Siempre es una agradecida declaración de intenciones cuando las cadenas lanzan sus pilotos online antes del inicio de temporada oficial. Eso es lo que ABC ha hecho con, de momento, dos de sus series. Hoy vamos a hablar de una de las comedias más anticipadas del ciclo. Ya os la presentamos en nuestro recopilatorio de las series más interesantes de las networks para el curso 2016-2017, y, no por dárnoslas de futurólogos de raza, pero no nos estábamos equivocando desde la distancia.
The Mayor regala lo que prometía: una media hora socialmente cargada del clima político norteamericano en la intersección de la comedia laboral, la familiar, la de amigotes y, suma y sigue, la romántica también. En el centro de la acción: Courtney Rose, un rapero sin éxito que, sin querer queriendo, traslada el mensaje de sus letras a la alcaldía de un pueblo de California, representación de esos Estados Unidos en los que la clase media-baja es la imperante. Courtney, que en principio sólo buscaba publicidad barata para su álbum, termina investido como el soplo de aire fresco y woke que las instituciones necesitaban.
Al frente del proyecto se encuentra un desconocido Brandon Micheal Hall en busca de hacerse un nombre bien protegido por dos consolidadas televisivas de la talla de Lea Michele (Glee) e Yvette Nicole Brown (Community), interpretando a la nueva jefa de gabinete y la madre de Courtney respectivamente. A ellas se les unen dos colegas del barrio de la casual estrella, conformando un reparto reducido pero bastante funcional en lo que a química se refiere.
A los mandos de la nave, encontramos a Jeremy Bronson, un guionista curtido en The Mindy Project y Speechless que, sin duda, ha sabido desarrollar un piloto atractivo, ágil, comprometido y con identidad.
La impresión de entrada es de un notable alto bastante prometedor. No descartamos que se pierdan en el manido modo pancarta, lanzando cada vez menos sutiles patadas a la Administración, aunque en este primer episodio nos contentamos con cómo reparten a Trump sin caer en una mirada a cámara, llamarle Dorito y reclamar libertad para domingos y domingas. No caen en el tópico en ningún momento, pese a que con ciertos elementos se mueven en líneas bastante predecibles, como es el caso de la muy futurible tensión sexual a resolver.
Se notan los antecedentes. Nos gusta poder ver un efecto Atlanta, nos gusta ver sinceridad y autenticidad en el guión y no solamente un afán de cumplir con la cuota de diversidad. No es un ejercicio de progresismo, es una comedia inteligente que no requiere de alardes revolucionarios ni quebraderos de cabeza con mensajes velados. Tengamos siempre en cuenta en qué clase cadena estamos. Y, con también plena honestidad, ni queremos ni podemos pedirle mucho más a un producto así.
The Mayor se deja disfrutar, es la principal y más segura conclusión. Ha presentado unos personajes a los que con el tiempo podríamos coger cariño, y eso se nos está olvidando en la comedia. ¿Es otra protesta más de nuestro tiempo? Sin duda alguna. Pero mejor hablar de hijos nacidos de este pésimo panorama político que no de víctimas.
The Mayor se estrenará oficialmente el 3 de octubre.
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