Este 1 de julio se han cumplido 13 años de la aprobación, por parte del Congreso de los Diputados, del matrimonio entre personas del mismo sexo. El cambio en unas pocas palabras del Código Civil fue suficiente para que España se convirtiera en uno de los países más avanzados en materia LGBT del mundo. Parecía el principio de un sueño europeo e internacional, un gran paso en materia de derechos. Lo que no esperábamos es que esto de la igualdad se convirtiera en una carrera de fondo en la que nuestro país se ha quedado algo rezagado. Ni ley trans, ni tampoco ley contra la LGBTfobia. Lo mismo ha ocurrido con los personajes LGBT en las series españolas de televisión. Parecía que sí, pero no.
Durante bastantes años hemos tenido duraderos y reconocibles ejemplos en Al salir de clase, Hospital central, Aquí no hay quien viva, Aída, Los hombres de Paco o Física o química. No obstante, los clichés, los estereotipos y la manía de matar a los pocos personajes no heteronormativos de estas series han influido para que España nunca consolidara una ficción diversa a la altura del momento socio-político. Y esa carga la arrastramos hasta hoy, donde nos encontramos con un déficit en la calidad de personajes LGBT. Mientras tanto, los más jóvenes recurren a referentes extranjeros para saber que lo que sienten no es algo malo, infrecuente o motivo de burlas. Es un sabor agridulce que señala la cantidad de trabajo que falta por hacer en la televisión de nuestro país. ¿Qué calificación se merece esta representación en las series españoles actuales?
Una televisión anclada en el abierto
El suspenso inmediato se lo ganan La que se avecina y Ella es tu padre, ambos ejemplos de Telecinco que huelen a naftalina por su relato de las mujeres trans. La primera continúa en emisión y la segunda desapareció en Navidad de este año con episodios aún por emitir. Hay bastantes similitudes entre ambas ficciones, pero la más destacable es que son series protagonizadas por hombres cis en un entorno de comedia. Lo que parecían dos oportunidades perfectas para romper estigmas a través del humor, se convierten en sórdidas representaciones de la realidad transexual.
En el caso de la serie protagonizada por Carlos Santos, y en palabras de Carolina Laferre, activista y periodista trans, esta ficción "transita" entre la "ineptitud ordinaria y lo patético más sublime", dando origen a "falsas oportunidades de hacer empatizar con la población trans". Lo rancio también destaca en Montepinar, a pesar de las supuestas buenas intenciones de Laura y Alberto Caballero, creadores de la serie. Situaciones ridículas y chascarrillos simplones confunden y desinforman a los espectadores por la ausencia notable de mensajes positivos o situaciones que contrasten a las escenas más dañinas para las personas trans.
Tanto La que se avecina como Ella es tu padre demuestran que las cadenas en abierto deben superar todavía el complejo generalista de sus ficciones parar reunir al mayor público posible alrededor del televisor. Contentar a todo el mundo obliga a que las televisiones utilicen un humor y unas tramas muy básicas, con un cumplimiento forzado de cuotas en el que no hay asesoramiento interno, ni tampoco ganas o conciencia real por representar con dignidad y respeto a ciertos grupos oprimidos. Ocurre con la identidad de género, pero también ha ocurrido durante muchas décadas con la orientación sexual, con la raza o con las clases sociales. El cliché y el estereotipo han sido efectivos para el disfrute de la mayoría, pero ridiculizantes y dañinos para la minoría. ¿Este es el precio a pagar por la simple visibilidad de ciertas realidades?
En el caso de la serie protagonizada por Carlos Santos, y en palabras de Carolina Laferre, activista y periodista trans, esta ficción "transita" entre la "ineptitud ordinaria y lo patético más sublime", dando origen a "falsas oportunidades de hacer empatizar con la población trans". Lo rancio también destaca en Montepinar, a pesar de las supuestas buenas intenciones de Laura y Alberto Caballero, creadores de la serie. Situaciones ridículas y chascarrillos simplones confunden y desinforman a los espectadores por la ausencia notable de mensajes positivos o situaciones que contrasten a las escenas más dañinas para las personas trans.
Tanto La que se avecina como Ella es tu padre demuestran que las cadenas en abierto deben superar todavía el complejo generalista de sus ficciones parar reunir al mayor público posible alrededor del televisor. Contentar a todo el mundo obliga a que las televisiones utilicen un humor y unas tramas muy básicas, con un cumplimiento forzado de cuotas en el que no hay asesoramiento interno, ni tampoco ganas o conciencia real por representar con dignidad y respeto a ciertos grupos oprimidos. Ocurre con la identidad de género, pero también ha ocurrido durante muchas décadas con la orientación sexual, con la raza o con las clases sociales. El cliché y el estereotipo han sido efectivos para el disfrute de la mayoría, pero ridiculizantes y dañinos para la minoría. ¿Este es el precio a pagar por la simple visibilidad de ciertas realidades?
Buenas intenciones, no tan buena ejecución
En el aprobado raspado se encontraría un elevado porcentaje de la ficción española. Retrasos, deberes a medio hacer y trabajos con una presentación bastante chapucera son muy comunes en la televisión de España. Con respecto a la representación trans, encontramos en la parte más baja de esta categoría a Las chicas del cable y a Merlí. Ambas producciones trabajan con interés y respeto tanto la transición del personaje de Ana Polvorosa, como la trama de Quima en el instituto. Sin embargo, vuelven a caer en el vicio de contar con un reparto cis para interpretar estas historias, relegadas a un papel más secundario y, por tanto, de menor importancia.
Además, en el caso de la serie catalana, se pierde una buena oportunidad de abordar la bisexualidad a través del personaje de Pol. El personaje de Carlos Cuevas tenía el terreno perfectamente allanado para salir del armario bi después de su romance con Bruno (David Solans) y con Tània (Elisabet Casanovas) y su affair con otro trabajador del supermercado en el que trabaja. Sin embargo, decide apostillar un chulesco "Jo soc el Pol i punt" para evitar su definición sexual, tirando por la borda la posibilidad de utilizar la etiqueta como una herramienta reivindicativa y empoderante para visibilizar una de las identidades afectivo-sexuales más estigmatizadas e invisibilizadas dentro y fuera del colectivo. Merlí nos dio excesivas esperanzas desde su comienzo, pero fue cayendo en picado hasta el desastre que supuso su tercera y última temporada.
Además, en el caso de la serie catalana, se pierde una buena oportunidad de abordar la bisexualidad a través del personaje de Pol. El personaje de Carlos Cuevas tenía el terreno perfectamente allanado para salir del armario bi después de su romance con Bruno (David Solans) y con Tània (Elisabet Casanovas) y su affair con otro trabajador del supermercado en el que trabaja. Sin embargo, decide apostillar un chulesco "Jo soc el Pol i punt" para evitar su definición sexual, tirando por la borda la posibilidad de utilizar la etiqueta como una herramienta reivindicativa y empoderante para visibilizar una de las identidades afectivo-sexuales más estigmatizadas e invisibilizadas dentro y fuera del colectivo. Merlí nos dio excesivas esperanzas desde su comienzo, pero fue cayendo en picado hasta el desastre que supuso su tercera y última temporada.
Con todo el dolor de nuestro corazón, series como El Ministerio del Tiempo, Sé quién eres, Amar es para siempre, Sin identidad o La casa de papel también entrarían en este saco de "casi, pero no". A pesar de contar con personajes LGBT bien construidos, estas series abandonan a Helsinki, Charlie, Irene Larra o Luisa Vergel al mundo de los eternos secundarios. Que existan, que estén presentes, pero que tampoco tengan demasiado protagonismo. Esto también es consecuencia de una televisión en abierto acomplejada y constreñida por la publicidad, que cree que debe responder ante una mayoría heteronormativa, en vez de contar historias diversas en la que todos los públicos se sientan representados, no solo de pasada, sino de manera contundente y protagónica.
Plataformas de VOD: la salvación de los referentes LGBT
Para alcanzar el sobresaliente en referentes y buena representación LGBT debemos irnos a las plataformas de streaming, VOD y de pago. El beneficio directo es la libertad que ofrece escapar de las cadenas generalistas, pero la moneda de cambio es la poca atención que reciben muchas de estas ficciones. Por suerte, Vis a vis, oasis lésbico y serie de relevancia gracias a haber nacido en Antena 3, cuenta en el reparto de su tercera temporada con Abril Zamora, la primera actriz trans en interpretar a un personaje trans en una serie española. De esta forma, la L y la T inundan con gozo las tramas protagonistas de las presas, algo poco habitual en un colectivo en el que los hombres cis, gays, blancos y con cuerpos de escándalo tienen excesiva presencia.
Además de con Cruz del Sur (ahora del Norte con su traslado a Fox), Atresmedia también ha ganado notoriedad en representación LGBT gracias a Flooxer. Esta plataforma digital, dirigida al público joven, destaca por el contenido original de sus series, pero también por el paraíso de diversidad que se ha construido gracias a la libertad creativa y a la voluntad de sus equipos. Con mención de honor encontraríamos a Paquita Salas, creada por los Javis, protagonizada por Brays Efe y Lidia San José, cuyo personaje es lesbiana; Looser, ficción queer y transgresora de Soy una pringada; o Indetectables, una serie de episodios independientes ideada por Apoyo Positivo que, además de abordar historias con protagonistas LGBT, decide derribar estigmas y prejuicios sobre las drogas, el VIH y otras infecciones de transmisión sexual.
En esta lista también es importante destacar el estreno en Playz de Nosotrxs somos, una serie documental que recorre los 40 años del movimiento LGBT en España y que es la única producción actualmente en emisión en la que se aborda única y exclusivamente la diversidad afectivo-sexual y de género, contando con profesionales y personalidades destacadas. Esta obra de César Vallejo, Paco Tomás y Rafa Lobo, además de necesaria y didáctica, demuestra la falta que nos hace en nuestro país una ficción puramente LGBT.
Además de con Cruz del Sur (ahora del Norte con su traslado a Fox), Atresmedia también ha ganado notoriedad en representación LGBT gracias a Flooxer. Esta plataforma digital, dirigida al público joven, destaca por el contenido original de sus series, pero también por el paraíso de diversidad que se ha construido gracias a la libertad creativa y a la voluntad de sus equipos. Con mención de honor encontraríamos a Paquita Salas, creada por los Javis, protagonizada por Brays Efe y Lidia San José, cuyo personaje es lesbiana; Looser, ficción queer y transgresora de Soy una pringada; o Indetectables, una serie de episodios independientes ideada por Apoyo Positivo que, además de abordar historias con protagonistas LGBT, decide derribar estigmas y prejuicios sobre las drogas, el VIH y otras infecciones de transmisión sexual.
En esta lista también es importante destacar el estreno en Playz de Nosotrxs somos, una serie documental que recorre los 40 años del movimiento LGBT en España y que es la única producción actualmente en emisión en la que se aborda única y exclusivamente la diversidad afectivo-sexual y de género, contando con profesionales y personalidades destacadas. Esta obra de César Vallejo, Paco Tomás y Rafa Lobo, además de necesaria y didáctica, demuestra la falta que nos hace en nuestro país una ficción puramente LGBT.
España sufre las limitaciones de las cadenas en abierto para conseguir una representación LGBT efectiva y a la que no se pueda poner ninguna pega. Sin embargo, las plataformas digitales como Netflix o Flooxer, así como la enorme influencia de la ficción norteamericana, están forzando que el tablero de juego cambie para las televisiones generalistas y que se involucren de lleno en la diversidad para que todos los públicos se sientan identificados a través de historias bien construidas, liberadas de estereotipos y comprometidas con equipos igual de diversos. De la misma manera que vemos retazos de esperanza en el horizonte legislativo, es posible que los veamos traducidos paralelamente en nuestras series patrias, porque es imposible desligar lo político de lo social o de la cultura. Pero hasta entonces, la diversidad afectivo-sexual y de género seguirá siendo una asignatura pendiente en la ficción española.
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