De todo menos difíciles. La segunda temporada de Difficult People se estrenó la semana pasada en Hulu con ración
doble y con aún menos tapujos que cuando conocimos a Billy y Julie. Para el que
no les tenga localizados: críticos de
programas de televisión que malviven con cuatro perras y eso les genera mucha
amargura que pagan con el resto del universo.
Sin spoilers por los que temer, estos dos episodios de regreso nos han
planteado una fórmula muy sencilla y muy
básica, y no por ello mala. Billy y Julie parecen encontrar una forma de
ganar notoriedad y encontrar un trabajo de escritores/cómicos a la altura de sus
expectativas y sus viperinas lenguas, todo descarrila rápido y acaban haciendo
el ridículo y maldiciendo lo más sagrado en lo que vuelven al punto de partida.
Esta estructura casi de sitcom noventera
es sólo el esqueleto. Las situaciones y la causalidad no serán las más
brillantes ni las más originales, pero ellos
dos y su mezquindad es todo lo que la serie necesita para producir 23 minutos
funcionales y con auténtica gracia. Siempre y cuando no busques humor
blanco, familiar, 90% referencial y 200% ofensivo para algún tercero.
La desdicha laboral se mezcla con la incapacidad de Billy para no intoxicar a
cualquier hombre que parece interesarse por él y con la deficiencia familiar de
Julie, su muy sumisa pareja y una madre que explica todo origen del mal. Y lo
más bonito de todo: ambos componen un
dúo tan destructivo como entrañable. Nadie les soporta, sólo ellos mismos y
entre toda la ponzoña que desprenden se deja entrever un vínculo tridimensional
que complementa el desbarre por el desbarre de sus diálogos.
Desde el nazismo a Tina Fey —allí presente cual cameo estelar, dicho
sea de paso—, cualquier tema les vale
para hacer mofa y escarnio. No hay un particular objetivo con los cuchillazos
envenenados que lanzan a discreción, pero siguen consiguiendo que no suenen
fuera de lugar. Hemos llegado al punto de aceptar y adorar que estos dos están
en nuestras televisiones para vomitar matarratas y hacer que suba el pan.
Si te ves capacitado para disfrutar de la irreverencia en todo su
esplendor, aquí tenemos una de las mejores comedias que se nos presenta para
las temporadas estivales. Y encima patrocinada por la
tita Amy Poehler, quien también mete mano en Broad City y eso en sí mismo debería ser ya toda la garantía que
necesitas para lanzarte a esta soberbia piscina de chapapote.
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