Con motivo del final de temporada
de Scream Queens, esa magnífica
criaturita bastarda de la televisión tróspida, hoy vamos a tirar de serieteca para rajar lo más sagrado de la más
brillante cabeza —pun intended— detrás de las petardas chillonas. Ryan Murphy,
prepárate.
Corría mayo de 2009 cuando tras
una pre-final de American Idol se
estrenaba Glee, una serie revelación
en su día que se vendía como lo más original y rompedor que había parido madre,
con canciones porque sí en mitad de las escenas y un porvenir vía calle de la
amargura aún sin igualar. Lo que no nos
dijeron es que era una serie que llevaba ya 10 años emitida. E igual hasta la has visto.
29 de septiembre de 1999. The WB
(cadena madre de lo que hoy es la CW) estrenaba Popular, un folletín de
adolescentes en clave de humor cargado de denuncia social que quería luchar
contra la sociedad estamental del instituto llevando los estereotipos al
extremo y retorciéndolos un poquito para que “lo que importe sea el interior”. Las
similitudes —o flagrantes clonaciones— en las tramas es algo que parte desde el
detonante de Popular: dos familias se
unen por padres divorciados/viudos cuando los niños no pueden ser más polos
opuestos y que Murphy recuperaría entre la primera y la segunda temporada de Glee con eso que llamaba Furt.
La capitana de las animadoras, una rubia pluscuamperfecta, tenía mucho más cerebro y corazón que lo que el malaje inicial permitía ver. Su novio el quarterback quería compaginar el fútbol con el musical de la escuela. La protagonista marginada quería desafiar la cadena trófica del instituto por amor y por justicia cósmica. La otra animadora es una zorra malísima por culpa de sus traumas de la infancia, sorprendentemente problemas con mamá y no sexuales. El mejor amigo del quarterback tenía muy pocas luces y acabó de florero. La chica con sobrepeso quería ser animadora también o sencillamente salir de su eterno puesto de secundona, pero no pudo ser. Y hasta tenían una profesora andrógina que abusaba del alumnado más que nadie. ¿Os suena?
Los 43 episodios de los que se
compone Popular son un borrador de lo que en su día sería Glee, con un tono idéntico y una producción
de VHS muchísimo más humilde, pero coincidiendo hasta en los iconos: Gwyneth
Paltrow como referente de todas y cada de las niñas populares, posesiones
demoníacas by Barbra Streisand e incluso la recreación del videoclip de Vogue
de Madonna que se reharía en un episodio de Glee
solamente cambiando los actores. Que si hacen un copia y pega, hasta lo
compramos.
Alguien se molestó tan poco en maquillar este hecho que ni a los nombres les dieron un par de vueltas, véase Brooke McQueen contra Quinn Fabray, su actualización 2.0 con tendencia a la fuga para convertirse en musa del cine indie. Dianna Agron, un besi. En el cruce entre Mary Cherry y Rachel Berry aún está pendiente de confirmar el ADN.
Popular es la serie perfecta para
los nostálgicos del musical peor avenido del mundo que sufran morriña estas fiestas o para los que
echen de menos el incompleto retrato de los institutos americanos con
actuaciones muy limitaditas, chorradas para días tontos y guiones que chirrían más que las edades de los intérpretes de ambas series en roles pubescentes.
También recomendada para guionistas
comprometidos con el reciclaje y el medio ambiente.
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