temporada. La homosexualidad de Brad, el mejor amigo de Sue, ha sido uno de los gags recurrentes de la serie desde la primera temporada, cuando los guionistas lo introdujeron como novio de la mediana de los Heck. Sus gestos amanerados, su pasión por el teatro y por cantar, y el hecho de que él mismo no se diese cuenta de que era gay ha dado momentos tan grandes como el “We’re going to come out together in college!” que le suelta en un momento dado a Sue.
Hubiera sido fácil olvidarse de que Brad existe con la llegada de Sue a la universidad o simplemente omitir el momento en que éste sale del armario, pero The Middle trata siempre muy bien a sus personajes recurrentes y al final del último episodio emitido (Risky Business), éste decide sincerarse con su amiga en una escena cargada de naturalidad. Ni siquiera es necesario que termine de hablar, pues Sue le interrumpe con un “lo sé” y lo abraza, como sabíamos que haría (al fin y al cabo, es la mejor persona viva).
A veces es necesario que series como The Middle, cuya acción transcurre en un entorno menos abierto de mente que la misma Faking It (por poner un ejemplo radicalmente opuesto), muestren cómo, independientemente de logros como el #LoveWins, salir del armario sigue siendo complicado para muchos adolescentes. Que sea una serie blanquísima y para toda la familia que se emite a las ocho de la tarde y ven más de 7 millones de personas cada semana en EE.UU., hace que detalles como este tengan aún más mérito.
Y, al mismo tiempo, The Middle tiene varios arcos dramáticos más desarrollándose en paralelo: la adaptación de Sue a la universidad, que está resultando ser más dura de lo que ella pensaba; la crisis de mediana edad de Mike, con su nueva moto y sus camisas hawaianas; o la relación abierta de Axl con Debbie, de la que éste puede salir bastante tocado. Todo ello sin renunciar a su siempre efectivo sentido del humor.
¡Qué poco se habla de esta serie! Pero bueno, para eso estamos nosotros.
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