El pasado 8 de marzo, en pleno despertar de la midseason americana, llegaba a las pantallas de la NBC una serie con una premisa no muy original pero con el aval que supone el nombre de la gran Mindy Kaling como productora ejecutiva y actriz secundaria. En este blog, hace más de un año, en los Upfronts de 2017, comentábamos que era precisamente el “toque Mindy” lo que nos animaba a verla. La mente de esta quadruple threat -actriz, productora, guionista y directora- nos ha dejado joyas como su paso por The Office US o la alocada The Mindy Project. ¿Por qué no confiar en ella?
Eso mismo debió de pensar la cadena del pavo real, porque ya habían dejado escapar a la doctora Mindy Lahiri a FOX (posteriormente Hulu) y uno no puede permitirse rechazar dos veces a Kaling porque es sinónimo de éxito casi seguro. Champions, para su desgracia, aunque huele al humor de Mindy de vez en cuando, no consigue ser una serie que llame la atención. Y es que sus personajes estereotipados, todos un clásico en los trabajos de Kaling, no resultan para nada refrescantes y algunas de las tramas simplemente no funcionan ni casan.
¿Por qué Champions no es tan buena como los anteriores proyectos de Mindy Kaling? Vamos a tratar de responder a esta pregunta, y lo vamos a hacer tomando como referencia el segundo libro autobiográfico de la actriz: Why Not Me? En la segunda entrega de la historia de su vida, cuenta cómo surge la idea de The Mindy Project y nos ofrece su receta para el éxito. Tres simples ingredientes para lo que una nueva serie sea un triunfo:
Ingrediente Nº1: Un gran protagonista cómico (A big funny lead)
El protagonista de la serie es un gran fail. Vince está llamado a ser ese gran protagonista. Un hombre soltero que descubre que tiene un hijo gay adolescente y debe hacerse cargo de él para que pueda cumplir su sueño de formar parte de Broadway. Incluso en la descripción de su personaje la acción recae sobre un tercero.
El joven Michael es el que se convierte en un pequeño Mindy y se carga a sus espaldas el peso de una serie con un líder muy flojo. Prácticamente todas los storylines con cierta gracia pasan por las manos del benjamín del reparto, e incluso el bobalicón de Matthew se convierte en un scene stealer de vez en cuando. Pero el carisma de Vince es tan bajo como los ingresos del gimnasio del que es dueño.
Ingrediente Nº2: Un entorno convincente (A compelling setting)
Mindy asegura que parte del éxito de su personaje en The Mindy Project proviene de ese juego de situaciones que permite el contexto médico. Su personaje hace cosas terribles y egoístas en su vida personal, mientras que su vida laboral consiste en ayudar a bebes a nacer y salvar vidas. Esa dualidad de la persona de la doctora Lahiri hace que sea más entretenida.
En Champions, Vince es un señor que comete fallos como padre y que no siempre entiende los deseos de un hijo muy especial y de un hermano pequeño demasiado needy. Cuando va a trabajar, es un jefe que toma malas decisiones en un gimnasio prácticamente en bancarrota y al que sus trabajadores detestan la mayor parte del tiempo. No existe equilibrio. Vince es una constante montaña de errores. No podemos tomarnos un respiro o conectar emocionalmente con un hombre que se comporta igual en casa que en su trabajo. Necesitamos capas.
Ingrediente Nº3: Pretensiones literarias (Literary pretensions)
El tercer ingrediente proviene de la inspiración literaria. En el caso de The Mindy Project, cuenta en su libro que está inspirada (en parte) por Orgullo y Prejuicio de Jane Austen.
La referencia literaria de Champions la desconozco. Más bien está inspirada en todas esas películas anteriores en las que un señor descubre que tiene un hijo: Papá por sorpresa, No se aceptan devoluciones, Un padre en apuros o, más recientemente, series como Baby Daddy. El argumento, como vemos, está más que trillado. Y ni siquiera de formas muy prolíficas.
La receta de Mindy Kaling no parece haber salido muy bien esta vez. Quizá es uno de esos platos que se hacen de mañaneo para evitar la resaca al día siguiente. Champions, como poco, se deja ver, no se hace pesada y veinte minutos te entretiene. El problema es que es tan sosa que no hay forma de que impacte al espectador. Es de esas series que te dejan prácticamente igual viéndola como no viéndola. Quizás por eso sigue en el limbo y NBC no se ha pronunciado sobre ella. Sólo falta esperar la sentencia de la cadena.
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