Ya le tenemos aquí. Llega antes
de lo previsto y con toda seguridad cuando menos se le necesitaba. A Martin Henderson le esperábamos para el
séptimo episodio, pero parece ser que el teórico nuevo McDreamy merecía
compartir entrada con Penny Blake a través de las puertas del Seattle Grace.
Nathan Riggs es el nombre del siguiente
terror de las nenas de mediana edad.
El nuevo Dr. Macizo no podía aparecer de otra forma que ayudando a que un
inocente niño de Oriente Medio recupere sus manos. A Shonda únicamente le ha
faltado colgarle del cuello una cesta de gatitos para que sea aún más
irresistible. En su presentación sólo ha fallado tener en cuenta un detalle: incluirle una personalidad.
El único atractivo no físico de
este personaje es una aparente rencilla
del pasado con Owen Hunt, ese cadáver narrativo que pulula por el hospital
a la espera del siguiente cliffhanger que le mande a Suiza con Cristina Yang.
Por no ser del todo negativos, podemos darles las gracias a los guionistas por no
mandarle a por Meredith de entrada cual cazador dominguero recién abierta la
veda del conejo. Ya me entendéis.
Amelia y Arizona se quedan en un segundo plano, probablemente
reservando su munición para episodios venideros. La conjura de las brujas será
capitular. Sobredosis las justas. Cabe destacar el papel de Webber en el
proceso de aceptación de Meredith y cómo juega la carta de la nostalgia y del
paralelismo para hacer entrar en razón a la dueña del cortijo.
Os dejamos con la promo del
próximo episodio, cebando ese misterio
que trae el supuesto fichaje del año y que esperemos no nos prive de ver
cómo la diva de los patines lleva tener la competencia en casa, si April
secuestra a Jackson definitivamente, otra entrega de las desventuras vaginales
de Maggie Pierce y si Amelia arranca cabezas para practicar neuro en fresco.
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