Cuando nos enteramos de que Fox iba estrenar una serie como Lucifer fue imposible no reírse. Después de Sherlock Holmes en Elementary, Ichabod Crane en Sleepy Hollow, un ángel de la guarda en Saving Grace y hasta de un monstruo de Frankenstein moderno en Second Chance, ¿quién faltaba por ponerse a colaborar con la policía en la televisión norteamericana? El diablo, está claro. God Cop, aquella serie con la que Jack Donaghy intentaba cargarse la NBC en 30 Rock, está cada vez más cerca en la vida real.
Más tarde, se estrenó el piloto y Lucifer era exactamente lo que se podía esperar de ella: Tom Ellis estaba gracioso interpretando a un Satán de “vacaciones”, el resto del reparto cumplía y la selección musical estaba realmente bien. Más allá de eso, los casos que él y la detective Decker (Lauren German) debían investigar eran flojillos y, además, no daba la sensación de Lucifer nos fuera a aportar nada nuevo a nivel narrativo o visual, como sí hace por ejemplo Limitless.
Pero, al contrario que mucha gente, sigo dándole oportunidades al procedimental porque es un género que me gusta y dentro del que se pueden contar cosas muy interesantes. Por eso decidí darle algo de margen a esta apuesta de Fox, que pese a ser genérica resultaba entretenida desde el primer momento. Tras haber cerrado su primera temporada, no puedo estar más contento de haberlo hecho.
Vaya por delante, eso sí, que los crímenes no han mejorado demasiado aunque ha habido alguno resultón en la recta final. Lucifer no es CSI sino Bones o The Mentalist, es decir, que el verdadero motivo para seguir con ella son sus protagonistas. Por suerte, tanto el propio Lucifer como la detective Decker tienen su gancho. Los guionistas no han dudado en ningún momento en apostar por la tensión romántica y ha funcionado bastante bien: ella es el punto débil del protagonista de forma bastante literal, pues cuando la tiene cerca pierde su propia mortalidad.
Todavía estamos, eso sí, pendientes de explicación: ¿Es Lucifer más débil a su lado solo porque lo vuelve más humano? ¿Es un ángel o algún otro ser sobrenatural? Son respuestas que los guionistas se reservan para la segunda temporada, que ya está confirmadísima por la cadena (emitirse tras el reboot de X-Files ha ayudado a que sus audiencias sean muy correctas para Fox).
Los secundarios, en general, también han enriquecido la mezcla: las sesiones de Lucifer con su psicóloga tenían bastante gracia al principio, pero son un recurso que se ha ido agotando de cara al final. Por su lado, Maze ha sido un gran personaje que se ha dedicado a robar escenas a la espera de saltar a un primer plano. Si los últimos capítulos son indicación de algo, la veremos bastante más en los nuevos episodios.
Más allá de eso, los conflictos del propio protagonista han resultado tener mucho más poso de lo que podía esperarse. Que su padre sea Dios sirve para darle una vuelta de tuerca bastante estimulante a los clásicos problemillas paterno-filiales, pero al mismo tiempo la serie ha ido explorando otras capas de Lucifer, un ser condenado al desprecio unánime por el rol que le ha tocado jugar (un rol que él no ha elegido).
Aunque el cliffhanger con el que se despide no nos va a dejar sin uñas –básicamente, que la madre de Lucifer ha regresado del infierno−, Lucifer ha conseguido que tengamos ganas de que vuelva a base de ir mejorando a paso firme. Se ha ido dando cierta tridimensionalidad a los secundarios, el humor funciona de maravilla (los juegos de palabras con hell han ido dando a paso a one liners más ingeniosos) y Ellis cada vez está más seguro en su personaje, aunque a veces se le vaya un poco la mano poniendo caras de loco.
Si en su segundo año los casos mejoran y se ponen a la altura del resto, Lucifer acabará siendo un entretenimiento muy digno y uno de los procedimentales más estimables del momento. Es consciente de lo que es y se le da genial serlo. ¿Habéis seguido vosotros con ella? ¿Os ha gustado tanto como a mí o es que cada vez tengo menos criterio?
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