Los flashbacks han vuelto a Homeland para explicarnos los turbios orígenes del doble juego de Allison, trasladándonos a un Bagdad perdido en medio del caos de la posguerra —aprovechando también para hacer un breve recordatorio de Brody en forma de fotografía—. De esta forma conocemos mejor a un personaje tan imperturbable al mismo tiempo que vemos a una Carrie novata en su primer destino importante. Atrapado entre ellas aparece el abogado Ahmed Nazari, un contacto estratégico dentro del gobierno iraquí y que vimos la semana pasada viviendo apaciblemente en Holanda.
Mientras
que en la actualidad la agente doble sigue intentando mantener su coartada en
la CIA desviando la atención hacia Saul, en el pasado se nos presenta
la razón de una doble traición: por un lado a su país, aceptando colaborar con
los rusos para evitar la cárcel por su relación con Ahmed; por otro, a la
amistad con Carrie, a la que le une una extraña admiración. De nuevo, los
diálogos con Ivan han sido lo mejor del episodio, aunque no deja de ser un poco
decepcionante que al final la gran motivación de Allison haya sido el dinero.
La
compleja relación con Mathison se respira en todo el capítulo, pidiendo al
principio que su contacto ruso acabe con todo “de una vez” para pasar a perdonarle
la vida en el momento clave. Y nos sorprende además con un “vigila tu espalda”
muy sincero, ¿le habrán podido los remordimientos? Sea como sea, Miranda Otto
sigue haciendo un trabajo increíble, robándole las escenas a los demás
protagonistas de la serie. Discusiones y conexiones clandestinas a Skype son
observadas en silencio por Otto Düring, que en cada plano parece estar
esperando su momento para atacar. Está siendo el testigo de excepción de una
conspiración en las más altas esferas y puede que se decida a publicarlo todo
cuando tenga el material suficiente.
Aunque
saben alargar los misterios en las tramas, en este capítulo tampoco hay que
olvidar que los guionistas han vuelto a caer en el juego fácil del deus ex
machina: si hace unos capítulos fue la ayuda providencial a Quinn, ahora el
topo que ha jugado con la CIA durante una década es delatado... ¡por un
salvapantallas! ¿Quién decide ponerse una foto de sí mismo tomándose unos
mojitos? En fin, Homeland y sus locuras de guión para encajar las piezas
son ya un clásico.
Quinn
tiene un don para meterse en problemas
Peter
Quinn tiene muchas cualidades pero parece que la mejor de ellas es la de ser un
imán para los problemas: después de acabar en el piso franco de unos
extremistas, acaba descubriendo que el objetivo no es Siria sino Berlín. Y en
este punto volvemos a la confusión: ¿para qué llevarte a un extranjero de viaje
por media Europa si sabes que no puedes confiar en él? Puede que lo utilicen de
chivo expiatorio para el atentado, pero lo único que tenemos claro es que su
salvación está en uno de los miembros del grupo yihadista, nada convencido de
lo que sus compañeros están haciendo.
Mientras, Saul ha vuelto a un puesto secundario con un par de escenas en las que comprueba que no sólo debe huir de la CIA sino también del Mossad. Una pena que no hayan exprimido más su relación con Carrie esta temporada, aunque parece que por fin se reunirán la próxima semana para hacer un trato con los servicios secretos alemanes. ¿Cómo reaccionará cuando Mathison le diga quién es el topo?
Mientras, Saul ha vuelto a un puesto secundario con un par de escenas en las que comprueba que no sólo debe huir de la CIA sino también del Mossad. Una pena que no hayan exprimido más su relación con Carrie esta temporada, aunque parece que por fin se reunirán la próxima semana para hacer un trato con los servicios secretos alemanes. ¿Cómo reaccionará cuando Mathison le diga quién es el topo?
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