The Mindy Project, la rom-com televisiva de la actriz Mindy Kaling, ha retomado esta semana su cuarta temporada en Hulu. La brecha entre la protagonista y su pareja, el doctor Danny Castellano, sigue haciéndose mayor, después de que la intención de la doctora de no abandonar su carrera profesional para cuidar de su bebé levantara ampollas en su relación.
Danny, tradicional y católico, prefería ver a su chica cuidando del pequeño Leo en casa que contemplarla alcanzando grandes logros profesionales en el campo de la obstetricia. A Mindy no se le puede achacar que no probara la vida como mamá liberada del trabajo, lo hizo, pero le sirvió para darse cuenta de que no quería abandonar el proyecto de formar su propia clínica de fertilidad y concienciar a las jóvenes sobre los beneficios de congelar sus óvulos. Y lo pagó caro.
Danny, tradicional y católico, prefería ver a su chica cuidando del pequeño Leo en casa que contemplarla alcanzando grandes logros profesionales en el campo de la obstetricia. A Mindy no se le puede achacar que no probara la vida como mamá liberada del trabajo, lo hizo, pero le sirvió para darse cuenta de que no quería abandonar el proyecto de formar su propia clínica de fertilidad y concienciar a las jóvenes sobre los beneficios de congelar sus óvulos. Y lo pagó caro.
La convencional idea de familia que tenía Danny se resquebrajó con la decisión de Mindy y con ella su amor se resintió. Cancelaron boda y pusieron muros de por medio. Así que en estos nuevos episodios de la cuarta temporada veremos a la joven doctora tratando de salir adelante como madre separada y joven profesional, volviendo a la soltería y sin perder un ápice de humor y glamour.
Y es que son muchas las mujeres que, o bien tienen que sacrificar familia o carrera llegado a un punto de su vida, o por el contrario se ven abocadas a sufrir los problemas y obstáculos que conlleva el no querer renunciar a ninguna. En el caso de Mindy, fue su propia pareja quien la represalió por confesar que no sólo le llenaba ser madre, sino también alcanzar metas profesionales con las que siempre había soñado. Pero en otras ocasiones, estas mujeres cuentan con el apoyo de su pareja o de su entorno más cercano y son terceros, desde los empresarios a la propia sociedad, los que se afanan por ponerles trabas.
Hay otra serie de actualidad que está poniendo este sexismo hacia las madres trabajadoras en primera plana, American Crime Story. La fiscal Marcia Clark, basada en la responsable de la acusación contra O. J. Simpson, también tuvo que sufrir lo suyo allá en los noventa durante la celebración del infame juicio. Desde el principio una mujer en un mundo de hombres, debido a la atención mediática del proceso tuvo que aguantar que medio país criticara su atuendo, sus maneras, su peinado, sus gestos… hasta el punto de verse forzada a emprender algunos cambios por el bien del juicio.
La serie de Ryan Murphy nos muestra a una fiscal implacable y competente, dura y segura de sí misma, separada y con dos hijos, entregada a su carrera y que desde el momento en que tiene que liderar la persecución judical a O. J. Simpson empieza a sufrir el escrutinio y los embates de la defensa (el Dream Team), los medios, la opinión pública, sus ex-maridos y su propio jefe. Una auténtica pesadilla.
Hacia mitad de temporada, el capítulo Marcia, Marcia, Marcia nos muestra los niveles de virulencia que alcanzaron los ataques a la fiscal, golpes que al final consiguieron debilitarla y hacerle tambalear. Por un lado, en plena batalla legal por la custodia de sus hijos, su ex-marido hace declaraciones públicas en su contra que la tildan de madre irresponsable y ausente, otro ex-esposo vende una antigua foto suya desnuda a los tabloides, el jurado la valora negativamente, los ciudadanos la critican y los medios reflexionan sobre su mal gusto en moda. Incluso un cajero de supermercado se atreve a soltarle un chascarrillo grosero y machista cuando al procesar su compra se encuentra con una caja de tampones. El colmo.
También su jefe, que por un lado la compadece por sufrir tantas críticas injustas, le llega a sugerir que no le vendría mal un cambio de look. Pese a lo deplorable y machista del comentario, Marcia se va a la peluquería y el inusitado optimismo y confianza que le da su nuevo aspecto al llegar al juzgado al día siguiente se resquebraja con el impertinente e irónico comentario del juez. Sí, del juez, ese supuesto tótem de la objetividad y la ecuanimidad.
Es indignante pensar que una mujer, una ciudadana media, ni siquiera un personaje público, tuviera que verse sometida a tal tormento y vilipendio, y que todo ello influyera en una causa judicial en curso, pero lamentablemente así fue. Todo lo que Marcia sufre parece muy representativo de una época en la que las mujeres todavía eran víctimas de constantes agravios, exclusiones, críticas e inapropiados piropos por parte de colegas, jefes, amigos o parejas. Incluso hasta unos pocos años antes la violación en el marco conyugal no era siquiera considerada delito, tal como nos recuerda uno de los abogados de O. J. en otro episodio.
Pese a los notables avances en la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, es descorazonador saber que hoy, más de veinte años después, el escrutinio de Marcia volvería a repetirse en condiciones similares, ya que en ese aspecto tampoco hemos avanzado mucho. Aún hoy se juzga duramente a las mujeres por su apariencia y se las castiga por intentar conciliar una vida familiar con una carrera laboral.
Pese a los notables avances en la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, es descorazonador saber que hoy, más de veinte años después, el escrutinio de Marcia volvería a repetirse en condiciones similares, ya que en ese aspecto tampoco hemos avanzado mucho. Aún hoy se juzga duramente a las mujeres por su apariencia y se las castiga por intentar conciliar una vida familiar con una carrera laboral.
COMENTARIOS