Cuando este agosto se anunció que Lifetime había encargado un biopic sobre Britney Spears, yo, ingenua de mí, di palmas con las orejas. No me esperaba una maravilla de la televisión —es Lifetime, si esperas eso del canal te engañas a ti mismo muy mucho— pero lo que tampoco esperaba es querer tirarme de los pelos a cada escena tras chillar a la tele al verlo, que mis vecinos pensarán que estoy demente. Como fan de Britney desde sus inicios, me dispongo a narrar el por qué jamás de los jamases debéis acercaros a esta aberración, y más os vale hacerme caso, que hay mucho que ver como para perder el tiempo la hora y media que dura.
La tv-movie consiste en una retrospectiva de la vida de Britney Spears desde su llegada a la fama, contada en modo de flashbacks como si en la actualidad nos encontráramos en 2008, en el proceso de grabación de su documental Britney: For The Record. Como idea no está mal, ya que este es el documental oficial más sincero de la artista, pero desde el minuto cero hay algo que chirría... ¿por qué ningún actor guarda el más mínimo parecido con las personas que interpretan? ¿por qué se empeñan en marcar tantísimo y de forma tan ridícula el acento sureño de la familia Spears? "Tú dí mucho y'all y cool y nadie notará que no eres la verdadera Britney Spears, ya verás" fueron las instrucciones precisas para la preparación del personaje de Natasha Bassett.
Con parecidos nulos y exageraciones varias nos adentramos en la llegada de Britney a los focos. Si pongo la mano en el fuego para decir que lo más veraz de lo que se nos cuenta es que a Spears le gustan las bolitas de queso, no me quemaría. A lo largo del metraje se van sucediendo acontecimientos de dudosa veracidad, siendo varios sólo rumores falsos publicados por alguna revista sensacionalista en su momento que jamás llegaron a confirmarse. Con un presupuesto supongo que nulo, vemos televisiones de plasma en 1998 y sms en 2001, el escenario más grande que se ve es un cuadrado más pequeño que la alfombra de mi casa (spoiler alert, no es muy grande), las actuaciones son de vergüenza ajena, y como por supuesto, los derechos de toda música de Britney Spears estaban más que denegados, no escuchamos ni una nota de ninguno de los éxitos de la Princesa del Pop. Un fragmento vergonzoso de la cover de Satisfaction de los VMAs del 2000, una actuación sosa en su totalidad de la cover de I Love Rock And Roll en un momento de la vida de Britney que no se corresponde con la cronología de la canción y el inicio de la mítica actuación de los VMAs 2007 con los primeros versos de Trouble; eso es todo lo que veremos de las históricas actuaciones que caracterizan la carrera de Britney Spears. Pero si en lo que confiáis es en el resto de la música, no confiéis demasiado tampoco, que luego os llevaréis un chasco.
Ni un estilismo está representado a derechas, ni un paso de baile recuerda a Britney (pobre Natasha, si no sabía bailar, para qué se mete en estos berenjerales, que no hace más que sobarse), y dejan a Spears de tonta para arriba constantemente, dando a entender que todo le pasó fue únicamente por su comportamiento infantil, alocado y con aires de diva. Los datos de su vida que van mostrando no son representativos y ni enseñan al que no la conocía ni satisfacen al que sí, es un continuo despropósito que durante su emisión indignó hasta a Sarah Michelle Gellar, Snooki o Alaska Thunderfuck, Si hay algo que haya tocado fondo en el mundo de la televisión es esta tv-movie, y si yo fuera parte del equipo de Britney Spears ya habría empezado a demandar, porque por mucho que reniegues, esto merece no quedar impune. Después de que Lifetime nos diera series como UnReal y aunque iba con pies de plomo, ha demostrado que siempre se puede caer más bajo. No quiero saber qué es peor que esto.
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