Feliz día de lleva a tu hijo al trabajo porque no le apetece ir al colegio. Curioso el sistema educativo de Seattle que te permite interrumpir la escolarización de tu hija para llevarla a hacer amiguitos a un centro sanitario y sacarles tumores inoperables el mismo día. Pero ante todo que la niña no tenga traumas, que bastante bien ha salido del divorcio y la bomba de humo de su otra mami. Sofia aparte, Arizona está ya en las últimas. ¿Dónde quedaron los patines y la encarnación del emoticono feliz? Shiny happy people ha caducado y este episodio nos reconfirma la cantidad de personajes que hay sin control del timón en este momento.
La artillería de la dejadez sobre la dirección sigue con April. Esta semana se ha dedicado a romper a los becarios psicológicamente, haciendo llorar al pobre Gafas. Gafas no es más tierno porque no le hicieron con masa madre, porque si no, lo sería. Atormentar a los internos por el hecho de que tenía una manguera a mano y le apetecía sacarla a pasear parece ser a lo que te aboca un proceso de descomposición religiosa. A eso y a asaltarle la bragueta a Jackson. Al final va a resultar graciosa de ver toda esta incómoda involución.
La nueva cobra nos hace intuir que lo de Jackson y Maggie va bien. Puede ir bien, puede ir mal, lo que importa es que son un bostezo bastante grande y, por lo que se huele, todavía no han encontrado tiempo para echar un quiqui. En un hospital donde literalmente no queda quirófano o cuartito de las escobas sin mancillar. Vete a cagar a la vía, eso no se lo cree nadie. Ambos tienen una carencia de química salvaje y probablemente los guionistas se hayan dado cuenta y no creen que merezca la pena la libidinosidad en antena siquiera. Nadie les culpa por querer ahorrarse un par de cartas de padres derechistas furibundos.
La que sí que está con el furor uterino disparado es Amelia. Ella es feliz usando a Hunt como boytoy. Bueno, quitando lo de boy y adaptándolo a su edad y función mueble en la serie. El problema está en que a veces, entre poscoito y poscoito, se les escapan los cajones de mierda. Hoy: el de la Dra. Acelga. Por algún motivo desconocido, el capítulo amoroso de la vida del Coronel Estorbo más relevante y amenazador para Amelia es Teddy Altman. Mariah Carey está preguntándose muy fuertemente quién es ésa, porque no la conoce. ¿Por qué nadie deja caer que coge un taxi al aeropuerto destino Cristina Yang? ¿Por qué nos tenemos que conformar con los segundos y cero calóricos platos?
Y, mientras tanto, el fantasma de Ellis Grey sigue danzando por el hospital. Esta señora ha dado por culo tres temporadas viva y diez muerta. ¿Cómo se come uno eso? Así está la hija de alterada, faltaría más. Maggie llega a la conclusión de que esa mujer es más mala que un dolor de muelas porque ella es la prueba viviente de que era una embustera. Mírala, llegando al gran descubrimiento médico del año, y ella solita. Y, por si semejante “Gracias, Sara” fuera poco, va Jopelines Wilson y se mete a intentar diagnosticar los mommy issues de Meredith. Ella ahora quiere ser mejor amiga de la dueña del cortijo después de ser su alfombrilla de baño durante cuatro años. ¿Y lo mejor de todo? Sin mención alguna a lo de que la semana pasada se pidiera en matrimonio con Alex. Esa continuidad chula que no falte.
Vamos a poner un punto y final a este amable y escasamente edulcorado repaso a la actualidad ficticia de ese hospital tan mal organizado como escrito. No hace falta hablar de por qué Jackson Avery tiene pataletas con sus papis a los casi 40 tacos delante de una eminencia transexual o del número de matches que hayáis tenido en Tinder durante la duración de este episodio. O sí. Probablemente esos salseos vuestros nos interesen más ahora mismo que el nombre de la máquina de invasión anal de Miranda Bailey.
Promo 14x17 One Day Like This
COMENTARIOS