Yo no soy mucho de alegrarme por las penas ajenas, pero
cuando ves que alguien está sufriendo, no puedes hacer otra cosa que alegrarte
cuando acaba su dolor, aun cuando es a las malas. Y en las series pasa lo
mismo: cuando un producto televisivo no da más de sí, lo mejor es que acabe. La
televisión no debe ser inmortal, sino funcional y perecedera: mientras dé a)
audiencia, b) prestigio a la cadena, c) sobreviva por sus propios medios, una
serie debería mantenerse en antena.
Podemos darnos con un canto en los dientes en lo que
respecta a The Good Wife. La serie de Robert y Michelle King nos ha dado
cinco temporadas magníficas, una sexta entrega muy inestable y una séptima a todas
luces decepcionante… y aun así se ha mantenido como una prioridad ante todas
las demás series que componen nuestra parrilla personal. Como dice Isabel Vázquez:
"El peor capítulo de The Good Wife son los mejores 45 minutos de mi semana seriefila. Sí, todavía, siete años después". - @kubelick— Guacanagarix Complex (@Deephardy) febrero 7, 2016
Nos guste o no, The Good Wife tenía que terminar, aunque
solo fuera por una cuestión numérica: las audiencias hace siglos que no daban
la talla; los premios hace un par de años empezaron a olvidarse de ella; y la
teoría de los títulos de los episodios (de la que siempre he sido muy fan:
primera temporada, una palabra; segunda, dos; tercera, tres; cuarta, cuatro;
quinta, tres; sexta, dos; y séptima y para terminar, uno otra vez) siempre ha
impactado con fuerza. Eso sin contar con que los King ya tienen otros planes
(BrainDead, que inicialmente se estrenará este verano en CBS), o que la serie
anda perdida en un limbo narrativo repleto de contradicciones y tramas metidas
con calzador, todo ello sin pasar por alto la misteriosa desaparición de
actores y de cómo, por ejemplo, Christine Baranski lleva dos años hundida en la
mierda en la serie, quien sabe si porque ha optado por la comodidad y no ha
replicado a nada, como sí hizo Archie Panjabi en su día (esto es pura rumorología, pero y qué). A pesar de todo, y
como se ha dicho siempre, The Good Wife iba a terminar cuando los King así lo
decidieran. Y así ha sido. Y olé.
En ese sentido, es evidente que a esta séptima temporada de
la serie no solo le falta garra, sino también alma. ¿Se debe a que los King
están ya con la cabeza metida en otros asuntos o porque, como vimos en la sexta
temporada, la trayectoria de Alicia como profesional (que no como persona)
tiene un tope? El viaje de Alicia ha estado repleto de emociones, de
sufrimiento, de alegrías. Desde el punto de vista del personaje, la evolución
de nuestra protagonista ha sido elegante, concisa, magnífica. La historia de la
Florrick ha sido y es uno de los retratos más fascinantes de una heroína (y
antiheroína al mismo tiempo) que hemos visto en televisión, a todos los niveles
y con respecto a todas las facetas de su vida. Esto, junto con su magnífico
reparto de actores, su espléndido guion, y su elegante formato ha calado y muy
hondo en su (reducido y ruidoso) público. Como para no.
Pero el final estaba escrito, o al menos eso esperábamos. Se
ha demostrado que Alicia, como cualquier otro ser humano, no puede afrontarlo
ni conseguirlo todo. Esta última temporada nos está mostrando, en ocasiones en
base a numerosos tropezones (e incluso conscientemente) que como cualquier
otra, la vida de nuestra protagonista es como una pescadilla que se muerde la
cola, que en ocasiones hace falta dar un paso atrás para poder dos hacia
delante. O eso parece. Si bien lo que hemos visto en los últimos episodios (el
resurgir del drama de Will, o la posibilidad de regresar al bufete que parió a
nuestra abogada) pueda resultar repetitivo, también es (y ahora que
sabemos que termina) concluyente. The Good Wife le quedan nueve episodios para
demostrar por qué en su día fue uno de los mejores dramas de la televisión, y
este regreso al punto de partida puede ofrecerle la mejor oportunidad para
lograrlo. Puede que de esta forma parezca que Alicia no ha avanzado nada, pero
si echamos la vista atrás sabremos que su viaje, y vaya viaje, ha sido toda una
aventura.
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