Llevábamos ya un par de semanas comentándolo: a la dueña del cortijo no le gusta su trabajo. Meredith Grey se ha esfumado. Está de vacaciones en una playa paradisíaca junto a Alex Karev, su cuñadísima y, probablemente, Andrew DeLuca abanicándoles con los retales de sus batas blancas en un escueto bañador cubierto de aceite. Luego se quejan de que no hay quien supervise las operaciones.
La guerra abierta tiene nueva teniente coronel. En un solo episodio April ha salvado su temporada de ser un mero papel tapiz muy bien pagado. La nueva jefa, además de vérselas muy canutas con la totalidad del ya escaso personal del hospital, nos ha dado con toda su generosidad una master class sobre cómo ganar pulsitos laborales: mediante la técnica del susurrar “porfa plís” mientras miras con cara de pena a tu subordinado.
Kepner Is Not the New Grey. Hasta aquí estamos todos de acuerdo, inclusive la misma hermana de Tony Soprano. Por fin un paciente que merece la pena comentar. A Janice Soprano se la sopla Dr. Not Grey. Y sí, a partir de ahora nos referiremos a Kepner como No Grey. A alguien hay que bautizar en lo que se desvela la identidad de Jopelines Wilson. Pero no nos desviemos del tema. El tema es: ¡yo soy mucho más simpática que Meredith Grey! April No Grey saca las uñas por las causas que realmente importan y por constatar lo que nadie sabía hasta ahora: Meredith es un hueso rebozado en alambre de espino. Gracias por avisar y por tu aportación al mundo de la interpretación. Ver imagen:
La guerra prosigue más allá de la tumba de Meredith. Los segundones se organizan en dos bandos. Excepto uno. Alguien no se quiere mojar. Uno de ellos quiere mantenerse al margen de todo el fregado porque es un personaje tan trepidante que no soportaría un cisma más. Owen Hunt se declara Suiza. Owen Hunt debería quitarse ya de en medio e irse a fabricar relojes, no necesariamente en ese orden, pero le dejamos libertad de decisión.
Eso sí, de esa conversación a lo Chicas Malas en la que era miércoles y April no llevaba rosa puesto extraemos un mensaje aún más terrorífico. “Can you vote wrong?” Llega la política al Seattle Grace Mercy Death con una tenue comparativa Minnick-Trump. Queremos equivocarnos, porque queremos a Minnick Mouse y su pedagogía estilo Miley Cyrus ahí, reventando el hospital con la wrecking ball mientras fela descarnadamente un martillo. Pero de los de comprobar los reflejos en la rodilla, no seáis guarros y malpensados.
Tenemos que hablar también de dos casos de dos hombres que nos han dado bastante grima en este episodio. Y no, no son dos pacientes eviscerados por culpa de una minipimer rabiosa o una reacción de autoflagelación literal al piloto de la nueva serie de Katherine Heigl (#HeiglVuelve). Benito Warren y el Abuelo Cebolleta, que se han aferrado a la máxima de hacer subir el pan cada vez que hablan sólo para alimentar sus conversaciones en ForoCoches.
Richard Webber no sólo no es capaz de dejar de hacer que el resto de responsables del hospital se partan la cara por su culpa, ahora tiene que dar lecciones de “respeto marital” a su santa esposa. Mama Avery, ese ser de luz que irradia su malicia en 4K desde el averno, es una mujer plenamente independiente, tanto dentro como fuera de su despachito. Parece ser que a cierto empleado de 92 años se le olvida de vez en cuando quién lleva los pantalones y quién los pañales.
Y luego el otro, Jackie Kennedy que dice, con mucho rintintín, que no tiene ningún problema en ser la primera dama de Miranda Bailey. Porque obviamente en una relación con disparidad de estatus quien está abajo es la figura de la first lady. Tócate la la chirla que este domingo hay paella. Ben Warren pasa a convertirse en nuestro enemigo público número 1, que Webber ha hecho una mínima parte de su trabajo consolando a Steph.
Terminamos con la rubia de los patines de oro y su pretendienta. Con bastante más tensión que un trono de Mujeres y Hombres y Viceversa, el cortejo kamikaze que se está marcando Minnick Mouse está calentándole el higo a Arizona, y no de la manera correcta. Todo vale en el amor y en la guerra, pero la nueva, que resulta que era la que le recolocaba el menisco a Beckham en su día, no tiene mucha idea de gestionar amor, guerra y/o defunción de menores. Vamos, que venía de chulita y de tenerlo todo bajo control y se va pegando costaladas por cada escenario de la serie.
Menos mal que estaba ahí ese claxon listo para quedarse atrancado (¿a vosotros os pasa a menudo que se os quede el pito enganchado?) en el lugar indicado y en el momento adecuado. Y que los conocimientos de mecánica de Arizona también estaban preparados para la acción. Primera noticia que tenemos de ellos. Cliffhanger máximo. Ya podría haberlos usado para hacer despegar el avión en vez de quedarse coja.
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