Es oficial: la tercera temporada de The Royals ha llegado a su fin (minuto de silencio). Después de una intensa temporada llena de secretos, mentiras, disputas familiares y aspiraciones al trono, la familia más poderosa de Gran Bretaña ha finalizado su andadura anual dejando un final abierto con muchas sorpresas y todavía más incógnitas, si eso es posible. Pero primero rebobinemos, que esta temporada ha dado mucho de sí y es necesario contar todo lo sucedido en palacio, que no ha sido poco. ¡Empezamos!
La temporada arrancó unos meses después de los eventos finales de la segunda, donde Ted Pryce, el Jefe de Seguridad encargado de la Casa Henstridge, murió tras ser descubierto como el auténtico asesino del rey Simon. Este suceso ha desencadenado numerosas secuelas en nuestra querida familia pero sobretodo en Liam, que se siente responsable. Por lo demás las cosas siguen su curso: el rey Cyrus continúa combatiendo el cáncer con el mayor estilo posible (mohicano incluido), Eleanor decide darle una nueva oportunidad a Jasper y comenzar así una tediosa relación que nos ha vuelto a hacer sufrir, y nuestra querida badass queen continúa haciendo todo lo posible por mantener la monarquía a flote. Ah, por cierto, Liam comienza a salir con una camarera llamada Kathryn que lo tiene enamoradito desde hace tiempo, pero ya hablaremos de ese tema.
Y es que, señores y señoras, la trama principal que ha ocupado la mayoría de la temporada y sobre la que han surgido todos los conflictos la hemos estado esperando desde la season finale anterior. Súbditos y súbditas: ¡El hijo pródigo ha vuelto!... Bueno, quizás esto no sea tan buena noticia.
Robert, el primogénito desaparecido en un accidente aéreo, ha regresado después de estar meses en una isla desierta perdida de la mano de Dios, y lo ha hecho trayendo consigo varias tempestades. Lo que al principio ha sido toda alegría y fiesta por la vuelta del héroe caído, ha acabado con más de una disputa familiar. Para empezar, la rivalidad entre los dos hermanos se ha acrecentado desde que sabemos que Kathryn, la chica de la que Liam estaba tan enamorado, no es nada más y nada menos que ¡la ex de su hermano Robert! Lo sé, muy fuerte todo. Como si del videoclip de Dos hombres con un mismo destino se tratase, la afortunada camarera se decanta al final por el apuesto futuro rey y deja a Liam con una mano delante y otra detrás… Brother’s drama is here.
Y todo esto con la disputa entre Robert y Cyrus por ocupar el querido trono (no, Liam ya no pinta nada ahí, lo sentimos), y es que a nuestro excéntrico rey no hay quien lo eche de allí ni con agua caliente. Mientras tanto, los amoríos de palacio ocupan el tiempo de nuestra bellezas reales, que muy muy ocupadas la verdad no están. Eleanor sigue en un cuento de hadas con Jasper, entre cartas de amor y encuentros sexuales en el trono, es decir, la relación perfecta. Mientras tanto, la glamurosa reina ha encontrado un nuevo Lord Chambelán que satisface todas sus necesidades, y por todas queremos decir TODAS.
Pero nadie dijo que ser de la nobleza fuera fácil, porque la cosa se complica para nuestra familia, y mucho. Por un lado, se celebra un Consejo Privado para elegir al nuevo rey de Inglaterra. Liam, que lleva toda la temporada con la cara larga desde que su hermano ha vuelto, decide no intervenir en la decisión de ir en contra de Cyrus, lo que provoca (otro) enfado de Robert. A pesar de todo, Robert se gana el apoyo del Consejo y es proclamado nuevo rey. Nuestro pobre Liam no da para disgustos, porque vaya rachita lleva.
Las cosas entre la princesa y el guardaespaldas tampoco pasan por un buen momento. La aparición de una periodista cotilla que decide chantajear a Jasper con sacar a la luz todo su pasado delictivo tampoco debe ayudar mucho. Esto provoca que el cejudo guardaespaldas rompa con la princesa para protegerla. Si es que los mellizos reales no levantan cabeza.
Eleanor, que decide convertirse en decoradora de lujo para no pensar en tanto amorío, conoce al exótico príncipe Sebastian y comienzan una relación de supuesta “amistad” pero que amenaza la relación más querida que ha surgido en palacio. Nuestra alocada princesa recibe una propuesta de irse seis meses a reformar unos hoteles de lujo con Sebastian (porque claro, para qué estudiar carrera si con ser princesa y organizar una fiestecita benéfica ya te llueven los trabajos). El caso es que Eleanor acepta y así verá si consigue ser algo más que una princesa, y de paso alejarse de Jasper.
Por último, la reina Helena parece haber recobrado la fe en el amor, que ya era hora. Después de darle la patada al buenazo de Hoenigsberg inicia una relación con el millonario señor Parker, aunque sin dejar de lado sus deberes como reina, y es que aunque nuestra Helena sea de hielo, la familia es lo primero.
A la altura de la season finale de la temporada, los conflictos han estallado y nos han pillado con la guardia real baja.
El día de la Coronación llegó, y con él, hemos descubierto a un lobo con piel de cordero, al auténtico malvado de palacio, a la mente perversa que ha orquestado todos los males sucedidos a nuestra Familia Real. Citando a Cyrus: Robert, ojalá nos hubieras hecho el favor de morirte en aquella isla pedazo de…
Porque admitámoslo, Liam no era el único que sospechaba de la vuelta de su admirado hermano y tenía razón. Desde que volvió a palacio, Robert ha estado actuando en las sombras moviendo los hilos a su antojo. ¿Y todo por qué? Por su ambición por el poder, algo que el sabio rey Simon conocía y era el principal motivo por el que quería abolir la monarquía.
Pero vayamos por partes. La reina Helena recibe la inesperada noticia de que su querido Jack Parker ha fallecido en un accidente de avión y se refugia en los brazos de su ahora amigo Hoenigsberg, algo que no le hace mucha gracia a Robert, que decide despedirlo. Porque él es el rey, y punto.
Eleanor prepara las maletas (o un vestidor entero, si me permitís) para irse con Sebastian. Jasper gasta su último cartucho por obra y gracia de la pequeña Sara Alice para intentar que no se vaya, pero la decisión ya está tomada. Lástima. Y alegría para Robert, que decidió provocar su ruptura escondiendo la carta de amor romántica de Eleanor, llamar al padre de Jasper para que contara su pasado y presentar a Sebastian a su hermana. Esto es un hermano sobreprotector y lo demás son tonterías.
Robert no pierde el tiempo y mientras deja tirada a Kathryn (confesándole que sabía desde el principio su rollete con Liam), decide poner la primera en la lista de futura esposa a Willow. El tronista de Mujeres y Hombres ha decidido, y quiere como pretendienta a la mejor amiga de su hermano.
Finalmente, Liam, más alejado de la familia que nunca, decide no acudir a la Coronación y pedir ayuda a Cyrus, que tras el palo recibido anda jugando a la ruleta rusa con una pistola. Todo muy normal.
Esto ha sido todo por este año. La familia más real de Inglaterra nos ha dejado con varios finales abiertos, un nuevo malo malísimo en escena y dudas por resolver: ¿Disparará Cyrus a Liam? ¿Seguirá siendo Robert el favorito de mamá? ¿Triunfará Eleanor como decoradora de lujo? ¿Tendrá Sara Alice el spin-off que tanto ansiamos? Todo esto lo sabremos la próxima temporada, ya que el canal E! ha renovado The Royals por una cuarta entrega. ¡No puedo con tanta emoción! ¡Sed felices mis súbditos!
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