La población activa del estado de Washington poco a poco va reactivándose, valga la redundancia. Alex vuelve a un hospital con demasiado ajetreo quirúrgico, mientras que su myperson y cuñada se quedan tranquilamente en casa planchando calcetines, toallas y el papo en el sofá. Y cuando decimos “demasiado ajetreo quirúrgico” rogamos nos traduzcáis como “no nos interesa lo más mínimo que ese riñón esté ya pasadillo o qué coño es una anastomosis.” Somos de letras, dejadnos en paz.
La principal perjudicada del trajín sanitario es Jolín. Ella sigue anónima, embarazada y con una silla de por medio para maltapar la panza, y además muy poco discreta a la hora de ocultar que ella también ha huido de un marido al que aproximadamente le queden diez episodios para manifestarse. ¿Os acordáis con el recelo que guardaba su pasado la Bonita? Pues ahora ya se deja consolar hasta por Hunt. Hunt, por favor. Para eso díselo al ficus de la entrada, que su respuesta será más entretenida.
Hemos descubierto que tras el descalabro moral de Edwards la semana pasada —¿por qué le pica tanto haber matado a un niño? Es Shondaland, lo raro es que no se hubiese matado ella sola por apretarse los cordones demasiado— ha vuelto Cross, el interno o quizás residente albino que tenía esperanzas de hacerse a la Bonita antes de que llegase el Bonito. ¿No os encanta cuando los figurantes resurgen de la nada al cabo de los años? ¿Qué será de aquella enfermera que repartía la sífilis por los vestuarios? ¿Os acordáis de aquella otra que se enfiló a Derek en la cuarta temporada y toda la sociedad la odiaba? ¿Veis como este episodio ha tenido tirando a poquito contenido y estas últimas cuatro líneas son puro relleno por hablar de algo, así nosotros en confianza?
Bromas a un lado, hemos descubierto que hay un psiquiatra. A buenas horas.
Y ahora, las malas noticias. La semana que viene no hay episodio. No volvemos hasta el viernes 10, jueves 9 si sois muy devotos y tenéis poco sueño. Os deseamos toda la fuerza del mundo aguantando ese gratuito resurgir de la trama Meredith-Riggs (perdona, ¿quién?). Y en caso de tener mucho, mucho mono, podéis jugar a recapitular todas las veces que la duquesa ha regido su vida en base a su puñetera madre, dentro o fuera del tiovivo, según os venga.
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