Una de las series más adictivas de este verano, American Gothic, tiene mayores alicientes que los clásicos propios del suspense, el drama familiar y las conspiraciones. Se trata de sus guiños, ya desde el título original, a algunos de los más importantes exponentes de la pintura contemporánea norteamericana.
Aunque el nombre no nos suene tanto, American Gothic es título del célebre e icónico cuadro que pintara Grant Wood en 1930 con una pareja de granjeros como protagonistas, un dúo que provoca perturbación y curiosidad a quien lo observa. ¿Qué estaría pensando la mujer del retrato que mira de soslayo a su marido? También en este show de la CBS queda claro desde el primer minuto que la matriarca tiene mucho que ocultar.
Aunque el nombre no nos suene tanto, American Gothic es título del célebre e icónico cuadro que pintara Grant Wood en 1930 con una pareja de granjeros como protagonistas, un dúo que provoca perturbación y curiosidad a quien lo observa. ¿Qué estaría pensando la mujer del retrato que mira de soslayo a su marido? También en este show de la CBS queda claro desde el primer minuto que la matriarca tiene mucho que ocultar.
American Gothic, la serie, presenta a un acaudalado clan de Boston que de la noche a la mañana ha de lidiar con una posible vinculación con un asesino en serie, el ‘asesino de las campanillas de plata’, con varias víctimas bajo tierra desde finales de los 90.
Desde el piloto, todos los miembros de la familia son sumetidos al escrutinio de la policía, la ciudadanía y al nuestro propio en busca de la verdad. Aunque en un inicio todo parece apuntar a que el padre de familia fue el famoso asesino, pronto este rol culpable irá pasando de unos a otros, en medio de una maraña de mentiras, secretos, traiciones y engaños que salpicará a todos los personajes por igual.
Virginia Madsen es la actriz que brillantemente interpreta a la gélida madre, una mujer de pasado oscuro que parece dispuesta a hacer cualquier cosa para mantener el secreto de la verdadera autoría de los crímenes oculto. El hijo mayor, que hace su aparición tras más de una década en paradero desconocido, está encarnado por el protagonista de Banshee, Antony Starr, y el menor, por Justin Chatwin, visto recientemente en Orphan Black y Shameless. También interviene como secundaria Catalina Sandino Moreno, quien este año ya apareció en la segunda temporada de The Affair.
No vamos a analizar los giros y sorpresas de la trama o su valor narrativo, sino su claro homenaje a la pintura contemporánea estadounidense, de los siglos XIX y XX. Y es que esta serie no sólo toma el nombre de un famoso cuadro para su título, sino también para todos y cada uno de los trece episodios de su primera temporada. Y la cosa no se queda ahí, ya que cada capítulo guarda una escena en la que cada pintura concreta se recrea con el máximo detalle y perfección. Guiños para los amantes del arte, que disfrutarán con las puestas en escena de obras tan famosas como Nighthawks, de Edward Hopper o Christina´s World, de Andrew Wyeth, piezas que atesoran los principales museos de Chicago y Nueva York respectivamente.
Quizás estos dos sean los más conocidos en Europa, aunque el show también se referirá a Jack in the pulpit de Georgia O´Keeffe o el Retrato de la madre del artista de James McNeill Whistler. Este último es la obra reproducida al final del piloto, con una Virginia Madsen fría y calculadora, vestida de negro y sentada junto a la cama de su esposo en el hospital. Con calma, teje una prenda de lana, perfecto preámbulo de la red de mentiras y secretos de la que será artífice durante toda la temporada. Su personaje, que en muchos momentos recordará a un capo de la mafia, es la mujer que maneja, no los hilos, sino las agujas de esta oscura realidad.
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