Que, a nivel creativo, NBC no pasa por su mejor momento (a pesar de ser la cadena en abierto más vista en Estados Unidos) es algo que hemos comentado ya varias veces. El año pasado se acabaron Parks and Recreation, Hannibal y Parenthood, sus tres últimas series con cierto prestigio crítico, y su parrilla consiste ahora en spin-offs de Chicago Fire y thrillers genéricos (The Blacklist, Blindspot, Shades of Blue). Pero en esta midseason, el estreno de Superstore nos ha dado razones para creer que no todo está perdido.
Poco confiaban los encargados de la cadena en esta modesta sitcom, que nos muestra el día a día de los trabajadores de unos grandes almacenes americanos: de los trece episodios que encargaron en midseason, sólo producieron once. Pero Superstore ha marcado unas audiencias muy sólidas durante esta primera entrega y ya está renovada por una segunda temporada. Y, lo que es más importante, es una muy buena comedia.
La forma más rápida de definirla es "The Office en unos grandes almacenes". No sólo porque su creador, Justin Splitzer, venga de trabajar allí, sino porque también explota la rutina diaria y el hastío para hacer comedia. En este sentido, no podemos decir que invente la pólvora, pero una comedia no necesita ser original para ser divertida, y Superstore juega muy bien con un reparto coral que funciona de maravilla y suele dar en el clavo.
Algo queda del humor incómodo que caracterizaba a la serie de Michael Scott, pero el tono de esta nueva comedia va más en la línea entrañable y absurda de Parks and Recreation. Si Jim y Pam eran, en cierto modo, el alma de The Office; aquí los dos protagonistas son Amy, la jefa de personal de Cloud 9, interpretada por America Ferrera (Ugly Betty, The Good Wife), y Jonah, el nuevo empleado de la gran superficie al que da vida Ben Feldman (Mad Men, A to Z).
Que planten la tensión amorosa entre estos dos de forma tan obvia, y desde el primer episodio, es uno de los pocos puntos en contra de Superstore. Al margen de esta decisión, los guionistas no han necesitado demasiados episodios para encontrar el tono adecuado y acertar con los chistes. Es una comedia pura y su principal aspiración es hacer reír, pero no han tenido miedo a ir contando cosas de sus personajes, que como en toda sitcom que se precie acaban trascendiendo el mero arquetipo.
Que planten la tensión amorosa entre estos dos de forma tan obvia, y desde el primer episodio, es uno de los pocos puntos en contra de Superstore. Al margen de esta decisión, los guionistas no han necesitado demasiados episodios para encontrar el tono adecuado y acertar con los chistes. Es una comedia pura y su principal aspiración es hacer reír, pero no han tenido miedo a ir contando cosas de sus personajes, que como en toda sitcom que se precie acaban trascendiendo el mero arquetipo.
La diversidad racial del reparto es loable (America Ferrera asegura que es el primer personaje que ha interpretado en su carrera que no fuese latino ya desde el guión), algo que han aprovechado para burlarse de los estereotipos y el racismo. También se han atrevido a denunciar la condescendencia con la que los medios de comunicación reflejan la discapacidad. Eso sí, deberían haber escogido a un actor discapacitado para interpretar a Garrett, el personaje que protagoniza esta trama y que va en silla de ruedas.
En un año en el que, de la cosecha cómica de las networks, como mucho, podemos salvar The Grinder, Superstore se ha revelado como una agradable sorpresa, sobre todo por las pocas expectactivas que despertaba en un principio. Aún no es imprescindible, pero tras un par de años de estrenos fallidos, este producto podría ser el eje sobre el que NBC vuelva a erigir un gran bloque de comedias, como aquellos que hicieron de sus jueves un must durante años.
En un año en el que, de la cosecha cómica de las networks, como mucho, podemos salvar The Grinder, Superstore se ha revelado como una agradable sorpresa, sobre todo por las pocas expectactivas que despertaba en un principio. Aún no es imprescindible, pero tras un par de años de estrenos fallidos, este producto podría ser el eje sobre el que NBC vuelva a erigir un gran bloque de comedias, como aquellos que hicieron de sus jueves un must durante años.
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