El
clásico de Tolstói ha sido adaptado en multitud de ocasiones (podemos encontrar
al menos tres versiones cinematográficas y unas cinco para la pequeña pantalla), demostrando el desafío que supone para directores y guionistas el enfrentarse a
una novela “inadaptable”. La BBC ha vuelto a acudir a esta obra compleja —llena
de múltiples personajes que aportan sus diferentes problemas de fondo a la
trama—, arriesgándose con un enfoque más moderno. Pero, ¿era realmente
necesario?
Los
que hemos visto otras adaptaciones (la de Audrey Hepburn es una obra maestra
difícil de repetir) aún recordamos la protagonizada por Clémence Poésy en 2007
como un acercamiento bastante acertado para los medios y la perspectiva del siglo
XXI. Sin embargo el responsable de esta nueva versión, Andrew Davis, ha
incidido en su intento de hacer una versión más “sexy”, incluyendo pasajes inexistentes en la novela (por lo menos no de forma explícita). Entre ellos se ha colado
un incesto entre dos personajes que ya eran lo suficientemente malvados como
para añadirles un detalle así. Pero más allá de estos detalles no se aportan novedades a la hora de enfocar los personajes y los diálogos.
Medios espectaculares y el peso de actores consagrados
Dejando a un lado estos añadidos más o menos mercantilistas, podríamos decir que esta es
una de las versiones menos “rusa” de la novela. Si nos dijeran que en vez de
Moscú estamos en la campiña inglesa no nos extrañaríamos: no han logrado captar
el espíritu de la sociedad rusa del momento. La Natasha de Lily James no se
diferencia mucho de su papel de Rose en Downton Abbey mientras que otros protagonistas parece
que están en una fiesta del siglo XXI en vez de en el salón de una decimonónica
noble rusa.
Sin
embargo, el nivel mejora mucho cuando entran en escena los actores más
veteranos: Stephen Rea surge como un elegante conspirador, Jim Broadbent (¿este
hombre no descansa nunca?) como padre que no sabe expresar sus sentimientos o
Brian Cox como el inteligente general Kutuzov. Sus apariciones son casi siempre
breves pero memorables.
En
lo que no se puede competir es, como suele pasar con la mayoría de las
producciones británicas, en los escenarios (rodaron en localizaciones reales
como el propio San Petersburgo o el Palacio de Catalina, residencia de verano
de los zares), la labor de los responsables de vestuario o iluminación. También
hay que destacar el cuidado de las escenas bélicas, que te meten de lleno en la
acción.
Esta
adaptación (que tendrá un total de seis episodios), no llegará a ser de las
mejores aunque aún quedan muchos capítulos por delante que pueden
sorprendernos. Eso sí, estaría bien que buscaran nuevos clásicos para las
adaptaciones: Jane Austen, las Brönte y Tolstói se merecen un descanso.
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