Pasada una semana del boom de la serie de Netflix, Élite, en TV Spoiler Alert nos hemos sentado a reflexionar sobre la razón de su éxito y en qué la diferencia del resto de series juveniles españolas.
Élite es la segunda producción de Netflix en España después de Las chicas del cable. La serie cuenta la historia de un instituto privado en el que una chica, Marina, ha sido asesinada. A partir de este suceso, se desgranan los secretos y entresijos de sus compañeros de clase y de sus familias, la élite.
Quien haya pasado estas últimas semanas por Twitter se habrá sorprendido al ver la cantidad de comentarios que esta serie ha generado, la gran mayoría bastante favorables por parte de todo tipo de espectador. Por un lado, los jóvenes, el target de la serie (no, tú, viejoven), la vanagloriaban por su capacidad de enganchar comparándola con Rebelde Way o Por 13 razones, y, por otro, un público más selecto le adjudicaba el famoso término guilty pleasure, que es como decir "sé que es una basura pero me encanta".
Desde nuestro punto de vista, Élite es una serie correcta con una trama que atrapa desde el principio, con diálogos verosímiles, que explora temas poco vistos en televisión, que presume de personajes con claroscuros, una buena fotografía y dirección y unos actores que no lo hacen mal. Aunque es verdad que la serie va perdiendo fuerza visual y verosimilitud conforme avanza y el final es bastante precipitado y torpe, sí que cumple con su función de entretener, único objetivo (por lo que estamos viendo) de Netflix.
Élite ha sido un éxito total para la plataforma de streaming americana, pero ¿qué ha aportado a la ficción española? Junto a SKAM, la serie de Zeta Producciones supone la segunda propuesta reciente de serie juvenil que no marca ninguna diferencia del resto, cosa que es doblemente grave ya que, además, ambas pertenecen a plataformas privadas. A día de hoy, aún nos cuesta entender el enorme desastre que ha sido SKAM en Movistar+, una serie casi carente de ambición creativa (el discurso que introduce el piloto basta para darse cuenta), y, quizás, la detonante del exagerado éxito de Élite en el público español.
¿Por qué las cadenas no arriesgan por formatos más innovadores para nuestros adolescentes? ¿Qué hay que hacer en España para que suceda un SKAM o un Skins sin copiar a nadie? ¿Es el triunfo de Élite un mérito propio o un indicador de que andamos muy faltos de series adolescentes españolas?
Desde Al salir de clase (1997-2002) hasta Física o química (2008-2011) las series adolescentes en nuestro país se han caracterizado por una estructura narrativa de telenovela (con gran protagonismo de los tramas amorosas y buenas dosis de drama), una estética tradicional, abundancia de personajes planos y algo de preocupación por ciertos temas sociales. Además, la gran mayoría de éstas fueron creadas por la misma productora, lo cual no deja de ser algo un poco perturbador, sinceramente.
Tras cinco años sin ninguna serie propiamente adolescente, en 2016 llega a la televisión española Merlí, una ficción juvenil algo diferente, con una estética más innovadora y cuidada, un consistente guion y un gran componente no solo social, sino también didáctico. Mientras que en TV3 la ficción catalana alcanzaba al 22% de share, en laSexta no llegó ni al 10% en toda su temporada. ¿Son los adolescentes catalanes más inteligentes que el resto? No lo creemos. Hablar del fracaso de Merlí en la televisión en abierto ocuparía otro largo artículo, cuyo título probablemente sería “Cómo matar una buena serie en 5 sencillos pasos”.
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Sorpresas del capitalismo, lo privado es lo nuevo público, y ahora Movistar y Netflix están en una guerra por la audiencia española de masas, y, claro, muchas ganas de arriesgar no hay. Tanto Movistar, con su traspaso de programas que funcionaron muy bien en abierto y su captación a toda velocidad de directores de cine con nombre propio, como Netflix, quien, una vez metida la crítica en el bolsillo, se encuentra en su fase más industrial con series que no solo intentan hacerse con toda la audiencia española, sino también con la latinoamericana (la inclusión del personaje de Danna Paola en Élite o la de Paco León en La casa de las flores no son casualidad), siguen apostando por las ficciones de “fórmula”, cuyo triunfo esté asegurado aunque su existencia no suponga apenas ninguna aportación ni avance a la ficción de sus respectivos países.
¿Es Élite la mejor serie adolescente que hemos tenido? No, pero la falta de series adolescentes locales unido a la decepción de SKAM han supuesto un tremendo empujón para la ficción desde su inicio. ¿Se pueden hacer mejores series juveniles? Sí, Merlí ha demostrado que no solo se pueden hacer, sino que si cuentan con la adecuada promoción, pueden llegar a ser un éxito de masas. ¿Hay alguien dispuesto a arriesgar por ellas? Tristemente no. La única que podría hacerlo es Movistar+, pero la competencia de las plataformas americanas la tiene acongojada.
Parece que tendremos que esperar otros cinco años para que el milagro de Merlí se vuelva a repetir. Mientras tanto, sigamos consolándonos con este sobrevalorado mejunje sin identidad cultural de Por 13 razones/Riverdale/Gossip Girl/Rebelde Way llamado Élite.
Adolescentes y viejóvenes de España, siempre se puede ver Merlí dos veces.
Adolescentes y viejóvenes de España, siempre se puede ver Merlí dos veces.
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