A través de este capítulo reflexivo y lleno de referencias a la fe, el amor y la ciencia (un capítulo verdaderamente inusual en la trayectoria de la serie) han resuelto de manera bastante efectiva la desintegración de Barry que nos dejó con las dudas en el episodio anterior.
Como ya he comentado en otras ocasiones, los poderes de Cisco son muy útiles para tapar parches en la trama de la serie y esta vez ha sido para dar con Barry en una especie de limbo de energía entre mundos donde el metahumano más querido de Central City lo ha pasado realmente mal.
Ese submundo intangible en el que ha permanecido atrapado Barry ha sido una aventura onírica y religiosa a partes iguales. Como un sueño en el que finalmente ha podido dar respuesta a esas dudas que acarrea desde la season finale de la primera temporada.
A través de las figuras de sus seres más queridos (Joe, Iris, Henry y Norah), Barry se ha enfrentado a sus miedos y dudas con respecto a sus poderes y/o a la falta de ellos. La muerte de su madre siempre ha sido el momento que ha marcado el resto de su vida y que por miedo a alterarla no cambio cuando tuvo ocasión.
Bajo la apariencia de esos seres queridos la Speed Force se hace más accesible para Barry y, como si de un dios se tratase, le hace ver que Barry Allen era la persona indicada para ser The Flash, para salvar a sus vecinos y al mundo entero.
Esa Speed Force divina ha hecho que Barry tenga esperanza y fe en sus habilidades y le ha mostrado que toda y cada una de sus decisiones han hecho que ahora sea como es.
En ese extraño viaje se ha encontrado con la figura de su madre Norah que, pese a no ser ella realmente, le ha dado esperanza y ha reforzado la decisión que tomó de no salvarla. Quizás no era lo más justo para él, que se merecía crecer al lado de su madre, pero con ella viva no habría llegado a estar donde está y no habría salvado a tanta gente.
El mejor momento de ese encuentro ha sido cuando Barry recita de memoria ese libro infantil llamado “The Runaway Dinosaur”, una suerte de metáfora de lo que es su vida, de la velocidad y de la pérdida de su madre.
Finalmente, como era de esperar, Barry vuelve a Tierra-1 con su velocidad y una nueva visión del mundo, de su vida y de la relación con los suyos. Podemos definir este viaje como una excusa para decir adiós al Barry preocupado (más cercano a los problemas de Oliver Queen que a los del propio Allen de la primera temporada) y poner punto y aparte en la forma de ver las cosas por parte de Barry, que ha regresado con las pilas cargadas para vencer a Zoom y su ejercito de metahumanos.
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