Concluía hace un par de semanas la segunda temporada de quizás la que sea una de las series que más desapercibidas está pasando por las networks. Sin mucho ruido en sus inicios, a lo largo de estos 44 episodios Gotham se ha ido viniendo arriba, proponiéndonos un drama de personajes mucho más allá del planteamiento inicial de procedimental policiaco estirando la marca DC y esta maravillosa afición por los superhéroes que a nadie en absoluto ha cansado todavía.
Cianuro aparte, os vamos a dar cinco razones por las cuales no tenemos que juzgar
a Gotham por el mismo rasero que la
industria Berlanti o la CW en general:
1. La coralidad
Por mucho que vendan el protagonismo de Ben McKenzie como eje central de la
serie, el heroico y sedante detective se
queda en completo deslucimiento cuando entran en acción el plantel de “secundarios”
que expanden el universo Gotham y
desde luego son los que salvan la serie: desde una joven y atrevida Catwoman en
ciernes a un Pingüino cuyo arco a lo largo de estas temporadas nos hace
replantearnos la calidad del guión e incluso pedir ciertas nominaciones.
2. Los villanos como protagonistas y no sólo antagonistas
En cuanto la serie empieza a coger carrerilla y puede olvidarse de la
simplicidad necesaria para la venta a las cadenas, Gotham demuestra qué clase de formato es: un drama sobre las luchas de poder entre las sombras de una ciudad
corrupta. Cuando los malos superan en número a los buenos y se mantienen en
escena en vez de ser un desfile semanal de criminales con o sin superpoderes,
la condición de personaje de pleno derecho conforma a los villanos como un
reparto sólido y dinámico que va más allá de un puñado de obstáculos que el
policía debe salvar.
3. Los casos de las dos o las tres semanas
Como ya hemos dicho y pese a que así fuera en principio, los monsters
of the week de los cómics son planteados con una continuidad mínima a corto
plazo. Traducción: el procedimentalismo queda reducido al mínimo
estrictamente necesario del género policial y el espectador puede quedarse
tranquilo con que no está viendo un NCIS
ni de repente le han caído 60 años encima. Esto no es CBS, gracias al señor, y
los desajustes psiquiátricos de la mayoría de villanos da para más que un
arresto en el minuto 40.
4. La fotografía y el noir
Guiones a un lado, probablemente lo que más llame la atención de Gotham a primera vista es su dirección
artística. Hay un caché y un cuidado
especial por crear una estética no sólo fantástica, sino un espectáculo
plástico que acompañe y supla las innegables lagunillas de las tramas. A fin de
cuentas, es una adaptación más y algo de aliño tiene que tener. Un giro de
tuerca formal al tipo de series que estamos acostumbrados a consumir.
5. La mitología y la atemporalidad
Cerramos con la fuente de inagotabilidad de Gotham: una cantera de personajes que da igual donde los metas,
nadie tiene claro cuándo están pasando las cosas. Gotham goza de un encanto atemporal por el cual, como mucho,
estimamos que estamos a finales de los 90, con la informática en pañales y la
ciencia más ficción que elaborada. Esta liberación
de la lógica del siglo XXI y la capacidad de recurrir a la base de criaturas de
los cómics nos garantiza que, a unas malas, si no te gusta la trama
presente, ya adaptarán una que probablemente te convenza más.
*
¿Te apetece un poco más ahora conocer a Bruce Wayne prepubescente y toda la
bendita calaña que le rodea?
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