"Éste es un país cristiano, y a los cristianos les encantan las resurrecciones". Ésa es la idea definitiva que llevará a Kai Anderson directo al poder. El miedo ha sido hasta ahora su mejor aliado, pero ¿cómo puede asegurarse la victoria electoral? La respuesta se ha abierto delante de sus ojos: en una sociedad infestada por el terror, aquél que sea capaz de enfrentarse al mismo y sobrevivir, ése será el verdadero líder. Parece el resumen de una película y ¿quien no votaría al protagonista?
La elegida para poner a Kai en el trono al que siempre ha pertenecido será Meadow, una no tan joven enamorada que, cegada por ese poderoso sentimiento, hará todo lo que esté en su mano para alcanzar los objetivos de su hombre. Otro clásico del cine de hoy y de siempre. El plan es sencillo, Meadow debe tratar de asesinar a Kai en un acto público y terminar con su vida. Típico homicidio con suicidio, como en el caso del predecesor de Kai en el puesto, los Chang. Por supuesto, Anderson no morirá, pero su intento de asesinato en directo le dará la visibilidad suficiente como para asegurarse la victoria electoral.
Sin embargo, la muerte de Meadow no será únicamente un sacrificio por amor. Con su partida, su marido y Ivy consiguen sus objetivos: ambos deseaban librarse de las personas con las que habían decidido pasar el resto de sus vidas. Meadow se casó con un amigo que no la quería y que jamás podría corresponderla. Esa realidad transforma a Meadow en una carga para Harrison, peso que Kai terminará por destruir.
Por su parte, Ivy no soporta a Ally. Sus palabras hacia su mujer son de auténtico desprecio y odio. Ella también vive en una prisión de la que no puede salir por miedo a perder a su hijo. La envidia se apoderó de Ivy al nacer Oz, pues no pudo ser la madre biológica y siente que Ally se aprovechó de esa situación para marcar su posición como madre real de Oz. El suicidio de Meadow arrastrará a Ally como culpable del tiroteo, y con ello Harrison e Ivy conseguirán ser libres al fin.
Por su parte, Ivy no soporta a Ally. Sus palabras hacia su mujer son de auténtico desprecio y odio. Ella también vive en una prisión de la que no puede salir por miedo a perder a su hijo. La envidia se apoderó de Ivy al nacer Oz, pues no pudo ser la madre biológica y siente que Ally se aprovechó de esa situación para marcar su posición como madre real de Oz. El suicidio de Meadow arrastrará a Ally como culpable del tiroteo, y con ello Harrison e Ivy conseguirán ser libres al fin.
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