No sabemos ni por dónde empezar después de esta hora y cuarto de episodio. Westworld nos ha dejado con el culo torcido una semana más. Y parece que esta va a ser la constante de la temporada, porque todos los engranajes se han puesto a funcionar después de un planteamiento que ha explotado por los aires para decirnos, básicamente, que las teorías que estamos planteando son minucias al lado de lo que de verdad se cierne sobre el macrouniverso robótico de Delos. El juego de Ford está dando sus frutos. ¿Querrá la destrucción completa de la realidad tal y como la concebimos para instaurar un nuevo orden mundial? Ni muerto parece que este hombre descansa. Porque está muerto, ¿verdad?
Ya sabíamos que el punto de vista de Bernard no era de fiar. Tiene una falta grave de fluido cortical (que no tenemos ni idea de qué es, pero suena importante para el funcionamiento de los anfitriones) y sus recuerdos van y vienen. Están desordenados. Se mezclan y los vive al mismo tiempo. No sabemos si estamos viendo su presente o su pasado, pero la buena noticia es que Elsie Hughes (Shannon Woodward) está viva y preparada para acabar con todo el que se le ponga por delante. Nuestro viejo Arnold solo la había dejado inconsciente en una cueva en medio de la nada. Aunque al principio no confía en él, por motivos más que evidentes, después de un tira y afloja deciden colaborar juntos para investigar qué ocurre en ese laboratorio secreto que han descubierto.
Un nuevo código más complejo, moldes de androides ejerciendo de soldados, esferas rojas que se crean de la nada, mucho secretismo... Pensábamos que Peter Abernathy ocultaba en su interior los datos de todos los visitantes del mundo de Delos. Y aunque no podemos descartar esto, sí confirmamos que la información que Charlotte intentaba recuperar era la llave para crear individuos reales. Ni anfitriones, ni humanos. Un híbrido. Artificial, pero con la personalidad y los recuerdos de la persona que existía antes.
¿Y quién parece ser el primer conejillo de indias de esta creación? El mismísimo James Delos (Peter Mullan), fundador de la compañía, inversor primitivo del parque y el hombre que, antes de morir, pidió a su yerno William introducir su conciencia en un anfitrión. ¿Habrá más como él? Está claro que este episodio nos revela bastantes misterios, pero estamos ante una historia sobre la muerte, un concepto estrictamente ligado a la vida y al ser humano. "Crees que conoces la muerte, pero no", dice nuestro Hombre de Negro antes de partirle un vaso de cristal a Major Craddock en el cuello y después volarle por los aires.
Es muy interesante ver la evolución de William a lo largo de los años y conocer un poco más de su vida fuera del parque. Él cree que la respuesta a este juego macabro está en un lugar, pero Ford, a través de los huéspedes, parece indicarle no un dónde, sino un cuándo. Y es que la clave de todo podría estar en el pasado de Bill: la creación de Delos, el suicidio de su mujer, la experimentación para crear humanos inmortales o el odio de Grace, su propia hija (la que casi acaba zampada por un tigre). ¿Cuestión de venganza o de querer abrirle los ojos? ¿Una suma de errores que ahora le explota en la cara? El Hombre de Negro se creía un Dios y pensaba que en sus manos tenía la clave definitiva para la inmortalidad, pero la madurez y la experiencia llamaron a su puerta. El mensaje es bastante claro: "las personas no están hechas para vivir eternamente".
Después de cientos de intentos, James Delos sigue sufriendo errores. Todo se va a pique cada vez que conoce su verdadera realidad. Sin embargo, él quería alojar su conciencia en un anfitrión. ¿Es un problema del código? ¿Es demasiada información para asimilar de golpe? Quizás ninguna de estas dos. Quizás la conciencia humana no está preparada para existir después de la muerte. Y esto también nos daría pistas sobre la naturaleza de Dolores, Maeve y, ahora, Bernard. Ellos creen seguir su propio camino, haber roto sus ataduras al descubrir que son androides y no elegir entre los buenos y los malos. Pero si el juego de Ford resulta tan importante como parece, quizás los protagonistas solo están siguiendo las instrucciones que su difunto dueño les ha programado. ¿Será The Door la herramienta para la libertad real y lograr, así, ser un humano artificial, inmortal y perfecto?
Nos acercamos al ecuador de la temporada y en el episodio de la semana que viene el universo de Delos se vuelve a ampliar. Esta vez con el esperado Shogun World y sus samuráis. ¿Tendrá relación con el nexo que parece envolver a toda esta segunda entrega de Westworld?
Ya sabíamos que el punto de vista de Bernard no era de fiar. Tiene una falta grave de fluido cortical (que no tenemos ni idea de qué es, pero suena importante para el funcionamiento de los anfitriones) y sus recuerdos van y vienen. Están desordenados. Se mezclan y los vive al mismo tiempo. No sabemos si estamos viendo su presente o su pasado, pero la buena noticia es que Elsie Hughes (Shannon Woodward) está viva y preparada para acabar con todo el que se le ponga por delante. Nuestro viejo Arnold solo la había dejado inconsciente en una cueva en medio de la nada. Aunque al principio no confía en él, por motivos más que evidentes, después de un tira y afloja deciden colaborar juntos para investigar qué ocurre en ese laboratorio secreto que han descubierto.
Un nuevo código más complejo, moldes de androides ejerciendo de soldados, esferas rojas que se crean de la nada, mucho secretismo... Pensábamos que Peter Abernathy ocultaba en su interior los datos de todos los visitantes del mundo de Delos. Y aunque no podemos descartar esto, sí confirmamos que la información que Charlotte intentaba recuperar era la llave para crear individuos reales. Ni anfitriones, ni humanos. Un híbrido. Artificial, pero con la personalidad y los recuerdos de la persona que existía antes.
¿Y quién parece ser el primer conejillo de indias de esta creación? El mismísimo James Delos (Peter Mullan), fundador de la compañía, inversor primitivo del parque y el hombre que, antes de morir, pidió a su yerno William introducir su conciencia en un anfitrión. ¿Habrá más como él? Está claro que este episodio nos revela bastantes misterios, pero estamos ante una historia sobre la muerte, un concepto estrictamente ligado a la vida y al ser humano. "Crees que conoces la muerte, pero no", dice nuestro Hombre de Negro antes de partirle un vaso de cristal a Major Craddock en el cuello y después volarle por los aires.
Es muy interesante ver la evolución de William a lo largo de los años y conocer un poco más de su vida fuera del parque. Él cree que la respuesta a este juego macabro está en un lugar, pero Ford, a través de los huéspedes, parece indicarle no un dónde, sino un cuándo. Y es que la clave de todo podría estar en el pasado de Bill: la creación de Delos, el suicidio de su mujer, la experimentación para crear humanos inmortales o el odio de Grace, su propia hija (la que casi acaba zampada por un tigre). ¿Cuestión de venganza o de querer abrirle los ojos? ¿Una suma de errores que ahora le explota en la cara? El Hombre de Negro se creía un Dios y pensaba que en sus manos tenía la clave definitiva para la inmortalidad, pero la madurez y la experiencia llamaron a su puerta. El mensaje es bastante claro: "las personas no están hechas para vivir eternamente".
Después de cientos de intentos, James Delos sigue sufriendo errores. Todo se va a pique cada vez que conoce su verdadera realidad. Sin embargo, él quería alojar su conciencia en un anfitrión. ¿Es un problema del código? ¿Es demasiada información para asimilar de golpe? Quizás ninguna de estas dos. Quizás la conciencia humana no está preparada para existir después de la muerte. Y esto también nos daría pistas sobre la naturaleza de Dolores, Maeve y, ahora, Bernard. Ellos creen seguir su propio camino, haber roto sus ataduras al descubrir que son androides y no elegir entre los buenos y los malos. Pero si el juego de Ford resulta tan importante como parece, quizás los protagonistas solo están siguiendo las instrucciones que su difunto dueño les ha programado. ¿Será The Door la herramienta para la libertad real y lograr, así, ser un humano artificial, inmortal y perfecto?
Nos acercamos al ecuador de la temporada y en el episodio de la semana que viene el universo de Delos se vuelve a ampliar. Esta vez con el esperado Shogun World y sus samuráis. ¿Tendrá relación con el nexo que parece envolver a toda esta segunda entrega de Westworld?
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