Admitámoslo, los años pasan para todos, a veces incluso más rápido de lo que quisiéramos reconocer. Lo mismo pasa con las series: nos dan momentos de felicidad, memes infinitos e incluso temas de conversación para esos momentos incómodos en los que el silencio se puede cortar con un cuchillo. Pero también se hacen mayores. Y aunque algunas permanecen en el limbo del olvido, existen otras que, de alguna forma, recordamos con cariño. Porque son las series las que también te recuerdan el tiempo que ha pasado, en este caso 10 años, desde el estreno de Gossip Girl.
El 19 de septiembre de 2007 nació una serie que se convirtió en todo un símbolo de su generación y que daría paso a una nueva clase de series para adolescentes donde los líos de instituto y las hormonas cubrirían la mayor parte de nuestras carencias de salseo, al menos por unas horas. Creada por Josh Schwartz y Stephanie Savage, Gossip Girl se transformaría todo un emblema para la cadena que la vio nacer, The CW, y en un referente para las próximas generaciones seriéfilas que estaban por llegar.
Gossip Girl giraba en torno a la vida de un grupo de adolescentes privilegiados y ricos del Upper East Side de Manhattan y los pormenores habituales de su día a día: fiestas temáticas, brunches conflictivos, la entrada en la universidad más cara de todas o el gasto de su herencia familiar. Los típicos problemas que todos solemos tener a su edad.
Este grupo de privilegiados estaba formado por un reparto lleno de jóvenes promesas que en un futuro darían la campanada. A la cabeza nos encontrábamos con su protagonista principal, Serena van der Woodsen (Blake Lively, la que ha tenido la carrera más prometedora una vez la serie finalizó), y con su a veces enemiga/a veces best friend forever Blair Waldorf (Leighton Meester en un papel que seguro actualmente echa de menos, dados sus recientes fracasos televisivos). El resto del elenco estaba formado por los chicos que caldeaban el ambiente y agitaban las relaciones episodio sí, episodio también (porque en la serie llegaron a juntarse todos con todos): el chico malo Chuck Bass (Ed Westwick), el apuesto galán Nate Archibald (Chace Crawford) y el eterno enamorado de Serena y chico humilde Dan Humphrey (Penn Badgley).
Y una vez dejado de lado a sus personajes principales, no podemos olvidar a quien fue la auténtica alma de la serie, aquella que hizo a Gossip Girl ser quien es, por la que cada semana moríamos por conocer su identidad. Aquella que durante seis temporadas y 121 episodios estuvo convirtiendo la vida de nuestros protagonistas en un infierno, sacando a relucir sus trapos sucios y descubriendo cosas que ni la CIA pinchando nuestros teléfonos móviles: nuestra Reina Cotilla. Porque, si algo distinguía a Gossip Girl de las demás series, era ese blog de chismorreos y secretos que entretenía a los jóvenes del Upper East Side y les daba un motivo para despertarse cada mañana y encender el ordenador (si en el fondo hace falta tener alguno). La Reina Cotilla, como buena periodista, era capaz de todo por conseguir la información que su público demandaba: desde hijos ilegítimos desaparecidos hasta adulterios, luchando cual Andrea Janeiro por mantener su privacidad y cambiando más de identidad que las caretas de Pretty Little Liars. Lamentablemente en el momento de desvelar la persona detrás del nombre, el resultado fue algo decepcionante haciendo que hubiéramos deseado que la culpable de tantos males hubiera sido Dorota. Lástima.
Pero lo que es innegable es que Gossip Girl ha supuesto un modelo referente de series adolescentes donde el misterio, la adolescencia, la sexualidad y los conflictos juveniles se entremezclan en una espiral de episodios cuyos cliffhangers te dejan con ganas del siguiente. Pero este modelo no es infalible. Aunque después de Gossip Girl ha habido series que han podido saborear las mieles de lo que es un éxito juvenil (The Vampire Diaries, Pretty Little Liars o Teen Wolf), hay otras que se han pegado un buen batacazo (Dead of Summer, Scream Queens) y otras que aún siguen manteniendo esa esencia hasta lo que duren (Riverdale).
Y como la nostalgia pasa para todos, en honor a esta serie y su aclamada protagonista (y que siempre podéis revisionar cuando os entre la morriña por los líos de instituto), en TV Spoiler Alert nos hemos preguntado cómo sería tener los mismos privilegios que la Reina Cotilla y conocer todos los secretos de la gente para decidir, posteriormente, publicarlos o no (spoiler: of course). Aquí recopilamos 5 veces en las que nos hubiera gustado ser Gossip Girl:
1. Para un buen chantaje
Vale, no seáis malpensados… bueno, sí. Cuando descubres tantos secretos de la gente, o actúas cual buena persona y te los callas o utilizas esa información para tu beneficio propio, y todos sabemos que no somos ninguna clase de santos.
2. Como tema de conversación
Esos momentos incómodos con familiares a los que llevas tiempo sin ver, con compañeros de clase antiguos con los que ya no tienes nada en común o incluso con tus amigos de toda la vida pasando una tarde aburrida, la solución ya está aquí: el salseo. Y es que un buen salseo puede sacar adelante cualquier conversación de la nada, porque todos tenemos una maruja dentro.
3. Por esos celos de pareja
No es que seamos desconfiados, pero el inicio de una relación puede ser complicado. Empiezan las dudas, los celos y esas peleillas tontas donde el "¿Qué te pasa? Tú sabrás" se convierte en tu eslogan de vida. Por eso, para despejarnos de cualquier signo de desconfianza, siempre es mejor prevenir que curar. Y qué mejor que conocer de antemano si alguien te está haciendo protagonista de la peli de Bambi.
4. Para llenar el vacío de tu existencia
Facebook, Twitter, Instagram… todas estas redes sociales están creadas para llenar de entretenimiento cualquier tarde, momento u ocasión en la que mirar al techo puede ser la cosa más divertida del mundo. Si ya estás cansado de tanta pelea en Sálvame, no te quedan más amigos por los que hablar por WhatsApp o te has visto el Xplora de Instagram enterito, ser la Reina Cotilla no vendría mal.
5. Para ganar Game of Thrones
Vale, aquí hemos mezclado un poco las series. Pero si algo hemos aprendido de la insignia de HBO y de nuestro querido Petyr Baelish, es que el conocimiento es poder. Y si hace falta tener un blog de chismorreos para conseguir sentarse en el ansiado Trono de Hierro (y no tener que esperar a 2019), dracarys a eso.
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