Definir las características del terror y localizarlo en el mapa actual de la ficción televisiva son tareas más complicadas de lo habitual. La no-renovación de Ash vs. Evil Dead por una cuarta temporada en Starz nos hace cuestionar la cabida que tiene este género en la era del Peak TV. Se producen cientos de series al año, pero cuesta enmarcar a alguna de ellas dentro de la horquilla del miedo; es difícil en Estados Unidos y es impensable en industrias televisivas europeas menos hegemónicas y con presupuestos menores. Y cuando lo conseguimos, las audiencias o la calidad no siempre acompañan a estas producciones. En TV Spoiler Alert reflexionamos sobre las trabas a las que el terror se enfrenta en la televisión de hoy. ¿Tiene algún tipo de salvación o está condenado a la insignificancia?
Cuando el terror está mezclado o es solo un reclamo
Es necesario dejar claro que muestras de terror en televisión no faltan. Es un género lo suficientemente asentado en las industrias culturales como para obviarlo. Sin embargo, habitualmente nos encontramos pruebas de que se encuentra relegado a un papel complementario, a pesar de tener todos los ingredientes para ser el protagonista. El drama suele ser el principal contenedor de estas pretensiones que acaban en saco roto. Podemos tener misterio, sustos, horror, suspense o violencia extrema, pero siempre a trozos; como el monstruo de Frankenstein.
Los casos más claros son The Walking Dead y Fear the Walking Dead, que usan al muerto viviente (símbolo muy importante en el género) como excusa para desarrollar un drama postapocalíptico. Tampoco podemos olvidarnos de las recientes, aunque ya finalizadas o a punto de ello, The Vampire Diaries, Teen Wolf o The Originals, series que se dan ínfulas de terror al estar protagonizadas por vampiros, brujas y hombres lobo, pero que realmente son dramas adolescentes y románticos.
Sin un resultado tan nefasto como las anteriores podemos incluir a Supernatural, Sleepy Hollow o Van Helsing, que aunque abrazan el género en ciertos episodios, finalmente se decantan por desecharlo o por fusionarlo de manera imprecisa con la fantasía y lo sobrenatural. Lo mismo le ocurre a Stranger Things y Black Mirror, que se construyen alrededor de una línea muy difusa entre la ciencia ficción y el terror, primos hermanos en lo audiovisual y en la literatura.
En otra esquina encontraríamos a Z Nation, que abraza los clichés de la Serie B de los 80 para parodiar las series de AMC, no tomarse en serio a sí misma y entretener al espectador sin ninguna aspiración cercana al género De aquí podríamos saltar a la comedia de terror, con iZombie y Santa Clarita Diet, que utilizan la sátira y el humor negro para ofrecer ficciones divertidas, pero sin esa pureza terrorífica cuya existencia en televisión cuestionamos.
Los casos más claros son The Walking Dead y Fear the Walking Dead, que usan al muerto viviente (símbolo muy importante en el género) como excusa para desarrollar un drama postapocalíptico. Tampoco podemos olvidarnos de las recientes, aunque ya finalizadas o a punto de ello, The Vampire Diaries, Teen Wolf o The Originals, series que se dan ínfulas de terror al estar protagonizadas por vampiros, brujas y hombres lobo, pero que realmente son dramas adolescentes y románticos.
Sin un resultado tan nefasto como las anteriores podemos incluir a Supernatural, Sleepy Hollow o Van Helsing, que aunque abrazan el género en ciertos episodios, finalmente se decantan por desecharlo o por fusionarlo de manera imprecisa con la fantasía y lo sobrenatural. Lo mismo le ocurre a Stranger Things y Black Mirror, que se construyen alrededor de una línea muy difusa entre la ciencia ficción y el terror, primos hermanos en lo audiovisual y en la literatura.
En otra esquina encontraríamos a Z Nation, que abraza los clichés de la Serie B de los 80 para parodiar las series de AMC, no tomarse en serio a sí misma y entretener al espectador sin ninguna aspiración cercana al género De aquí podríamos saltar a la comedia de terror, con iZombie y Santa Clarita Diet, que utilizan la sátira y el humor negro para ofrecer ficciones divertidas, pero sin esa pureza terrorífica cuya existencia en televisión cuestionamos.
Cuando las audiencias o la calidad no acompañan
Aunque mencionemos series que trabajan con el terror a medias, o que no lo desarrollan de manera pura y aterradora, no significa que no existan buenos y completos ejemplos del género en televisión. Si no, podríamos tirarnos de los pelos. No obstante, que sean acertados no significa que hayan triunfado. De hecho, los datos de audiencia no han acompañado en ningún momento a estas ficciones, que han tenido que pelear contra la industria a pesar del aclamo de la crítica especializada. Por ejemplo: Hannibal, con un terror psicológico y sangriento infernal en una cadena en abierto que no pudo soportarlo más de tres temporadas; Penny Dreadful, que adaptó las historias de los monstruos clásicos con una dirección y unos guiones sofisticados, pero que finalizó en su tercera temporada a pesar de sus grandes posibilidades narrativas; o Bates Motel, que provocó el fin de la producción de ficción en A&E por sus malas cifras de espectadores.
Ash vs. Evil Dead se une a la lista de fracasos a pesar de la excelencia. Bruce Campbell capitaneó con maestría durante tres temporadas la continuación seriada y gore de Posesión Infernal, gran éxito cinematográfico de los 80 dirigido por Sam Raimi, que también produce la serie. Sin embargo, Starz le dio el golpe de gracia ante la audiencia tan negativa que cosechó durante la última entrega. Lo mismo puede ocurrir con Outcast, estrenada en 2016 en Cinemax, sin apenas repercusión y con una segunda temporada confirmada que no se estrenará hasta el mes de julio de 2018, dos años después de la primera entrega.
También podemos conjeturar de forma prematura con The Terror, el último estreno de AMC que nos tiene acongojados por su habilidad para contar la historia de las tripulaciones del HMS Erebus y del HMS Terror, que en 1847 se fueron a investigar el Ártico y quedaron atrapados. A pesar de la calidad de la producción, capitaneada por Ridley Scott (que nos regaló la maravillosa Alien), las audiencias no han hecho más que bajar en la cadena de cable norteamericano. Comenzaron con más de 3 millones en la season premiere y cinco semanas después se encuentran por debajo del millón. ¿Conseguirá la renovación? Posiblemente, pero no llegará demasiado lejos si los datos continúan descendiendo.
Menos suerte corrieron aquellas series cuya calidad dejaba bastante que desear. The Strain, Dead of Summer, Scream Queens, The Mist, Hemlock Grove o Wayward Pines son ejemplos de ficciones que no tuvieron una buena aceptación entre el público o la crítica. Acabaron canceladas, en el olvido y con una oportunidad fallida para mostrar el verdadero músculo del terror. Otra como Slasher continúa en emisión, a pesar de su inestable guión y sus dudosas interpretaciones.
Resulta complicado hacer realidad este género en televisión. Todo lo contrario sucede en el mundo cinematográfico. En los últimos años, varias películas de miedo con un presupuesto reducido han multiplicado de manera exponencial sus beneficios y su repercusión en medios y premios, consiguiendo, incluso, secuelas quizás innecesarias desde el punto de vista narrativo. En el cine estamos ante una plataforma en la que el terror brilla. En televisión hablamos de producciones de nicho que suponen un riesgo para los estudios y que quedan relegadas a pequeñas cadenas de cable.
Ash vs. Evil Dead se une a la lista de fracasos a pesar de la excelencia. Bruce Campbell capitaneó con maestría durante tres temporadas la continuación seriada y gore de Posesión Infernal, gran éxito cinematográfico de los 80 dirigido por Sam Raimi, que también produce la serie. Sin embargo, Starz le dio el golpe de gracia ante la audiencia tan negativa que cosechó durante la última entrega. Lo mismo puede ocurrir con Outcast, estrenada en 2016 en Cinemax, sin apenas repercusión y con una segunda temporada confirmada que no se estrenará hasta el mes de julio de 2018, dos años después de la primera entrega.
También podemos conjeturar de forma prematura con The Terror, el último estreno de AMC que nos tiene acongojados por su habilidad para contar la historia de las tripulaciones del HMS Erebus y del HMS Terror, que en 1847 se fueron a investigar el Ártico y quedaron atrapados. A pesar de la calidad de la producción, capitaneada por Ridley Scott (que nos regaló la maravillosa Alien), las audiencias no han hecho más que bajar en la cadena de cable norteamericano. Comenzaron con más de 3 millones en la season premiere y cinco semanas después se encuentran por debajo del millón. ¿Conseguirá la renovación? Posiblemente, pero no llegará demasiado lejos si los datos continúan descendiendo.
Menos suerte corrieron aquellas series cuya calidad dejaba bastante que desear. The Strain, Dead of Summer, Scream Queens, The Mist, Hemlock Grove o Wayward Pines son ejemplos de ficciones que no tuvieron una buena aceptación entre el público o la crítica. Acabaron canceladas, en el olvido y con una oportunidad fallida para mostrar el verdadero músculo del terror. Otra como Slasher continúa en emisión, a pesar de su inestable guión y sus dudosas interpretaciones.
Resulta complicado hacer realidad este género en televisión. Todo lo contrario sucede en el mundo cinematográfico. En los últimos años, varias películas de miedo con un presupuesto reducido han multiplicado de manera exponencial sus beneficios y su repercusión en medios y premios, consiguiendo, incluso, secuelas quizás innecesarias desde el punto de vista narrativo. En el cine estamos ante una plataforma en la que el terror brilla. En televisión hablamos de producciones de nicho que suponen un riesgo para los estudios y que quedan relegadas a pequeñas cadenas de cable.
Cuando la antología se postula como única salvación
¿Habría entonces algún tipo de método para salvar al terror en televisión? En los últimos años, la respuesta parece estar en la antología, la construcción de series a través de temporadas independientes entre sí que desarrollan el terror desde diferentes vertientes y subgéneros con bastante libertad y riesgo. Precisamente, los ejemplos más exitosos y acertados del género, tanto a nivel de crítica como de audiencia, se corresponden con esta práctica audiovisual. American Horror Story y Channel Zero destacan como paradigmas actuales del horror y aseguran una calidad envidiable en televisión. La primera tiene a sus espaldas la friolera de ocho temporadas y la segunda ha estrenado tres temporadas en menos de dos años, que serán cuatro en unos pocos meses.
Pero además de triunfar, resulta que la antología también se ha convertido en el método de supervivencia para las series de terror. Es el caso de El Exorcista, que ha tenido que recurrir a ella para sobrevivir por una segunda temporada independiente en la que únicamente continuarán los dos protagonistas, Tomás Ortega (Alfonso Herrera) y Marcus Keane (Ben Daniels). Scream, de MTV, también ha necesitado un reboot en su tercera temporada para tener un futuro algo más fructífero que las dos anteriores entregas. Y la próxima, que ya viene preparada de casa, es Castle Rock. La nueva ficción de Hulu no quiere sufrir la misma suerte que otras series fracasadas basadas en obras de Stephen King y ha ido a lo seguro con una antología que involucrará personajes del universo literario del autor.
Pero además de triunfar, resulta que la antología también se ha convertido en el método de supervivencia para las series de terror. Es el caso de El Exorcista, que ha tenido que recurrir a ella para sobrevivir por una segunda temporada independiente en la que únicamente continuarán los dos protagonistas, Tomás Ortega (Alfonso Herrera) y Marcus Keane (Ben Daniels). Scream, de MTV, también ha necesitado un reboot en su tercera temporada para tener un futuro algo más fructífero que las dos anteriores entregas. Y la próxima, que ya viene preparada de casa, es Castle Rock. La nueva ficción de Hulu no quiere sufrir la misma suerte que otras series fracasadas basadas en obras de Stephen King y ha ido a lo seguro con una antología que involucrará personajes del universo literario del autor.
Si echamos la vista atrás, a todos estos ejemplos podríamos añadir clásicos del terror televisivo que ahora son recordados como referentes del género. Expediente X, Buffy Cazavampiros, The Twilight Zone, Historias de la cripta, Dead Set o Historias para no dormir (como representante español) son ahora mencionadas como modelos de lo que en su día consiguió el miedo, la repulsión, lo espeluznante y lo sangriento. Esto nos hace pensar que, actualmente, el terror necesita creadores que lo hayan devorado previamente y quieran aportar su propia visión al género. Pero también requiere mimos, riesgo y esfuerzo por parte de las productoras, ya sea o no en forma de antología. Es difícil cuando se trata de un nicho tan específico, pero, en una época en la que el espectador ha diversificado sus gustos y tiene la capacidad de crear su parrilla televisiva sin depender de la programación lineal, estas ficciones pueden ganar relevancia con el terror como elemento diferenciador. Con cientos de series en emisión al año y millones de dólares invertidos, aportar sensaciones y sentimientos que se alejen del drama o la comedia puede ser el camino a seguir.
Sea o no en forma de antología, esperamos que dentro de poco tiempo se puedan usar series actualmente en emisión como ejemplos sobresalientes y significativos de lo que verdaderamente es el terror. Será el mejor indicativo para saber que, finalmente, el género ha encontrado su lugar para brillar con éxito y ha demostrado, por si quedaba alguna duda, lo importante que es para la televisión.
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