Si How to Get Away with Murder no jugara con nosotros, posiblemente no hubiéramos alcanzado las cuatro temporadas realizando críticas de sus episodios. El show judicial de Shonda es una montaña rusa de emociones y giros inesperados. No sabes por dónde van a venir los golpes y cuando más tranquilo estás, más rápido te clavan el hachazo en la espalda. Sin remordimientos, con zoom out y en francés. Nosotros ya habíamos coronado a Papá Castillo como villano oficial de la temporada, pero ya no está tan claro. Aquí llega Mamá Castillo, con pintas de tomar café todas las tardes en lo alto de la Torre Eiffel, bipolaridad diagnosticada y un historial de relación abusiva por parte de su ex marido. Imposible no empatizar con ella.
Laurel cuidó de ella toda su vida y ahora vuelve con su hija para ayudar a recuperar la custodia de Wes Junior y devolver un poquito el favor para que ambas disfruten del nieto. ¿Pero es Sandrine quién realmente pensamos que es? ¿Por qué el difunto de Wes tenía relación con ella y tomaban el té en una cafetería? ¿Fue ella quién dio la orden a Dominick de matarle? Se destruiría el bonito y agradecido alegato construido en torno a las enfermedades mentales, pero los comentarios de varios personajes nos guían en esa dirección. Primero Jorge Castillo diciéndole a su hija que no hizo daño a su yerno, después Frank dudando en voz alta sobre la integridad de su nuevo suegro y, por último, Laurel preguntándose si su padre está diciendo la verdad.
¿Están intentando engañarnos a través de pistas falsas? ¿Y si la madre de Laurel está trabajando con su ex marido y Denver en la improvisada pandilla del mal?
Y sobre progenitores y salud mental bucea este episodio que utiliza el pasado para impulsar y avanzar en las dos tramas principales. Mientras unos se ocupan del bebé, otros continúan trabajando en la demanda colectiva. Y en medio de estos dos embrollos se encuentra nuestra inolvidable Annalise, que a sus 50 años podría decir orgullosa que continúa madurando como persona. Antes manipulaba para conseguir lo que quería sin pedirlo; ahora pide favores y reconoce que no son solo para ayudar a alguien, sino también para ayudarse a ella misma, hinchar su ego y evitar su derrumbe. Honestidad y transparencia como nuevos elementos de su ética personal.
Keating encuentra en el padre de Nate el perfil ideal para encabezar esta demanda que no solo expone un problema de xenofobia y negligencia contra pequeños o inciertos criminales negros, sino que también muestra las condiciones en las que viven estas personas en la cárcel: los aislamientos, el mal trato por parte de abogados del Turno de Oficio, el desarrollo de enfermedades mentales a causa de la presión o el continuo acoso y abono por el personal de prisión. Un cóctel inflamable con el que también descubrimos algo más del pasado Nate, del que conocemos mejor sus pectorales que su vida.
Pero si esto sale bien, la otra pata de la trama debe salir mal porque entonces no estaríamos hablando de un drama, sino de una ficción sobre felicidad en la que ningún personaje tiene una vida terrible que preferiría reciclar. La escena en la que Michaella llega a casa devastada mientras Connor, Oliver y Asher bailan, beben y se divierten describe a la perfección el ambiente general del episodio: que estos cuatro se han vuelto un poco irrelevantes en la nueva mitad de temporada y que no tenemos el chichi para farolillos porque Laurel se ha quedado sin custodia de Wes Junior y para ello han tenido que sacrificar (de momento hablamos de forma metafórica) al Doctor Isaac. ¿Quiere decir que nos da pena? Ninguna. Lo que nos atormenta es que va a ocupar más minutos en pantalla y le queremos lejos. Muy lejos. Quizás Shonda está allanando el terreno para una serie sobre psicólogos.
De momento, Bonnie y Frank trabajan a destajo para descubrir qué está pasando y quiénes son aquellas personas que están siguiendo los mismos pasos que ellos seguían en el pasado: sacar trapos sucios, sobornar, manipular pruebas, pinchar teléfonos, hackear ordenadores... Escuece cuando te atacan con tus propias armas. Lo positivo es que están curtidos en este mundo de la criminalidad para enfrentarse y destapar cualquier cosa que les echen encima. Siempre y cuando sigan vivos.
De momento, Bonnie y Frank trabajan a destajo para descubrir qué está pasando y quiénes son aquellas personas que están siguiendo los mismos pasos que ellos seguían en el pasado: sacar trapos sucios, sobornar, manipular pruebas, pinchar teléfonos, hackear ordenadores... Escuece cuando te atacan con tus propias armas. Lo positivo es que están curtidos en este mundo de la criminalidad para enfrentarse y destapar cualquier cosa que les echen encima. Siempre y cuando sigan vivos.
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