La espera ha terminado. Fear The Walking Dead ha vuelto con un doble episodio que lejos de dejar atrás las rencillas entre el Rancho y la Nación, deja al descubierto que los problemas sólo acaban de empezar. Ambos grupos estrenan una nueva época de paz en la que van a tener que ceder y no todo el mundo está dispuesto a renunciar a algunos privilegios.
Jake es la cara de la paz y de la enfermedad. Todavía convaleciente por el envenenamiento, es el representante blanco de la alianza. Esta nueva posición como líder le viene grande, sobre todo si no puede presentar un frente unido con su hermano Troy, al que la nueva situación no le gusta. Esta división entre los hermanos era algo que veíamos venir desde el principio. De hecho, queríamos que Jeremiah se muriese para ver cómo se las arreglaban entre ellos.
Esta nueva vida de posguerra se define por la colaboración y la convivencia. Ambos pueblos viviendo bajo los muros del Rancho, compartiendo armas, comida, suministros... No hace falta mucho para observar que el bando de los Otto ha resultado el perdedor de la guerra y que es el que más ha tenido que ceder. Para colmo, Madison sigue siendo experta en tomar decisiones que no le corresponden y, tras un pequeño incidente con Terrance (uno de los amigos de Alicia y Gretchen), termina cediéndole la totalidad de las armas. Como bien apunta Jake, les ha convertido en prisioneros en sus propias tierras.
No sé hasta cuándo va a poder vivir Madison con las mentiras. No sólo tiene que esconder que ella y Nick fueron los que acabaron con la vida de Jeremiah, sino que el motivo por el que han perdido el derecho a las armas es una consecuencia directa de su decisión de proteger a Troy y de culpar a los indios por la muerte de la familia de Gretchen. Espero que la suerte de Madison empiece a cambiar porque creo que merece empezar a pagar por las cosas que ha hecho.
Este noveno episodio ha tenido su centro del conflicto en Troy, que tras el nuevo régimen de armas se ha encerrado en su casa armado hasta los dientes. El enfrentamiento ha estado desequilibrado, con la tribu de Taka disparando desde fuera y con Troy acompañado por un Nick que intenta que “su nuevo amigo” reflexione. En medio del fuego cruzado, Nick confiesa haber asesinado a Jeremiah y es con ello con lo que consigue que Troy pare. Pero es demasiado tarde. Ambos han roto las reglas y merecen un castigo: Troy es exiliado del Rancho (no sin volver a mostrar cierto punto de locura en el remolque de la furgoneta) y Nick es arrastrado hasta un habitáculo de hierro donde deberá permanecer encerrado durante un tiempo.
En otro punto de vital importancia en esta nueva mitad se encuentran Daniel, Lola y Efraín. Ahora es Lola la que gobierna y dirige la presa, mientras que Daniel y Efraín son sus protectores y consejeros. Básicamente Lola es la Reina, Daniel la Mano del Rey y Efraín es Lord Varys para aquellos que entendáis el mundo en lengua de Poniente.
Lola demuestra ser una líder con cabeza. Una gobernante que no quiere cometer los mismos errores que Dante y que pretende dar la cara siempre ante su pueblo. Ella es la que habla con la gente. Ella es la que les reparte el agua. Y ella es la que despierta el odio de aquellos que consideran que controlar el agua y la presa es robar. El conflicto sigue vivo. Incluso más que cuando Dante negaba el agua a todos los que no pagasen por ella. Si por alguna casualidad el pueblo se organiza, puede traer problemas a la nueva administración y por consecuencia a todo el mundo que pretenda saciar su sed en la presa.
En lo que al segundo episodio se refiere el principal conflicto con el que llevan cebando esta segunda tanda de episodios ha sido presentado: el agua escasea. Las predicciones que Jeremiah barajaba preveían que los pozos darían agua para subsistir algo más de 120 días. Con las nuevas llegadas, ese tiempo se ve reducido a menos de la mitad y necesitan tomar medidas.
Madison y Taka, como representantes de cada bando, deciden abandonar el terreno para encontrar el agua que necesitan. Mientras tanto, Ofelia, Crazy Dog (nuevo personaje que parece de la confianza de Taka) y Alicia están al tanto de la situación y deberán establecer y hacer respetar un racionamiento del agua extremo: 7,5 litros por persona y día.
Como era de esperar, esta nueva norma sin ninguna explicación de por qué empieza a molestar a la gente. Además, las sospechas de que, mientras el equipo de Ofelia es el que vigila, los miembros de la Nación hacen más de una visita al pozo, no ayuda a calmar las cosas. Alicia, consorte de Jake, parece cómoda en su rol de líder y ejerce como tal mejor de lo que los Otto o su madre lo están haciendo. Y como Ofelia, que muestra una absoluta lealtad a la Nación, parece achacar las sospechas al racismo, decide vigilar también el proceso. De manera justa, debemos añadir.
Pero la batalla se dispara. En su intento por hacer entender a ambos bandos que robar el agua sólo les perjudica a todos, Alicia desvela que el agua que queda es poca. Ambos grupos se pelean y deciden repartirse el Rancho a la mitad. Cada uno en su lado y nadie parece querer dejar el pozo sin vigilancia. Por suerte para la subsistencia de la alianza, el afán de Alicia por crear comunidad y pensar en el grupo como una única unidad crea en el resto la necesidad de cooperar. La hija de Madison observa en la distancia como algunos de los miembros de la Nación buscan el lugar en el que creen que hay una bolsa de agua, y deciden empezar a cavar. Todos juntos. Con el mismo objetivo.
Mientras tanto, la aventura de Madison y Taka trae consigo el regreso de Victor Strand a la historia principal. Después de deambular media temporada sin sentido y con nada que aportar, es la llave que el Rancho necesita para saber de la existencia de la presa de Lola y Daniel. Pero antes, todavía han tenido que sacrificar mucho más por su culpa.
El plan principal era el de pagar por el agua a María Lu. Esta mujer parece regentar un negocio de un mercado en el que la gente negocia mediante el trueque. La líder de este centro comercial todavía no tiene cara pero, sabemos que tiene un gran poder pues todo el mundo la teme. Si no eres capaz de pagar eres prácticamente un prisionero hasta que pagues tu deuda matando walkers en la entrada. No hace falta pensar mucho para saber qué hace Victor en toda esta historia. Y Madison decide tomar por primera vez en mucho tiempo una decisión acertada. Ella y Taka se gastan todo el dinero que tenían en comprar la libertad de Victor con la esperanza de que los guíe a la presa, fuente ilimitada de agua y solución a largo plazo del Rancho.
El problema va a residir una vez más en las mentiras de Victor. Porque, mientras sí menciona que la presa la lidera un viejo amigo suyo (Daniel), en ningún momento dice quién es ni mucho menos que le engañó haciéndole creer que su hija estaba viva en el hotel. Esperemos que la cara de Madison y la seguridad de que Ofelia está viva sean suficientes para que Daniel acepte ceder su agua. Si todavía cuenta con ese poder.
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