La nueva temporada de series nos ha traído de vuelta a la serie española con más seguidores: El Ministerio del Tiempo. Volvió el 15 de febrero y no defraudó. Misma chispa en los guiones, escenas sorpresa que nos enamoran a los fans y alguna que otra novedad. Después del gran éxito de sus primeros capítulos, consiguió la renovación con la tarea de superarse a sí misma para seguir enganchando a sus legiones de fieles.
Los empleados del Ministerio más especial del Gobierno volvieron al trabajo a excepción de Julián e Irene, que han sido retirados por sus aventuras no autorizadas. Para él, tener la posibilidad de volver a ver a su mujer, una y otra vez, es demasiado tentadora como para seguir las normas. Ella, por su parte, después del caso del antiguo empleado del Ministerio y sus escarceos intertemporales, debe de pagar por su rebeldía. Sin embargo, Alonso de Entrerríos y Amelia Folch no quedarán solos. Un nuevo fichaje temporal les ayuda a salvar la historia de España: Ambrosio de Espínola, interpretado por esa gran voz: Ramon Langa para después pasar el testigo al guaperas hortera de Pacino.
La llegada de Pacino para suplir la ausencia Julián me ha entusiasmado muy poco. En un cartel de tanta calidad, las limitaciones de un actor como Hugo Silva resultan más que evidentes. Menos mal que son 6 capítulos en los que Rodolfo Sancho estará fuera del Ministerio. Los que somos de la generación de Al salir de clase podemos decir que Hugo ha mejorado poco desde entonces. A priori, su elección se podría suponer como parte de la estrategia de captación de público joven de chicas loquitas por ver a Hugo (¿se quitará la camiseta?) Sin embargo, después de ver el programa Detrás del Ministerio, su creador explicó que el personaje fue creado especialmente para este actor. No sé qué le verán los creadores que el público no lo ve. Un Ambrosio de Espínola hubiera sido una sustitución más acertada.
Después de demostrar que en España se puede hacer ficción fantástica manteniendo la cabeza bien alta, El Ministerio del Tiempo tenía que superar la muerte de Pablo Olivares a causa del ELA. Javier y Pablo crearon la serie hace muchos años pero esperaron a que el público español estuviese preparado para una ficción así. El ingenio de Pablo está muy presente en los guiones. De hecho, continuó escribiendo hasta el final a pesar del deterioro que sufrió por su enfermedad. En las series, como en otros muchos productos creativos, la pérdida de uno de los creadores o showrunners puede suponer un antes y un después. Por eso, superar su ausencia ha debido de suponer un reto para el resto del equipo creativo.
Siguen las mezclas de personajes históricos que, de no ser por el El Ministerio del Tiempo, no tendrían sentido alguno. El capítulo de vuelta nos regaló la breve pero brillante escena real de Menéndez Pidal con Charlton Heston. Ese arte de los guionistas de mostrar momentos históricos dentro de una trama fantástica es parte de la magia ministérica. También lo es contar con un elenco de primer nivel, con sus contadas excepciones, y un casting soberbio que hace consistente una historia en la que versos de Lope de Vega se cruzan con letras de Leño.
A pesar de que El Ministerio del Tiempo ha sido una serie irregular, desde sus inicios han sabido jugar muy bien sus cartas y, cuando la intensidad cae, sacan de la chistera guiños constantes a sus espectadores. Se nota que es un serie hecha por guionistas que beben de los cómics de todos los tiempos, series de culto y las pelis de décadas pasadas. Disfrutan haciendo homenajes como el del segundo capítulo a un clásico como Regreso al Futuro donde hay paradojas temporales con sello español. Hay quienes, como yo, también vimos referencias a Fringe donde también se jugaba con las líneas temporales.
La vuelta del Ministerio no ha defraudado y, de acuerdo al resumen del próximo capítulo, traerán de vuelta a personajes de la primera temporada que encandilaron al público. Han superado con nota la ausencia de Pablo Olivares y, hasta el momento, parece que su equipo captó bien la esencia y han sido capaces de seguir la misma senda del éxito. ¡Larga vida al Ministerio del Tiempo!
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