Jonathan Nolan y Lisa Joy no solo adaptaron y ampliaron Westworld con el objetivo de convertirse en el próximo buque insignia de HBO. El matrimonio creativo ha construido un universo en constante evolución que se redefine tras cada episodio y evidencia la infinidad de posibilidades que tienen a sus pies. Mientras unos esperan saber cómo concluirá la historia de Poniente, otros retozamos de alegría al pensar en la multitud de historias que nos contarán desde dentro (o fuera) de Delos en las próximas temporadas. Claro que elegir las combinaciones más armoniosas no es tarea sencilla. Sin embargo, con delicadeza, paciencia y esmero, están armando un relato maravilloso que roza la perfección.
Hasta ahora, los flashbacks eran un recurso para retorcer las líneas temporales y sumirnos en la misma confusión que sufría Bernard. Sin embargo, y una vez aclarado el orden, viajar al pasado se convierte en un deleite para el espectador lleno de poesía visual y belleza narrativa. A primera vista parece un episodio de relleno, pero el 2x08 esconde multitud de revelaciones sobre cuestiones que habíamos olvidado porque solo queríamos un cuadro pintado con brocha gorda. Pero por si no nos lo habían dejado ya claro: Westworld no es solo una serie que resuelve misterios; también es una ficción que hace preguntas y que reflexiona alrededor de la cuestión del ser.
Kiksuya no es un relato repetitivo sobre un tema ya aclarado en la primera temporada, sino que es una nueva perspectiva, muy emotiva, espiritual y llena de sufrimiento, sobre el despertar. ¿Cómo funciona realmente el proceso por el que los anfitriones son conscientes de sí mismos? ¿Qué ocurre cuando nadie más a tu alrededor es capaz de ver lo que tú sí percibes?
Akecheta, de la Ghost Nation, fue el primer anfitrión en ser consciente de su propia existencia, de sus múltiples vidas y de sus recuerdos cada vez que restablecían su cuerpo robótico o cambiaban su narrativa de simple nativo americano a guerrero indio violento. Él seguramente no lo describiría con esas palabras, sino que adaptaría todo a su propia cultura religiosa y lo traduciría al lakota, un idioma Sioux. Pero nos queda claro que ni es villano, ni es una amenaza sin razón. Zahn McClarnon está interpretando a uno de los personajes clave de esta temporada. Él presenció la muerte de Arnold a manos de Wyatt. Él fue quien descubrió el laberinto en primer lugar y quien se encargó de transmitírselo a su tribu. Él intentó proteger a Maeve y a su hija. Él sorprendió a Ford, que pudo darle indicaciones para después de la rebelión de Dolores.
Y en ningún momento la curiosidad de Akecheta fue frenada. El conocimiento de su existencia y el escuchar su propia voz le permitieron vivir durante bastantes años sin que nadie en Delos se percatara y actualizara su antigua carrocería. Así fue como, a ritmo de una versión al piano de Heart-Shaped Box de Nirvana, deambuló por Delos sin ser visto para descubrir la cruda realidad sobre su amada. Así fue también como descubrió La Puerta al otro mundo, un escenario que nosotros vemos por primera vez y que, de momento, es solo un amasijo de hierros. Quién nos iba a decir que Logan Delos, delirante y desnudo, iba a explicar con una sola frase el eje central de esta temporada. "Debe de haber una salida. ¿Dónde está la puerta? Este es el mundo equivocado". Bicho malo nunca muere.
No obstante, paralelamente al relato de Akecheta, dos personajes luchan por su vida de una manera muy primitiva y semejante. La muerte no hace distinciones esta vez. El sufrimiento, en ambos casos, no entiende de sangre humana o artificial. Por un lado, el Hombre de Negro es recluido por la Ghost Nation y permanece muy herido hasta que llega su hija Grace, que se lo lleva para hacerle sufrir todavía más. Premio a la relación padre-hija más sana del año. Por otro lado, Maeve se encuentra herida en The Mesa y abierta en canal mientras investigan por qué es capaz de controlar a otros androides con la mente. Y aquí asistimos a la explicación de semejante poder: ella realmente ha estado modificando el código de los robots en directo de manera interna y con permisos de administradora. ¿Un regalo de Ford? ¿Una consecuencia de haber logrado ser muy consciente de su existencia?
En cualquier caso, resulta muy emotivo ver cómo se despide de su hija y de Akecheta a través de código y, al mismo tiempo, que Charlotte Hale maquina cómo revertir tan avanzada capacidad. Resulta hasta bonito ver el arrepentimiento de Lee por lo que ha causado. ¿Se pondrá en contra de Delos para salvarle la vida? ¿Estará Maeve modificando otros procesos en el código de los anfitriones mientras dice adiós? Kiksuya quizás haya sido un episodio de exposición en el que la trama no ha avanzado en el tiempo, pero sí ha logrado ampliar nuestros conocimientos sobre la naturaleza interna de los anfitriones. Viajar al pasado nos ha ayudado a rellenar esos vacíos de información que, aunque no entorpecían lo más revelador de la temporada, nos permiten disfrutar más del universo Westworld antes de llegar a su clímax en dos semanas.
No obstante, paralelamente al relato de Akecheta, dos personajes luchan por su vida de una manera muy primitiva y semejante. La muerte no hace distinciones esta vez. El sufrimiento, en ambos casos, no entiende de sangre humana o artificial. Por un lado, el Hombre de Negro es recluido por la Ghost Nation y permanece muy herido hasta que llega su hija Grace, que se lo lleva para hacerle sufrir todavía más. Premio a la relación padre-hija más sana del año. Por otro lado, Maeve se encuentra herida en The Mesa y abierta en canal mientras investigan por qué es capaz de controlar a otros androides con la mente. Y aquí asistimos a la explicación de semejante poder: ella realmente ha estado modificando el código de los robots en directo de manera interna y con permisos de administradora. ¿Un regalo de Ford? ¿Una consecuencia de haber logrado ser muy consciente de su existencia?
En cualquier caso, resulta muy emotivo ver cómo se despide de su hija y de Akecheta a través de código y, al mismo tiempo, que Charlotte Hale maquina cómo revertir tan avanzada capacidad. Resulta hasta bonito ver el arrepentimiento de Lee por lo que ha causado. ¿Se pondrá en contra de Delos para salvarle la vida? ¿Estará Maeve modificando otros procesos en el código de los anfitriones mientras dice adiós? Kiksuya quizás haya sido un episodio de exposición en el que la trama no ha avanzado en el tiempo, pero sí ha logrado ampliar nuestros conocimientos sobre la naturaleza interna de los anfitriones. Viajar al pasado nos ha ayudado a rellenar esos vacíos de información que, aunque no entorpecían lo más revelador de la temporada, nos permiten disfrutar más del universo Westworld antes de llegar a su clímax en dos semanas.
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