Llamadme clásica, pero ver parte de la historia de Cenicienta que no habíamos visto aún en pantalla me ha parecido maravilloso (y parece que el resto de espectadores también, porque sea han registrado las mejores audiencias de la serie en el último año). Como ya es habitual, toda la trama de Emma y sus temblores, su temor por vivir su vida sabiendo que morirá y sus penas con Archie me la traen al pairo, así como la aún no ideada venganza de David al desconocido asesino de su padre, pero la vuelta a los inicios de la serie con las historias me parece un acierto para resucitar una serie bastante muerta con una fórmula que se sabe que funciona.
Con unos estúpidos cambios de nombres en las hermanastras*, la protagonista hoy es Clorinda, la que sería Anastasia en la Cenicienta de toda la vida. Conocemos más a fondo a Lady Tremaine y sus esfuerzos por menospreciar a su hijastra y hacer que sus hijas pesquen a la realeza y la saquen de pobre. Con los datos que ya tenemos de los inicios de la serie, ahondamos en la clásica historia de Cenicienta, su relación con su madrastra y hermanastras, y vemos los momentos anteriores y posteriores a la transformación del vestido con Rumple-madrina. Cuando el lacayo del príncipe trae la invitación al baile, Clorinda no hace más que menospreciarle por su humilde origen. Tras el conocimiento de dicho baile, presenciamos la escena del destrozo del vestido de la madre de Cenicienta —esta vez sin ratones y pájaros costureros— y el baile en cuestión donde conoció al Príncipe (y a Blancanieves, que está en todas). Es justo aquí donde las artes de Tremaine, que aquí sí reconoce a su hijastra, junto con un inoportuno mensaje del lacayo del Príncipe para Clorinda entregado de mano del mismo hijo del monarca hacen huir a la joven protagonista del cuento. Cenicienta aquí huye despechada y no porque den las doce, y no es necesario el otro zapato de cristal para saber que es ella, porque la gente sabe reconocer una cara cuando la ve.
La historia de la Tierra de las Historias No Contadas de hoy consiste en cómo Clorinda y su madre acabaron allí, y es que la no-tan-malvada hermanastra de Cenicienta, enamorada del lacayo del Príncipe, pretendía huir a su lado, pero su madre no iba a permitirlo. Temerosa de perder su oportunidad con su amado, Cenicienta revela los planes de Clorinda, impidiendo así su feliz huída, haciendo que Lady Tremaine arrastre a su hija consigo a tal mundo, cuya llave consiguen de mano de la difunta madre de Cenicienta. En Storybrooke, Ashleycienta lee que su hermanastra es una de las personas venidas de la Tierra de las Historias No Contadas y va en su busca escopeta en mano. Aunque piensan que va a por ella, realmente va a ayudarla, ya que Tremaine viene con ella. Tras una trampa inicial por parte de madre e hija, la presencia en Storybrooke del lacayo y la oportuna aparición de Emma, Garfio y Henry acaba pronto con la tensa situación y Tremaine acaba pinchando basura y no personas, y Clorinda feliz tras la reunión con su amado.
¿Cliffhanger? ¡Claro que sí! Y de mano de, no podía ser de otra manera, la Reina Malvada, que sin problema ninguno libera a Hyde, lo que nos deja una maravillosa pareja campar a sus anchas, y a nosotros con ganas de verles maquinar (Jekyll y Frankenstein se han montado un laboratorio de ciencias también para intentar acabar con la gorgeous Queen, por comentarlo todo, pero ¿qué interés tiene? No la queremos ver desaparecer...). Por cierto... ¿qué pasó con la otra hermanastra de Cenicienta cuando su madre y hermana desaparecieron sin dejar rastro? Poooobre Drizella-Tisbe (de verdad, NO a los cambios de nombre*).
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*Los cambios de nombre de las hermanastras se deben a la ópera de Rossini La Cenerentola, pero mi amor por el cásico Disney es mayor que cualquier homenaje que la serie quisiera hacer, de ahí mis comentarios a los cambios estúpidos de nombre: Anastasia y Drizella siempre serán mejor que Clorinda y Tisbe.
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