Bienvenidos al posible y esperemos que último especial pajaza de la temporada. Hoy, más especial que nunca, nos ponen la cabecera con nubecitas para que realmente pensemos que estamos ante todo un evento televisivo. Como el final de Lost pero al revés y embotellados en el avión. Los costes de producción también habrán sido los mismos. Barateo, barateo.
Ellen salda las deudas que tiene con el departamento de recursos humanos de Shondaland. Ayer se ganó el pan en condiciones después de tres episodios tomados de asuntos propios y saca la artillería pesada: Meredith Grey cortando el bacalao a 12.000 metros de altura, sobreviviendo a su trágica vida sentimental y siendo poseída por el espíritu de su apuesto difundo para realizar una intervención neurológica a lo MacGyver. Meredith Grey es más grande que la vida misma. Hasta aquí todos de acuerdo.
Y ahora, las hostias: abril de 2017. Dentro de la serie, un año indeterminado en una realidad claramente paralela. Le dices a un hombre en reiteradas ocasiones que estás hasta el higo de él, que te deje, que “no” es “no”, que “no” no es “quizás un día de estos si los pajarillos cantan y el sol radia”, que “no” es “que te vayas a tomar por culo ya”. Y él, hombre de ciencia y con un coeficiente en teoría solvente ante estándares comunes, te sigue al baño cual animal en celo cuando has abiertamente comunicado que lo que tienes es que mear. Porque “no” ahora no significa “no”, parece que quiere decir “sí, ven a limpiarme la chirla, que invitas tú a los clínex”. Ya basta el acoso y el derribo como técnica de cortejo. Ya basta.
Denuncias al 016 a un lado, tenemos que hablar de las rentas. Hoy no sólo una y de ojitos claros como el agua del mar. Hoy muchas. Destacamos la clara ineptitud —una vez más y, por supuesto, no la última— de Riggs, que realmente tiene que preguntarle a Meredith sobre su accidente de avión, porque no lleva dos años trabajando en un hospital casualmente con el apellido de la mujer que acosa y no ha tenido la idea de preguntarle a nadie por qué se llama así. Que cómo fue su accidente, le pregunta el pedazo de iluminado. ¡Fue historia de España! ¡Del universo galaxias allá! ¡¿Cómo hay que explicártelo?! Con gente así no se puede trabajar.
“Éramos los Seattle Grace 6”, narra la jefa. “Éramos los Seattle Grace 6, volvimos cinco, quedamos tres y los otros dos llevan nominados nueve temporadas”. No esperábamos que Riggs resolviese la ecuación, así que la mujer tuvo que resumírselo con un sentido lamento de octogenaria en el sillón de la residencia: “niño, si es que yo ya estoy aquí esperando a que me llegue la hora”. Típica abuela dramática dejándote con mal cuerpo para un día que vas a visitarla. Un besi, yaya.
Pero lo relevante es ella. La que un día pudo haber heredado el Trono de Hierro. El plan B de Shonda por si Ellen se cansaba y le tiraba la bomba de humo que más tarde haría su co-protagonista. La otra Grey. ¡Alguien por fin se ha acordado de Lexie!
A Derek todo el mundo le tiene el día entero en la boca, hasta los cámaras. A Derek después de muerto le vemos más que a muchos miembros de nuestras familias, por favor. Amelia ha pedido la doble nacionalidad con Corea de tanto que se enarbola la bandera de Cristina. Jackson con su idolatría por Sloan siempre ha tenido un puntito homoerótico que nos alegraba el fuero interno. ¡Si hasta a Izzie le llevan más flores a la tumba y no está muerta! Entre comillas. Según al directivo de CBS al que le preguntes. #HeiglVuelve.
Pero de Lexie no se ha acordado ni Dios desde que se defenestró la pobrecita. Y hoy Meredith la medio llora. Lo cual es la máxima expresión del dolor para ella. Eso y tener un hijo en secreto, pero era un poco inviable en este caso. Con Lexie reflexionamos por qué Meredith cuida tanto a Maggie. Como si Meredith en algún punto hubiese tratado a Lexie como un ser humano y no como un perro que viniese al hospital a mearle el árbol genealógico. Meredith pudo haber montado un Las Grecas con Lexie antes de que llegasen las Destiny’s Child, pero no lo hizo. No nos vendas la moto, guapa.
Pero este episodio iba de momentos remember y rentas y penas olvidadas. Era más que previsible. Sí, el ejercicio de la tensión médica ha sido de los mejores de la serie, no podemos negarlo. Como stand-alone funciona perfectamente. Stand-alone que requiere de flashbacks de 27 episodios anteriores para ir bien emocionalmente lubricado, pero ya cada uno que se organice la contradicción como pueda.
Que íbamos a recordar el final de la octava temporada estaba clarinete, pero que hayan metido el tiroteo, el ahogamiento, el proyectil de la Super Bowl, la Mama cortándose las venas, el tiovivo, la casa de velas, el ascensor, el baile de graduación, la boda vía post-it, su primer quiqui, su último quiqui, su quiqui en la bañera y mi primera comunión no lo vimos venir. Aquí todo drama vale. Carta blanca de flashbacks. Barra libre de garrafón hasta que acabes comatosa en el sofá porque cada vez que ves una escena de 2006 sientes que tú eres el anciano que necesita viagra para salvar vidas en un avión.
Y por último, la cuestión casual. ¿Cómo de aleatorio es que la sobrecualificación del mercado laboral tenga preparados a tres médicos en un único avión y que el tercero y desconocido sea un apuesto odontopediatra yogurín con ganas de que Meredith Grey le absorba el alma por un orificio que dejaremos a vuestra imaginación? Eso en mi barrio, hecho en la recta final de la temporada, se llama testar personajes. Si quieres médicos invitados, los metes feos, del montón o incompetentes, no uno que parece querer hacerse un DeLuca. Los Bonitos acabarán montando un ejército uniformado sólo con lencería sexy y gayumbos apretados, ya lo veréis cuando Jopelines termine la baja por maternidad.
Dicho lo cual, nos despedimos con la verdadera conclusión del episodio: todos estamos casados con Derek Shepherd a día de hoy y obviamente preferimos aferrarnos al recuerdo de su bello cadáver hasta el fin de los tiempos antes que echarte un polvo en posición horizontal, Nathan Riggs. Qué pena de avión que no se hubiese caído. Llegas a viajar solo y nos arreglas la temporada.
Apéndice, pendiente de extirpar: aprovechamos para recordar la review del 11x20, donde ya se explotó la memoria de Flight con cierto desatino. Cómo sabe la Shondis que nos hemos hecho viejos y no nos acordamos que este truco ya nos lo había enseñado. Casi nos la cuelas, bribona, pero no.
Apéndice, pendiente de extirpar: aprovechamos para recordar la review del 11x20, donde ya se explotó la memoria de Flight con cierto desatino. Cómo sabe la Shondis que nos hemos hecho viejos y no nos acordamos que este truco ya nos lo había enseñado. Casi nos la cuelas, bribona, pero no.
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