No se puede no escribir sobre
series del momento, y la CBS no hace nada más que triunfar con Mom en su
parrilla. La media que tiene por cada episodio rodea los siete u ocho millones
de espectadores en territorio yanqui, y la innovación que ha traído la historia
de Christy y Bonnie es más que palpable. Con la muerte de Alvin, la mayoría de
la audiencia no cabía en sí: una muerte inesperada que destrozaba al espectador
pero que, cinco minutos después, la tenía riéndose de manera desternillante por
el rápido cambio de aires. La factoría Lorre lo ha vuelto a hacer, y no está de
más analizar la esencia que la serie ha ido ganando con el paso de los
capítulos.
Muy pocas series dedican
episodios enteros a la evolución de sus protagonistas. Cierto es que este arco
evolutivo cuenta con una importancia notable dentro del desarrollo de la trama,
pero lo que hace Mom es plantear la historia de la serie a partir de la
situación personal e interior de cada personaje, y así se ha visto con la
muerte de Jodi en el ecuador de su tercera temporada. El capítulo posterior a
la partida del personaje de Emily Osment se centró totalmente en Christy,
Bonnie, Jill y Wendy procesando la muerte de su amiga, mientras viajaban a
Canadá para pasar de manera ilegal sirope de arce por la frontera. Desde los
primeros minutos del capítulo, la audiencia estaba contextualizada y era
consciente de cómo iban llevando los personajes la situación que les había
tocado vivir. La sombra del alcohol y las drogas como método para olvidarse de
los problemas estaba presente, pero las protagonistas fueron más listas e
ingeniaron otra manera de despejar sus mentes: el contrabando de un elemento
tan sencillo como el sirope. Un road trip, karaoke y una emisora erótica
fueron las claves para demostrar que lo único que se necesita en esta vida es
rodearse de gente que logre despejar tu mente en los momentos más difíciles.
Pero, ¿por qué una nueva muerte
en la familia? La serie ya lo había demostrado todo con el proceso de luto de
Bonnie y la decepción de Christy al perder al que podría ser el padre que
necesitaba. El conflicto de relación entre los dos personajes principales
predominó en la primera temporada, mientras que en la siguiente se repetía la
mala relación entre Bonnie y Alvin, pero lideraba la pérdida del interés amoroso
de Allison Janney. En la tercera, cada personaje parece llevar sus asuntos de
la mejor manera posible, pero la serie nos recuerda que, a pesar de la esperanza
y la buena fe, los problemas siguen llegando, sobre todo con un horrible pasado
detrás de cada uno. En una entrevista a The Hollywood Reporter, Chuck
Lorre explicó la necesidad de esta partida: "Fue importante para todo el equipo
de redacción, yo mismo incluido, que el espectador no se olvidase de que lo que trata la serie es un tema de vida o muerte. A pesar de que es una comedia y de
que en un principio buscamos las carcajadas, el show habla sobre la
recuperación del alcoholismo y la adicción a las drogas, y hacerlo sin añadir
la dura realidad sería engañar a la audiencia".
Por lo tanto, la serie está intentando
ser lo más fiel a la realidad acercándose a la mortalidad propia de los
personajes en recuperación. A pesar de que hayan tocado problemas provocados
por la adicción (mala relación con la familia, embarazos no deseados,
adopciones, caídas y problemas con las apuestas…), la serie se mantiene firme a
la idea de ser lo más cercana posible a la vida de aquellas personas que se
están recuperando de verdad, junto a un toque de humor para simbolizar la
esperanza que cada uno ha mantenido consigo mismo. La dureza de la serie está
en el hecho de que tratan con gracia y delicadeza temas tan devastadores como
son la drogadicción y el alcoholismo. Está más que claro que hay un buen número de series
sobre familias que viven en zonas marginadas de la ciudad, con problemas
internos y una constante presencia de malas influencias sobre cada uno de ellos sin importar la edad o
el sexo, pero ninguna de ellas trata de manera casi perfecta los géneros del
drama y la comedia. Con las desgracias siempre vendrán las sonrisas y, ¿qué
mejor que una sitcom para poder ser consciente de los graves problemas de la
sociedad actual? Al fin y al cabo, lo que importa siempre serán las risas.
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