Nueve semanas después, que ya podían haber sido nueve semanas y media por hacer el chiste, detona el Alexgate cuando tiene que hacerlo: en el minuto final del último episodio del año. Comenzaba con una canción familiar, quizás no tanto como un Chasing Cars —me han dado el soplo de que Snow Patrol ya no cede los derechos, que hasta quince veces aguantaban, dieciséis ya no—, pero lo suficiente para que nos predispusiésemos a una tragedia, que es lo que pedía la fecha. Para más inri, la canción es la que sonaba al principio del 1x02*, mientras Meredith colgaba un cartel en busca de compañeros de piso. Ligeramente profético para mal, ¿no?
*No echéis cuentas de cuándo fue esto ni cuántos años teníais. No lo hagáis.
Derrumbamientos de viviendas, ajustes de cuentas y otras tensiones a un lado, vamos a lo que nos importa aquí. Estamos libres de spoilers y de información sobre los planes vacaciones de Justin Chambers. Bueno, es mentira. Realmente sí tenemos información contractual, pero aquí todos callados como frutas.
La aparición de un acuerdo con la fiscalía (plea deal para los Keating Five y los del moco colgando) que ahorraba el tan anticipado juicio a cambio de dos miserables años de cárcel lo altera todo. Vamos, lo que es un descansito de la bata blanca y, para la temporada 15, Alejandrito al pie del cañón otra vez. Su myperson bien no se lo toma y retrasa una operación hasta dos minutos para evitarlo, luego continúa el discurso vía manos libres. ¡Dos minutazos!
La que se lleva la parte cómoda del asalto es la tierna Josephine, o como se llame ahora. Esperemos que Harriet no. Otras nueve semanas después, la Bonita confiesa a quien debía confesar todo sobre su doble vida y los peligros que conllevaría que su identidad como Batman fuese revelada en acta judicial. A ver, cariño mío, si ya tenemos a la hermana de Hunt, a Addison, a Callie si se aburre, a cualquier otro interno descarriado y al fantasma de Derek en lista de espera para volver, ¿cómo va a aparecer tu exmarido? No da tiempo. Tú no te asustes, tenemos plancha para largo.
A la Bonita, pese a lo puñetera, le vamos a perdonar poner a Alex contra la espada y la pared —cuando todos sabemos que lo que se va a clavar ahí no es precisamente nada a/de Alex, ¿verdad, DeLuca?— única y exclusivamente por desempolvar el botón de stop del ascensor y montar ahí una escena. ¡Por fin alguien hace las revelaciones hiperclimáticas y con reenfoques como Dios manda! Focus pull, hermana, focus pull.
La siguiente en discordia es la amiga Eliza Minnick Mouse. La conocimos hace dos semanas y nos dejaron un muy sedado descanso entre medias para que recuperásemos fuerzas. Porque por culo da un rato. Y nos encanta. A nosotros, sodomitas del drama como ningunos, no nos queda más remedio que aplaudir ese fichazo con escopeta que le lanza a Arizona, ahí, a puerta gayola, con patada al armario incluida y paciente con crisis respiratoria mediante. ¿Nos gusta o nos gusta?
A quien no le gusta, y tendremos su opinión y sus sentimientos muy en consideración, es a Richard Webber. El señor, al que no le quedan ya más batallitas que contar sobre escarceos con Ellis Grey, tiene las horas contadas. Excepto porque el fruto bastardo a la par que cuquísimo (un beso, Jon) de dichos escarceos le organiza una revolución de los cirujanos para defender su puesto.
Sólo voy a decir una cosa: como canten la del barco de Chanquete, este blog arde.
Y la última, la que no se presenta en todo el episodio y sólo se digna para escribir una carta a su marido mandándole a la mierda que han puesto un circo. Amelia Shepherd sube al olimpo de las sodomitas dramáticas con este cliffhanger de barateo. ¿Realmente merece la pena el chirrido que ha hecho por dar un golpe de efecto que ya estaba totalmente cubierto por el Alexgate? Absolutamente no. ¿Que te sobra Hunt? Por supuestísimo. ¿Que había prisas? Ni una.
Cerramos el episodio con un voiceover particular. En segunda persona y compartido con la susodicha novia a la fuga y la hijísima bastarda del año. La epístola telefónica no sólo descoloca por su falta de filosofía quirúrgica y otros desparrames de conciencia, sino que llega con el mismo You Wouldn't Like Me de Tegan & Sara del inicio, esta vez en acústico versionado por Sleeping At Last, el músico residente que Shonda Rhimes tiene encadenado en su sótano de West Hollywood y a quien le encarga las bandas sonoras cuando quiere hacer algo especial.
Nos despedimos hasta ver a Alex a un lado de las rejas u otro el 19 de enero, 20 traducido a viernes, y el 21 tú y yo aquí despotricando. Porque vamos a despotricar, mucho y peor.
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