Os presentamos nuestra crítica de Iron Fist, la nueva serie que nace de la combinación de Marvel y Netflix y que forma parte del ambicioso proyecto que completan las ya estrenadas Daredevil (2014), Jessica Jones (2015) y más recientemente Luke Cage (2016), además del el spin-off de The Punisher y la miniserie The Defenders que se estrenará este verano.
Después de haber podido disfrutar de los seis primeros episodios de la serie (la primera temporada consta de 13) podemos enfrentarnos a esta crítica. Y tranquilos, no contiene spoilers.
El argumento de la historia es bastante simple. Danny Rand es el único superviviente de un vuelo privado en el que viajaba con sus padres y que se estrella en el Himalaya. Tras pasar 15 años en un monasterio de una extraña dimensión regresa a New York convertido en el guerrero Iron Fist. El único ser capaz de derrotar a The Hand (La Mano). Con 25 años y sin forma de identificarse tratará de recuperar el control de la empresa de su padre, ahora en manos de Ward y Joy Meachum, dos de sus mejores amigos de la infancia, y a su vez seguir su destino como puño de hierro.
Aunque la premisa está clara, durante estos seis episodios parece un tanto desdibujada, y la trama avanza a medio gas entre el procedimental de larga duración y el mundo de los negocios. La serie no termina de despegar debido a qué no sabemos a ciencia cierta a qué nos enfrentamos ni nos han proporcionado suficiente información sobre ninguno de los personajes como para saber si nos interesan sus vidas. Cierto es, y ya lo demostraron el resto de series de Marvel en Netflix, que son productos de cocción lenta. Quizá los siete episodios que restan avivan la historia, quizás no. El propio piloto nos plantea muchos interrogantes que incluso un personaje (nos reservamos suidentidad) se atreve a formular en voz alta para evitarnos el esfuerzo. ¿Quién sabe que está vivo? ¿Qué es lo que sabe? ¿Cómo aprendió artes marciales? ¿Por qué ha tardado tanto tiempo en aparecer? ¿Qué es lo que quiere? Interrogantes que resolvemos, no sin generar más dudas.
Aunque la premisa está clara, durante estos seis episodios parece un tanto desdibujada, y la trama avanza a medio gas entre el procedimental de larga duración y el mundo de los negocios. La serie no termina de despegar debido a qué no sabemos a ciencia cierta a qué nos enfrentamos ni nos han proporcionado suficiente información sobre ninguno de los personajes como para saber si nos interesan sus vidas. Cierto es, y ya lo demostraron el resto de series de Marvel en Netflix, que son productos de cocción lenta. Quizá los siete episodios que restan avivan la historia, quizás no. El propio piloto nos plantea muchos interrogantes que incluso un personaje (nos reservamos suidentidad) se atreve a formular en voz alta para evitarnos el esfuerzo. ¿Quién sabe que está vivo? ¿Qué es lo que sabe? ¿Cómo aprendió artes marciales? ¿Por qué ha tardado tanto tiempo en aparecer? ¿Qué es lo que quiere? Interrogantes que resolvemos, no sin generar más dudas.
Durante estos primeros episodios ya hemos podido observar la tendencia que va a seguir la trama, y de momento se centra en el proceso de adaptación de Danny Rand a la vida moderna. Somos testigos de cómo su nueva personalidad labrada bajo el respeto a los dioses y a la disciplina puede verse afectada por las responsabilidades propias de una ciudad tan cosmopolita como New York. Además, Danny tendrá que hacer frente a un pasado que le atormenta y una inestabilidad emocional que le conduce a la imprudencia. Pero, sobre todo, tendremos que ver qué pesa más para Danny: su destino sagrado o su vida personal. ¿Es Iron Fist o Danny Rand? Fruto de este proceso de adaptación ya hemos podido observar pequeñas incoherencias, por ejemplo, en su uso del dinero.
Por suerte para Danny no estará solo en sus aventuras. Colleen Wing (Jessica Henwick) maestra de un dojo de artes marciales, cuya afiliación en el papel recae con Las Hijas del Dragón, se convierte en su aliada y amiga; y la enfermera Claire Temple (Rosario Dawson) también aportará su granito de arena como ya lo había hecho en cada una de las series del proyecto (ocho episodios en Daredevil, diez episodios en Luke Cage y un episodio en Jessica Jones). No sabemos si las historias de Puño de Acero lograrán dar mucho de sí, pues en gran parte de la tira cómica tuvo que unir fuerzas con Luke Cage como los Héroes de Alquiler (Heroes for Hire) debido a la bajada de ventas, quizá terminemos viendo en Netflix temporadas en las que el protagonismo de la historia se reparta entre más de un superhéroe.
Por suerte para Danny no estará solo en sus aventuras. Colleen Wing (Jessica Henwick) maestra de un dojo de artes marciales, cuya afiliación en el papel recae con Las Hijas del Dragón, se convierte en su aliada y amiga; y la enfermera Claire Temple (Rosario Dawson) también aportará su granito de arena como ya lo había hecho en cada una de las series del proyecto (ocho episodios en Daredevil, diez episodios en Luke Cage y un episodio en Jessica Jones). No sabemos si las historias de Puño de Acero lograrán dar mucho de sí, pues en gran parte de la tira cómica tuvo que unir fuerzas con Luke Cage como los Héroes de Alquiler (Heroes for Hire) debido a la bajada de ventas, quizá terminemos viendo en Netflix temporadas en las que el protagonismo de la historia se reparta entre más de un superhéroe.
El estreno de Iron Fist llega rodeado de polémica por la nacionalidad del actor que le interpreta. Finn Jones, al que hemos conocido como Sir Loras Tyrell en Juego de Tronos, es el que se encarga de meterse en la piel del Puño de Acero. El actor es blanco y algunos seguidores de la historia consideran que un personaje que nació en los 70 influenciado por la serie de Kung Fu debería ser asiático, si bien su raza nunca se ha definido en los cómics. Finn Jones incluso ha tenido algún intercambio de tweets al respecto para defender a la serie de aquellos que la acusaban de whitewashing por no aprovechar la oportunidad de fomentar la diversidad en un producto de este calibre (al fin y al cabo, los poderes de Danny Rand nacieron en Asia).
Por otro lado, el Iron Fist de los cómics siempre anda ataviado con mallas y una máscara; precisamente el vestuario, o mejor dicho, la ausencia de él ha sido otro foco de las críticas, y de hecho, es cierto que le resta identidad al superhéroe. Resulta más complicado creerse a un maestro del Kung Fu que viste skinny jeans y zapatillas blancas que a uno que lleva un atuendo especial.
En definitiva, Iron Fist es un producto que necesita y pide paciencia. Su narrativa, que peca de sosegada, nos hace entrar en el mundo de Danny Rand con cautela, ofreciendo información a cuenta gotas mientras nos sube la adrenalina con escenas de lucha bien coreografiadas.
Por otro lado, el Iron Fist de los cómics siempre anda ataviado con mallas y una máscara; precisamente el vestuario, o mejor dicho, la ausencia de él ha sido otro foco de las críticas, y de hecho, es cierto que le resta identidad al superhéroe. Resulta más complicado creerse a un maestro del Kung Fu que viste skinny jeans y zapatillas blancas que a uno que lleva un atuendo especial.
En definitiva, Iron Fist es un producto que necesita y pide paciencia. Su narrativa, que peca de sosegada, nos hace entrar en el mundo de Danny Rand con cautela, ofreciendo información a cuenta gotas mientras nos sube la adrenalina con escenas de lucha bien coreografiadas.
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