El noveno episodio de esta segunda temporada de Fear The Walking Dead nos ha traído de vuelta a Madison, Alicia, Strand y Ofelia, que dejamos huyendo en una camioneta después del incendio de la hacienda de Celia. También hemos seguido con la historia de Nick y la colonia en la que vive. Ambas líneas argumentales nos han ofrecido dosis de acción y de profundización en los personajes, con mayor o menor acierto, hay que decir.
Desde que AMC decidió que quería su trozo del pastel y anunció esta companion series de The Walking Dead hubo división de opiniones sobre si Fear sería la versión más comercial y cañera de la franquicia o si por el contrario se iba a dedicar a ser la hermana pequeña pero más profunda. Dos temporadas y media después da la impresión de que ambas están en el mismo punto. La original ha perdido gran parte del trabajo que hizo con sus personajes en la segunda mitad de la cuarta temporada y ha empezado a dar bandazos a base de engaños al espectador y abusos de cliffhangers. Fear The Walking Dead, sin embargo, se queda a medio camino entre el drama de personajes, porque no consigue contarnos una historia potente más allá de Nick, y la serie de acción, también muy alejada de los grandes momentos que nos ha regalado la otra. Por supuesto, el universo zombie es tan infinito como el cerebro de Robert Kirkman y siempre queda algún detalle que nos recuerda por qué la seguimos viendo.
La segunda temporada está explorando con mucho acierto la idiosincrasia mexicana, primero con las creencias de Celia, que debería haber durado un poco más para contarnos la fascinación de este pueblo con la muerte, y ahora la religión como refugio ante lo que Alejandro llama una limpieza del mundo. El encaje de ambas historias con el personaje de Nick son lo mejor de la temporada hasta el momento. Decíamos la semana pasada que como adicto, él buscaba cualquier cosa a la que aferrarse y parece que tras ver el mordisco curado y la devoción de los feligreses hacia el farmacéutico, ha encontrado a alguien nuevo a quien seguir.
Por otro lado, me ha parecido que la inclusión de los narcos mexicanos en la ecuación zombie está muy bien traída. Hemos visto multitud de grupos de tipos duros pero la especial violencia que emplean esta gente puede conseguir crear algo diferente a lo que hemos visto hasta ahora. Hacer la compra en un supermercado a cambio de unas pastillas ha sido una idea muy fresca a estas alturas aunque sepamos que no va a durar. Dicho esto hay que mencionar la ridícula situación que se genera cuando Nick roba el paquete que después daría a la niña, muy forzado en mi opinión porque lleva a una situación en el que al personaje (y al guionista) sólo lo salva un deux ex machina, lo cual demuestra que algo no se está haciendo bien. Y no ha sido el único momento.
De La Colina viajamos hasta el hotel, un refugio que a los personajes les parece una gran idea, aunque era obvio que no. Madison, que sigue esperanzada en encontrar a Travis, y Strand, que acaba de perder a Thomas, deciden que es un buen momento para emborrarcharse mientras las dos personas más débiles registran las habitaciones. Una mera excusa para dejar a los dos solos y provocar un instante para ahondar en ambos personajes, que andan un poco perdidos tras la reanudación pero que siempre prometieron.
Alicia y Ofelia tienen otro momento introspectivo cuando encuentran a una persona que prefirió suicidarse antes que morir a manos de los caminantes. Mientras la primera es partidaria de luchar hasta el final, Ofelia está convencida de que tarde o temprano tanta lucha no servirá para nada pues todos morirán. Su desaparición mientras Alicia se ducha provoca el momento más espectacular del episodio, cuando los zombies empiezan a caer por los balcones acudiendo al jaleo que Madison y Strand están montando en el bar, con piano incluido. Una torpe argucia de los guionistas porque ahora tienen a los dos acorralados y sólo otro deux ex machina los puede salvar. Y los salvará, de esto no tengan duda.
Detalle tras detalle, Fear The Walking Dead se va haciendo una serie más pequeña, menos creíble y perdiendo uno de los sellos de la serie original, que nos creamos que todo lo que está pasando es verdad. Es cierto que el espectador ya ha perdido la inocencia inicial y no tiene sentido empezar la serie desde donde empezó la otra, pero creo que no es mucho pedir que guarden cierta coherencia en la historia y que los personajes vuelvan a ser el eje fundamental. Eso para ser un buen drama, si lo que quieren es entretener sin más, pueden hacer un procedimental como el NBC tenía pensado para The Walking Dead.
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