Hace unas semanas volvió una de las series más interesantes de los últimos años: The Affair. Su narrativa multifocal hizo que nos enganchásemos a esta historia de una infidelidad que jugaba con las diferentes percepciones de este tema, marcando un hito televisivo que la ha convertido en un clásico imprescindible de visionado obligatorio. Sin embargo, este inicio de temporada nos confirma algo que ya esperábamos: The Affair no da para más.
Esta nueva entrega de la serie de Showtime comienza de manera torpe, planteando un interrogante con el que ya se ha jugado anteriormente: ¿Dónde está Allison? (¿siempre tiene que ser Allison la loca de la serie?). Nos encontramos a Noah y a Cole en medio de la nada, Noah llama por teléfono y cuando cuelga le dice a Cole que la policía acaba de clasificar a Allison como persona desaparecida. Pues ya sabemos de qué va a ir la temporada.
Los flashbacks realizados desde los diferentes puntos de vista para explicar el detonante resultan entretenidos. Tanto las situaciones como los diálogos siguen siendo de primera clase, pero dejan aún más claro que The Affair ya no es una historia de una infidelidad, sino un simple drama familiar en el que los principales protagonistas, Noah y Allison, van por separado y resulta casi inverosímil juntarlos (de ahí a recurrir a motivos ya explotados).
Esto es algo que vemos claramente en la estructura de esta nueva temporada. Ahora la serie es como si fuese por parejas. El primer episodio se divide en Noah y Helen. Por un lado, muestran a un Noah ahora convertido en profesor de instituto al que los alumnos no hacen mucho caso y que casi no puede ver a sus hijos por culpa de su mujer. Y, por otro lado, está Helen, con su nueva vida en Los Ángeles, obsesionada con un terremoto que nunca va a ocurrir y harta de un Noah al que parece no importarle nada. Ambos se siguen odiando, como vemos en sus diferentes puntos de vista. Noah sigue viendo a Helen como una amargada y Helen a Noah como un impresentable.
Llegamos al segundo episodio y a la segunda pareja que poco o nada tienen ya que ver con la primera: Cole y Allison. Ambos siguen unidos por la venta del restaurante. En la primera parte, vemos a un Cole con un gran vacío, que su pareja ni el dinero del restaurante puede llenar, y que sigue sin poder olvidar a Allison, a quien la percibe como una mujer independiente que pasa un poco de todo. En la segunda, vemos a una Allison que ahora trabaja como consejera y que ve a Cole como un ogro amargado que no deja de presionarla con la venta del restaurante.
Si con estos dos primeros episodios nos queda claro que The Affair ya no es ese drama profundo que bucea en las contradicciones del ser humano y de las relaciones amorosas, en el tercero nos vuelven a decepcionar cuando los guionistas deciden cargarse directamente el segundo elemento del sello de la serie: la perspectiva multifocal. Durante todo el metraje, los dos personajes, Noah y Helen, no coinciden apenas durante un minuto, robándonos ese juego de percepciones al que siempre nos han tenido acostumbrados. Además, los mismos creadores se ponen en evidencia cuando el personaje del alumno resume un poco la historia de la serie, centrándose en Allison, lo loca que está (claro), y riéndose de lo retorcida que se ha vuelto. Una escena que parece sacada de una road movie barata.
¿Evolución o consecuencias de haber estirado una serie hasta perder su esencia? ¿Sigue siendo The Affair la historia de una infidelidad y los efectos en sus implicados o se ha convertido en cuatro series en una sobre distintas personas y sus dramas amorosos/familiares? Sea lo que sea, y por mucho que amemos a los personajes, no nos engañan. Mucho tiene que cambiar el recorrido de esta temporada para que vuelva a tener el prestigio que tuvo en su inicio. Por ahora, y especialmente después de este último episodio, tenemos clara nuestra postura: esta cuarta temporada de The Affair nunca debió existir.
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