Donald Trump, la
versión en carne y hueso del tío Gilito, se ha alzado con la victoria gracias a
los votos de una gran parte de la sociedad estadounidense. Aunque la comunidad
afroamericana y la latina estaban with
her, el peso de la tradición blanca
más puritana, xenófoba, homófoba y machista ha conseguido aupar a un candidato
que hasta ahora se presentaba como una caricatura de un candidato.
Pero hay otra comunidad que no ha sido
interrogada aún, la que habita nuestras series favoritas. Aquellos
personajes hechos de haces de luz que viven en nuestros portátiles o pantallas
de tv ¿Apoyaron también a Trump? Y en ese caso ¿A quién debemos culpar? He aquí
los principales sospechosos:
La familia Rayburn (Bloodline)
“We’re not bad
people, but we did a bad thing” Si el eslogan de la primera temporada
pronunciado por John Rayburn sirve de pista, nuestras sospechas no están lejos
de la realidad. Esta familia blanca de
clase alta, dueños de un hotel en mitad de una playa paradisiaca y de un muelle
deportivo, no pueden ser más corruptos, mentirosos, traicioneros y moralmente
ambiguos. No resulta difícil imaginarlos luciendo pins de Hillary mientras financian
en secreto (práctica en la que son especialistas) al rubio magnate.
Al igual que el
ahora presidente, los Rayburn viven en una burbuja en la que los inmigrantes (y
por añadidura toda persona no blanca) son asalariados con los que no tienen
apenas contacto real, mafiosos o traficantes de drogas. En el fondo, a pesar de
su legado y posición social, la familia de Rayburn no es más que white trash que ha sabido hacerse
millonaria. ¿A quién nos recuerda eso?
Rust Cohle (True Detective)
Suponiendo que
el día de las elecciones no haya sufrido una sobredosis o esté perdido en
Carcosa, Rust siempre optaría por la peor elección posible. A la espera de que
el Yellow King organice una organización política, nadie como Trump podría llenar sus ansias de escapar de ese círculo
vicioso que es el sinsentido de la existencia humana.
“Creo que la
conciencia humana fue un paso en falso en la evolución” Nos decía en aquella ya
mítica conversación de carretera. ¿Hay alguien más alejado del concepto de
conciencia que Trump para quien el cambio climático es tan solo un mito de
izquierdas? Gracias a él ese paso en falso en el terreno evolutivo se
solucionaría. Daríamos ocho pasos atrás.
La totalidad de Annville (Preacher)
Situado en
Texas, sur de Estados Unidos, el pueblo al que va a parar la entidad
extraterrestre que posee a Jesse Custer no es precisamente Los Angeles.
Dominados por un sádico magnate de la carne y con pocos entretenimientos más
allá del bar o la iglesia, sus habitantes no pueden ser más excéntricos: desde
un vampiro irlandés hasta una pareja de ángeles cobardes, pasando por un
adolescente que sobrevivió a su intento de suicidio y una joven en coma.
Si hay algo que
motive a estos pueblerinos es la promesa de que algo grande va a pasar que por
fin cambie sus monótonas vidas. Al igual que la prometida llegada de cierto
personaje al final de la temporada colapsa las peluquerías y las expectativas, ese Make
America Great Again agotaría en Texas todo el merchandising con la cara de
Trump. Afortunadamente Annville ya no es lo que era.
Robert Ford (Westworld)
Anthony Hopkins
en la nueva superproducción de HBO interpreta a un multimillonario que diseña un
microuniverso que controla de modo casi mágico. Ante un gesto de su mano, casi
ante un pensamiento, el mundo se detiene, los sentimientos se anulan y lo
oculto emerge. En este lugar sin secretos el control es total y la privacidad
inexistente.
Convertir el
mundo en un carísimo e hipercontrolado patio de recreo es un interés compartido
con el presidente de EEUU, para quien las relaciones internacionales parecen
guiarse más por rabietas que por estrategias o análisis. Si a esto le sumamos
la posibilidad de hacer olvidar a conveniencia todos los traumas para seguir
explotando a sus ciudadanos tenemos la coincidencia perfecta: Trump ha ganado
otro voto.
The Butcher (American Horror Story: Roanoke)
Trump necesita a
The Butcher en su vida, y The Butcher necesita a Trump en la suya. Un muro fronterizo
sin una psicópata que defienda a muerte su territorio destripando a sus
víctimas no es lo mismo, al igual que un arrebato de violencia no es igual sin
una mano todopoderosa que arrastre a las eventuales víctimas hacia su fatal
destino.
Si Trump parece
perder el control cerca de la fecha electoral, The Butcher pierde la cordura
con la luna roja, un fenómeno celeste que le permite desatar toda su ira contra
los inmigrantes (a sus ojos inmigrantes son toda persona que no sea ella, su
ejército de asesinados o sus amigos los hillbillies). Un tándem surgido en el
horror más absoluto que bien podría protagonizar la siguiente temporada de American Horror Story. ¿O de The Apprentice?
Sin duda quedan
series, personajes e incluso familias enteras atrás, pero esta pequeña muestra
sirve para hacernos ver que no todos son tan progres como parecen. No todo en
este mundo catódico son Lena Dunham o Amy Schumer, hay también quienes se
inclinan hacia el lado opuesto de la balanza ayudando a hacer de Estados Unidos
un país aún terrorífico.
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