Escenas de seis, siete y hasta nueve minutos de longitud. Escenas que duran días. Escenas que duran meses. Escenas que todavía están siendo grabadas y este artículo es una carta viajera en el tiempo. Lo que viene a ser una completa aberración en lo que a guion de televisión en abierto se refiere. Una auténtica fiesta para los montadores del episodio, que no se han roto la cabeza y, desde luego, mucho menos los escritores con esta trilogía de la terapia de andar por cama. El show, don’t tell y otras máximas de la narrativa audiovisual salen por la ventana en una especie de experimento estilo In Treatment que, contra todo pronóstico, deja píldoras relevantes en esta kilométrica pila de diálogos.
Acto número 1: Miss Meredith marcándose un Izzie Stevens. Heigl no vuelve, eso lo saben todos y, muy a su pesar, sus maltrechos agentes. A Meredith le entra por sorpresa un claro nuevo pretendiente que, en sus eternas conversaciones a pie de vía, evidencia dos cosas. La primera es que no me extraña que la sanidad esté saturada si los cirujanos se pasan el día de charla y de salseo con los pacientes. La segunda es que este señor, por mucho que sea de Minnesota capital, se va a venir a hacer la diálisis que le quede a la habitación de Marimerce, con o sin su prole mediante.
Casualidad no es que el Dr. Mars, primo de Veronica, esté interpretado por Scott Speedman, un antiguo America’s sweetheart que desde hace un par de temporadas luce palmito en esa oda a la testosterona y la falta de camisetas titulada Animal Kingdom. Que el fichaje para ronear a Meredith no sea un mindundi, que venga con créditos y que casualmente su otro trabajo terminase la temporada pasada en cliffhanger mortal dice bastante también. Por no hablar del perfil de cuarentón sexy de ojitos tiernos que para nada nunca jamás de los jamases hemos visto hacer tilín a la dueña del cortijo. En resumidas cuentas: ¿quién quiere Meetic teniendo una serie con tu nombre?
Acto número 2: la teniente Kepner. Lo de April y la religión en plena Semana Santa ya es un cachondeo. Que si soy cristiana ultraconservadora, que si me meto a cirujana, que si en caso de enfermedad no sé si rezarme un rosario o cogerme un bisturí. Ahora me enfado con Dios Jesucristo Superstar, me deprimo, me hundo, me bebo todo lo bebible y me follo todo lo follable. Y, de repente, un rabino sin tirabuzones en fase de descomposición que me cura milagrosamente con una de psicología de Torá en su lecho de muerte.
Repetimos: ¿por qué esta gente sólo tiene un paciente al día y les regalan consultas de psicoterapia moribunda en vez de ser curados? ¡¿Quién atiende a quién?! Este hospital cada día funciona peor. Y claro, como April no iba a apretarse al judío pocho, no merecía la pena salvarlo, ¿verdad? Fatal me parece. La cirujana beata es abierta en canal. Un martirio mental para que Kepner saque el veneno y el whiskazo y, la pregunta de aún más rigor que la anterior: ¿en qué quedará toda esta putrefacción personal de las últimas ocho semanas después de ser sanada por el rabino leproso? Qué bonita les ha quedado la inversión de roles bíblicos, perfecta para la catequesis de vuestros niños, que ya es la época, marineritos.
Acto número de 3: el chiste. Si las otras dos habían trabajado más bien poquito, Hunt ya se ha tocado las pelotas a dos manos. Bueno, cuatro. El Coronel Bostezos se va corriendo a un páramo nevado a buscar al amor de su vida: ¿Cristina Yang: diosa, reina y diva? No, Teddy Altman, ingrediente de menestra y comodín de temporada. Hunt, probablemente sin duchar después de haberse empotrado a Amelia antes de ayer, se planta en casa de Teddy para reconquistarla. Teddy cae rendida a sus pies y le abre la boca, las piernas y el corazón antes siquiera de las susodichas escenas de diez minutos de piquipiqui. Nena, un poco de hacerse la coqueta, ¿no crees? Así no dilatas las tramas ni los contratos.
Teddy, que tonta no es a diferencia del otro, huele la feromona y otros flujos de Shepherda rápido y le canta las cuarenta al pánfilo que lleva ocho años resistiendo la guadaña de Shonda. ¿Qué hay más sexy que un hombre que viene a conquistarte porque su ex se lo ha dicho cinco minutos antes? "Ea, vete corriendo con la otra que igual te quiere". Cual perrillo abandonado en una gasolinera Cepsa un primer día de operación salida, Hunt corre a ver si por aquí le adopta alguien. La atracción física, psíquica y sexual desbordándosele por los cuatro costados. Lo de este señor es de juzgado de guardia, y a ver si con un poco de suerte le atropella una quitanieves después de echarle a patadas la otra.
Terminamos el repaso a este maravilloso día de dilatadas conversaciones con una pequeña mención a nuestro instrumento dramático favorito: Las Rentas. Cómo se agarran a esos tiempos añejos de Meredith en el bar mirando al tintineo de la puerta esperando ver a Derek entrar. ¿Estamos dejando caer que el Dr. Mars le va a hacer gozar de tal manera que va a rejuvenecer catorce años?
¿O sólo era un plano nostálgico casual para cerrar el episodio y que Ellen Pompeo se pueda enorgullecer diciendo lo bien que le han sentado los años?
¿O sólo era un plano nostálgico casual para cerrar el episodio y que Ellen Pompeo se pueda enorgullecer diciendo lo bien que le han sentado los años?
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