El diciembre pasado Las chicas del cable culminaba su segunda temporada con un final de infarto, y desde entonces nos hemos estado preguntando qué pasaría con nuestras queridas telefonistas. Netflix España nos ha dado la oportunidad de ver los primeros dos episodios de la tercera entrega y hemos podido exhalar por fin y respirar una sospechosa calma que no ha durado demasiado.
Como se puede ver en el tráiler de esta nueva temporada (incluido al final de este artículo), nuestra protagonista no sólo tiene una hija perfectamente sana a pesar de caerse de una distancia considerable estando embarazada, sino que además se casa, y es un terrible accidente en la ceremonia lo que origina la tragedia y el misterio principal de la trama. Algo que no pinta bien desde el principio es que ese cliffhanger tan dramático en el episodio final de la segunda temporada prácticamente ni se resuelva ni se le dé la más mínima importancia. Esto se soluciona con un salto temporal de seis meses que sólo sirve para salir rápido de un problema previamente planteado. Quizá estemos perdiendo la esperanza demasiado pronto y los próximos capítulos retomen alguna parte de esos seis meses perdidos, pero sería tener demasiada esperanza.
Dejando de lado ese dudoso inicio, nos agrada saber que parece que por fin nos libramos del triángulo amoroso entre Lidia, Carlos y Francisco, pero no lo diremos muy alto, a ver si lo vamos a gafar. La voz en off de la heroína del cable nos sigue acompañando en cada capítulo, hablando mucho pero diciendo poco, recordándonos a una Meredith Grey de los años 20. Siempre con una serenidad casi inquietante, Lidia se pone en busca de su hija desaparecida, y cuenta con la ayuda de sus fieles amigas, aunque éstas ya tienen sus propios problemas. Marga está casada, Ángeles (que vuelve a tener una hija sólo a ratos) se ve envuelta en una investigación policial y Carlota recibe una herencia millonaria. Todas estas tramas se van intercalando entre ellas aportando un ritmo un tanto lento pero no insoportable.
Sin duda, la desconfianza y las sospechas son las verdaderas protagonistas de esta nueva entrega, y cada vez vemos menos a las chicas en la centralita y más en la calle, dejando el lugar de trabajo como una herramienta más para conseguir lo que se proponen y abrirse camino en una sociedad que prefiere tenerlas encerradas. Por otro lado, la sororidad y las reivindicaciones por los derechos de las mujeres siguen siendo uno de los temas claves en la serie, llegando a ser explotados en ocasiones y corriendo el riesgo de producir un efecto contraproducente y cansar al espectador, pero la buena intención está ahí, esperemos.
Lo cierto es que hay poco que decir de los dos primeros capítulos de la tercera temporada, ya que se toman su tiempo en presentarla y el ritmo es más lento que en las anteriores, aunque las storylines secundarias son necesarias en este tipo de series y no se hacen aburridas. Al fin y al cabo, este drama de época no es muy distinto a otras series españolas del mismo género, pero el hecho de que sea la primera producida por Netflix le ayuda. Tampoco es una sorpresa que tenga ciertos errores, y a estas alturas ya nos hemos acostumbrado, Las chicas del cable nos entretiene, como siempre, pero seguir en su misma línea si ésta no mejora no es bueno, y eso es lo que parece pasar en esta nueva entrega.
Habrá que ver si los siguientes capítulos pasan de ser aceptables a notables, y si la trama se anima y nos presenta algo nuevo. Aún tenemos esperanza, y lo podremos averiguar a partir del día 7 de septiembre en Netflix.
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