La pregunta que encabeza este artículo no es en absoluto superflua, ni tampoco retórica. La serie evento del año ha llegado a la mitad de su emisión. Durante estos nueve episodios Lynch y Showtime han tenido todos los focos apuntando en su dirección y ahora que parece que el fuego se apacigua un poco conviene hacerse una pregunta que según a quién se la hagas tendrá una respuesta fácil en cualquiera de las dos direcciones. ¿Ha merecido la pena la primera mitad de Twin Peaks?
¡Por supuesto! ¡Qué pregunta!
Ambas exclamaciones acompañadas del gesto de echarse las manos a la cabeza es lo que responderán casi ofendidos los fans de la serie, pero también los que veneran toda la filmografía de David Lynch, entre los que me encuentro (aunque por el bien de este texto intentaré ser lo más objetivo posible). Y tienen (tenemos) razones de sobras para estar entusiasmados, y yo diría que obsesionados. Es cierto que Lynch y Frost (conviene no obviar al otro 50%) han creado otra cosa muy diferente al Twin Peaks que conocimos hace más de 25 años. Pero entraba dentro de toda lógica que después del multimillonario presupuesto con el que Showtime ha dotado al proyecto, con total libertad creativa para sus creadores, éstos no hicieran con su creación lo que les saliera del alma, faltaría más.
Desde nuestra óptica, Twin Peaks es ahora una serie de nuestro tiempo, o quizás adelantada a este tiempo, como lo fueron las dos primeras temporadas. Lo que Lynch ha hecho desde la dirección ha sido espectacular hasta ahora, mezclando detalles del pueblo con un nuevo argumento lo suficientemente unido a la anterior trama como para que sigamos llamándola por su nombre, y tan alejada como para que podamos llamarla "algo nuevo". Ni siquiera el más optimista podría pensar que íbamos a disfrutar tanto con la serie, pues combina la idiosincrasia de Twin Peaks con todos los elementos que definen al cine de Lynch: su simbología, sus sonidos, sus lugares comunes, etc. Lo que para nosotros es como si a un fan del cine lo sueltan en medio de la gala de los Oscars, señalando todo lo que ve.
Es comprensible, por tanto, que estemos esperando cada episodio como un acontecimiento. No sabemos si encontraremos una ida de olla incomprensible de Lynch o un episodio ortodoxo con los personajes de toda la vida al más puro estilo de Frost. Y los disfrutamos igual, ojo. Y eso convierte el visionado de Twin Peaks en una experiencia. Todos estamos buscando huevos de pascua como locos, señales de hacia dónde va la historia, qué significa esto o lo otro. Este fenómeno está llegando a límites que no conocíamos desde Perdidos, generando un fenómeno transmedia que la misma producción está alimentando, como una página web que se menciona en el último episodio que ya se puede visitar.
Lo he intentado... pero esto no es Twin Peaks
Decepcionado y resignado dice el fan de la serie que esperaba una continuación sin más de la anterior serie. A este grupo, Lynch se la ha vuelto a jugar de mala manera, como ya hiciera en el último episodio de la segunda temporada, cuando esperaban una resolución al misterio y un final feliz, y se encontraron con algo que no entraban en sus planes. Tienen su parte de razón, pues ellos querían ver cómo habían tratado los años a Cooper, Audrey, Shelley, Bobby, Truman, etc. Quizás un nuevo misterio, quizás una resolución en el primer episodio de lo que ocurrió y por supuesto, mucho café y mucha tarta de cerezas. No voy a mentir que cualquiera de nosotros ha echado en falta más de eso y lo otro, pero de nostalgia pura no se alimenta una serie de 18 capítulos que ha costado un dineral.
Al contrario que otras series, como Las Chicas Gilmore o Expediente X por citar las últimas que han regresado, Twin Peaks ha arriesgado más creando algo nuevo, diferente, en lugar de apelar a la nostalgia pura y dura. Una estrategia que tiene sus riesgos porque es lógico que se pierdan muchos fans por el camino, como ha ocurrido entre los que responden de esta forma a la pregunta. Aunque los seguidores de verdad seguirán hasta el final les guste más o menos.
¿Pero qué es lo que estoy viendo?
Muchos se han hecho esta pregunta antes de apagar el televisor o bajar la pantalla del portátil, indignados por estar viendo algo que no respeta ninguna regla narrativa o de continuidad. David Lynch no es para todo el mundo, es más, es sólo para unos pocos que aguantan su ritmo y sus desvaríos y su lenguaje. Para el público que no está familiarizado con el cine experimental se hace muy cuesta arriba algunas partes de la nueva Twin Peaks y lógicamente a ellos no les merece la pena aguantar una hora a la semana delante del televisor. No estoy diciendo que sea para gente culta o con conocimientos, pero sí hay que tener unas nociones básicas de la anterior serie y del estilo de su director, para no ya amarla como lo hacemos sus fans sino simplemente para poder hacer frente a lo que estamos viendo.
Las reacciones, más o menos airadas, son del tipo: "Mientras ves esto Lynch está en su casa riéndose de ti". Quien no conoce el lenguaje de su cine ni de Twin Peaks puede pensar esto pero el autor se toma, y nos toma, muy en serio. Es su forma de comunicarse con nosotros, su forma de expresarse artísticamente, y el nivel que está mostrando en estos nueve episodios es tremendo, a la altura de sus mejores tiempos y yo diría que cerrando un círculo con broche de oro. No, Lynch no se ríe de ti.
Como vemos, según a quien le preguntes, opinará que la nueva temporada de Twin Peaks está mereciendo la pena o no. Según la crítica, sí, pero los números dicen que no. Si hablamos de crear algo nuevo y dar un paso adelante en la saturada ficción televisiva, sí. Si hablamos de ser un icono cultural, algo de lo que todo el mundo habla al día siguiente como lo fue su antecesora, no. Y no, porque hoy en día nada lo puede ser, no lo sería ni Los Soprano ni lo sería Lost si se estrenaran ahora. Sobre Twin Peaks podríamos discutir horas, días y meses, y algo que genera tanto debate siempre merece la pena. Por tanto, sí es necesaria su nueva temporada.
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