Deberíamos dar gracias solo por el hecho de que BrainDead haya existido. Si los creadores de la serie no fueran el matrimonio King, responsables de The Good Wife, CBS ni se habría planteado dar luz verde a esta marcianada, que durante trece episodios se ha dedicado a mezclar thriller de ciencia ficción y sátira política hasta dar con las dosis perfectas en su recta final. La segunda mitad de la temporada de BrainDead ha sido una gozada, y su más que probable cancelación ("penosos" es la palabra que mejor define sus índices de audiencia) duele porque ¡qué bien nos lo ha hecho pasar!
Con los padres de Alicia Florrick tras las cámaras y una protagonista de la talla de Mary Elizabeth Winstead, que lleva años ofreciendo grandes interpretaciones en películas independientes como Smashed, Alex of Venice o 10 Cloverfield Lane, nada podía salir mal. Y así ha sido, aunque le costase dos o tres episodios despegar del todo.
No es que al principio BrainDead fuese aburrida, es imposible con semejante punto de partida: unos insectos llegan del espacio exterior a la tierra y comienzan a devorar el cerebro de los políticos de Washington para controlar lo que hacen y dicen. Cada episodio tenía momentos desternillantes, algo que se ha mantenido, pero el discurso político al que aspiraban Robert y Michelle King no empezó a tener el empaque que ellos buscaban hasta pasados varios capítulos. Y no solo ha ido mejorando cada semana, sino que la serie tiene un final cerrado y, por tanto, os recomendamos que le echéis un ojo en cuanto tengáis tiempo (os puede apañar las Navidades, por ejemplo). A partir de aquí, eso sí, hay spoilers.
El máximo exponente del mensaje de BrainDead es la canción de despedida de la serie, interpretada por Jonathan Coulton (el mismo que ha firmado los tronchantes previouslys musicales, cada uno más delirante que el anterior). No solo nos cuenta en qué punto se quedan los protagonistas una vez vencida la amenaza extraterrestre, sino que vemos cómo los congresistas con, literalmente, medio cerebro salen elegidos una y otra vez por los ciudadanos.
Pero, aunque no haya mucha esperanza para Estados Unidos, al menos sí que hay un final feliz para Laurel y Gareth, y nos alegramos. Aparte de que Mary Elizabeth Winstead y Aaron Tveit tenían una gran química, los showrunners han sabido jugar muy bien con su tensión sexual no resuelta y sus diferencias políticas (mención aparte merece el cameo de Michael Moore), así que tanto tira y afloja entre ellos no se ha hecho pesado. Lo suyo puede ser para toda la vida o durar dos semanas, pero ahí está el encanto.
Casi tantos shippers como los protagonistas tenían Gustav y Rochelle (Johnny Ray Gill y Nikki M. James), que nos han dado los mejores momentos cómicos de la temporada en su búsqueda de la verdad. Empatados, claro, con Tony Shalhoub, que se lo ha pasado en grande dando vida a ese malvado desquiciado que es el senador republicano Red Wheatus. Ninguna sitcom nos ha hecho reír tanto esta temporada como el momento en que Gustav, Rochelle y Laurel intentan cargarse a la reina del enjambre alienígena a la antigua usanza: a golpe de revista.
Entre estos momentos absurdos, otros más inquietantes (esa nana con la melodía de You Might Think de The Cars) y las mejores escenas de sexo de la televisión, bien entre hormigas extraterrestres o entre humanos con chocolate y salami de por medio, BrainDead se ha asegurado de quedarse en nuestra memoria durante mucho tiempo.
Ya se ha confirmado que los King ejercerán de showrunners del spin off de The Good Wife, lo que a efectos prácticos confirma también la cancelación de BrainDead. Pero si la canción del verano suele ser casi todos los años un one hit wonder, no deberíamos sorprendernos de que la serie del verano 2016 también lo haya sido. Larga vida a BrainDead.
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