La cuarta temporada de The Americans ha confirmado, aún más, que estamos ante una serie especial, una de esas que merece ser recordada para siempre, una de esas que serán minoritarias de principio a fin pero una joya que cualquier seriéfilo apreciará tarde o temprano. FX ha confirmado que tendremos dos temporadas para desarrollar el tercer y último acto, que promete ser apoteósico. Terminados estos trece episodios, toca hacer balance.
The Americans trató el tema de la deserción desde el primer episodio, cuando Philip, ya institucionalizado en la sociedad del bienestar capitalista, le propone a Elizabeth entregarse al FBI a cambio de ser testigos protegidos. Ella, siempre más comprometida que él, se niega rotundamente. Años después, la dicotomía entre volver a la Unión Soviética y la traición se va a convertir en el leit motiv de la recta final de la serie. Defender a tu país es mejor y más fácil si se hace al estilo americano, por lo que renunciar a todas las comodidades de la vida que se han trabajado durante todos estos años son palabras mayores. Philip y Elizabeth han sacrificado su vida por una causa, pero no piensan ni sacrificar a sus hijos ni sacarlos de su hábitat natural para vivir en un país que no conocen y que no ofrece posibilidades.
Las víctimas han sido un hilo conductor en todas las temporadas de The Americans, ya sean personajes episódicos que mueren, como la anciana Betty en Do Mail Robots Dream of Electric Sheep? (3x09), otros a los que se les destruye su vida, como Young Hee o la pobre Martha, que acabó mucho mejor de lo que podríamos haber esperado, y otras víctimas no tan inocentes como Nina. Durante esta temporada hemos comprobado cómo la muerte no es la única forma de victimizar a alguien en la Guerra Fría. Los llamados daños colaterales tienen mucho peso en la historia por la sencilla razón de que sus ejecutores son también víctimas, bien del sistema, de sus superiores o de la propia ideología. Conocer el lado familiar y cotidiano de personajes como Philip y Elizabeth es clave para que sepamos que los verdaderos verdugos son los de arriba.
La cuarta temporada ha tenido dos partes bien diferenciadas. La primera se centró en cerrar las tramas que quedaron abiertas al final de la tercera, siendo la de Paige y su chivatazo al Pastor Tim la más importante de todas y que fue ejecutada de manera brillante, véase el 4x10, Munchkins, cuando el religioso desaparece en África y su mujer acusa directamente a los Jennings. También el cierre de Nina fue perfecto, con una ejecución que acabará en todas las listas de grandes momentos de 2016. Martha también salió rumbo a Moscú tras ser descubierta por sus compañeros.
La segunda parte ha estado centrada en sentar las bases del tercer acto de la serie. Por un lado, Stan está muy cerca de descubrir quiénes son realmente sus vecinos después de los delirios de William en su lecho de muerte, por otro, está la oferta de Gabriel de dejarlos volver a Rusia y acabar su servicio para siempre y, por último, la irrupción en la escena de Mischa, el hijo soldado de Philip que va a viajar a Estados Unidos para conocerle. Tres elementos que ponen más si cabe a los Jennings contra la espada y la pared, tres catalizadores para provocar ese final apoteósico que llevamos tanto tiempo imaginando.
Las víctimas han sido un hilo conductor en todas las temporadas de The Americans, ya sean personajes episódicos que mueren, como la anciana Betty en Do Mail Robots Dream of Electric Sheep? (3x09), otros a los que se les destruye su vida, como Young Hee o la pobre Martha, que acabó mucho mejor de lo que podríamos haber esperado, y otras víctimas no tan inocentes como Nina. Durante esta temporada hemos comprobado cómo la muerte no es la única forma de victimizar a alguien en la Guerra Fría. Los llamados daños colaterales tienen mucho peso en la historia por la sencilla razón de que sus ejecutores son también víctimas, bien del sistema, de sus superiores o de la propia ideología. Conocer el lado familiar y cotidiano de personajes como Philip y Elizabeth es clave para que sepamos que los verdaderos verdugos son los de arriba.
La cuarta temporada ha tenido dos partes bien diferenciadas. La primera se centró en cerrar las tramas que quedaron abiertas al final de la tercera, siendo la de Paige y su chivatazo al Pastor Tim la más importante de todas y que fue ejecutada de manera brillante, véase el 4x10, Munchkins, cuando el religioso desaparece en África y su mujer acusa directamente a los Jennings. También el cierre de Nina fue perfecto, con una ejecución que acabará en todas las listas de grandes momentos de 2016. Martha también salió rumbo a Moscú tras ser descubierta por sus compañeros.
La segunda parte ha estado centrada en sentar las bases del tercer acto de la serie. Por un lado, Stan está muy cerca de descubrir quiénes son realmente sus vecinos después de los delirios de William en su lecho de muerte, por otro, está la oferta de Gabriel de dejarlos volver a Rusia y acabar su servicio para siempre y, por último, la irrupción en la escena de Mischa, el hijo soldado de Philip que va a viajar a Estados Unidos para conocerle. Tres elementos que ponen más si cabe a los Jennings contra la espada y la pared, tres catalizadores para provocar ese final apoteósico que llevamos tanto tiempo imaginando.
The Americans ha demostrado que, aunque suele huir de los artificios (sobre todo de guion), ha ido mejorando mucho en lenguaje audiovisual. Su estética, sus movimientos de cámara, sus elipsis o la planificación son un personaje más y consiguen provocar más emoción que muchos de esos artificios. La serie de FX utiliza el montaje, los travellings o la música siempre cuando es preciso y magistralmente, como buena obra de autor que es. El octavo episodio (The Magic of David Copperfield V: The Statue of The Liberty Disappears) es un ejemplo de episodio redondo, donde cada recurso cuenta, incluidas las referencias a programas de televisión que, a pesar de que hay en cada uno de ellos, en este se convierte en central.
Muchos pueden decir que la cuarta entrega ha ido de más a menos, o que el season finale ha sido anticlimático y pueden tener algo de razón, pero The Americans es así, no busca el clásico efectismo que otras buscan al final de la temporada y apuesta por sentar unas bases sólidas que mantengan al espectador bien fidelizado. Eso sí, si no conectas con la historia o los personajes, puede hacerse un poco cuesta arriba. Creo que la serie de FX ha firmado su mejor temporada hasta la fecha y además estoy seguro de que las dos últimas serán incluso mejores.
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