¿Qué está pasando últimamente con los límites? La Peak TV parece haber alcanzado un punto de laxismo en el que absolutamente todo vale. Lo que temporadas atrás eran líneas prohibidas infranqueables, este año la veda ha sido levantada y no queda sitio para el decoro ni para las sensibilidades fácilmente dañables. Frágiles y ofendidos habrá muchos todavía que le han dado al stop rápido al ver los pilotos de esta ristra de estandartes de la falta de reparos.
A raíz del estreno de Insatiable, ese engendro bastardo entre la gordofobia y la cultura pageant del sur americano, vamos a repasar los antecedentes de la televisión que se mea en los héroes, se le quedan pequeños los antihéroes y optan, directamente, por todo lo nocivo y destructivo que un guion sea capaz de contener.
1. Insatiable (Netflix, 2018-)
Debby Ryan representaba bien la intención de Insatiable con ese póster. Iba a arder todo, sobre todo su equipo creativo al ver las críticas que ha recibido el último estreno veraniego de Netflix. Insatiable plantea una comunidad sureña con la cabeza metida en el culo de los desfiles y las reinas de la belleza adolescente, todo muy made in ‘muricah. Su protagonista, Fatty Patty, se alza como un fénix renacido de las cenizas de la obesidad mórbida. Patty, ya no tan Fatty, encarna a partes iguales la inverosimilitud de la pérdida de peso y ese mensaje para nada tóxico del "nunca podrás ser feliz si eres gorda".
No solamente es una serie plenamente consciente y aceptante de los cánones de belleza y las reglas del juego, sino que se mete en un innumerable sinfín de charcos, desde el incesto a la pedofilia, pasando por los matrimonios triangulares y los armarios de cristal. Un reparto de personajes a cada cual más indecente en sus comentarios, libres de toda delicadeza en la puya y la referencia cultural multiofensiva. Eso sí, con una muy interesante representación de la bisexualidad.
No nos pondríamos de acuerdo en saber si la serie en sí es mala, pero no cabe duda que hijos de puta son todos un rato.
2. Heathers (Paramount Network, nunca)
Qué nos gusta una controversia. Heathers es la segunda pero principal razón tras este artículo. No sabemos cuántas armas quiere dar la industria televisiva a los adolescentes estadounidenses con estas series, pero como fábrica de referentes para la impresionable juventud yanki, se están luciendo. Heathers es todo lo que Glee pudo haber sido si le quitas las ocho canciones por episodio y el edulcorante. Petróleo catódico, tan valiosa como tóxica, esta comedia negra fue cancelada por presunta apología de la violencia en los institutos.
Sí y no a partes iguales, según cómo de corto seas de entendederas, Heathers proponía un sistema de acoso y derribo en el que los antaño frikis podían convertirse en los nuevos tiranos de una cadena trófica subvertida. Una reflexión tanto idílica como digna de apuesta, pero que en la ejecución quedaba ciertamente volátil. La imposibilidad de programarla sin coincidir con tiroteos en escuelas de Texas lleva a Heathers a quedarse en el cajón y a tener que vivir de las ventas internacionales. Gracias, HBO España por cuidar tanto nuestra bilis.
3. Difficult People (Hulu, 2015-2017)
Esta moda no es novedad de este año. Hulu ya vomitó ponzoña durante tres glorias temporadas con Billy y Julie en esta obra maestra de la televisión referencial. Sodomizando sin complejos esa plusmarca de Community, Difficult People adaptaba al formato de 30 minutos ese espíritu destroyer de Twitter, el de los críticos culturales voraces y el de los infelices comentaristas de andar por casa.
Cómicos frustrados con mucho por lo que odiar a la sociedad, estos dos new yorkers formaban un tándem imparable de incorrección política y torrente de veneno contra toda persona o tema que se le pusiera por delante. Sin filtro, sin miedo a una reacción de rechazo por parte de una audiencia que A) no era capaz de seguir el ritmo de su lesiva verborrea o B) no entendía lo que era una comedia en la que no había una sola línea del guion en clave positiva.
4. Scream Queens (FOX, 2015-2016)
Ryan Murphy venía de una racha muy soft, como ya habíamos comentado anteriormente, y por algún lado tenía que desatar esa mala bicha que lleva dentro. Scream Queens fue un patio de recreo para las víboras, donde sin ton ni son se mataba gente y se hacía mofa y escarnio sobre ello. Dentro todavía de los tintes paródicos que caracterizaron a su musical, Scream Queens carecía de ese mensaje de paz, amor y Plus pal salón que Glee nos forzaba por cualquier orificio que nos pillase desprevenido en cada episodio.
Pese a que las reglas de la televisión generalista forzaban a RyRy a tener unos mínimos de heroicidad entre sus protagonistas, poco duró esa máxima y ya para la segunda temporada se dejó a las Chaneles rampantes por la serie haciendo y deshaciendo con oídos sordos a cualquier estructura de trama. En resumidas cuentas: 42 minutos semanales de zorras malas enseñando a las nuevas generaciones la importancia del desprecio verbal y la gratuidad de la violencia física. Gracias, rey.
5. You’re the Worst (FX, 2014-)
El título lo dice todo, pero merece la pena recalcarlo. Esto nunca fue una romcom cualquiera, es una romcom lechera. Con muy mala leche. Las historias de amor cargadas de disfunción han pasado mil veces ya por pantalla, sobre todo en base a tensiones sexuales no resueltas pero muy predecibles o familias con drama gratuito que hay que articular para rellenar 22 episodios caiga quien caiga. You’re the Worst optaba por aceptar a pecho descubierto cualquier fallo de sus protagonistas, asumir que no necesitan volverles empalagosos en ningún momento de la temporada y dejarles revolcarse en sus miserias, trastornos psicológicos y traumas variados.
Jimmy es un narcisista escritor con un nivel de empatía cero y Gretchen una relaciones públicas con depresión clínica y falta de autocontrol patológica. Juntos forman una ejemplar pareja que alterna el ataque indiscriminado contra todo lo que les rodea y el ataque indiscriminado contra ellos mismos, según les pegue el aire y la ruptura en cada episodio. El amor en las series del odio existe. Sobre todo cuando se trata de repudiarlo con cada escena y cada gag.
6. It’s Always Sunny in Philadelphia (FX, 2005-)
Ya lo hemos dicho, aquí nadie ha inventado nada en 2018. Desde 2005 hay una pequeña dando vueltas por ahí caracterizada por un arquetipo muy concreto de personaje: el mamón cínico sin brújula moral. Cinco personajes iguales, con sus pequeños matices que rompen la noción de copia y pega. Sunny empezó como una serie de muy humilde presupuesto que ha evolucionado en una obra de culto de presupuesto igual de diminuto, pero sin necesidad de venirse arriba con él en ningún momento.
Su principal valor, además de la falta integral de valores, es que han desarrollado una fórmula de humor muy básica pero muy funcional, dando con la clave de un plantel de personajes que comúnmente siempre han estado como aquel secundario cabroncete que recibía la reprimenda del aguerrido protagonista, pero que aquí hacen piña y elevan la locura a la enésima potencia. Por eso Sunny lo mola todo, porque después de 13 temporadas haciendo lo mismo, sigue siendo una comedia maravillosa sobre buscar vidas, arruinarlas, fracasar y hundirlo todo en el proceso con mucho salero y mucha mala hostia.
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